José Alperovich ha decidido precipitar todas las definiciones. Como en esos partidos de truco en los que faltan cartas para una larga vuelta, el gobernador optó por no llegar a tercera mano. Por eso decidió que la de 2013 sea, en realidad, la elección de 2015, y logró que todos sus rivales así lo crean.

"A mí me conviene que salga", les dijo el mandatario en la noche del viernes, cuando ya se apagaban las luces de la Casa de Gobierno, a sus ministros de Seguridad, Jorge Gassenbauer; y de Gobierno, Edmundo Jiménez. Alperovich no se refería a otro sino al propio José Cano, el senador al que alguna vez tildó de "infame" por poner en duda los índices de mortalidad infantil que difundía el Poder Ejecutivo.

Cuando en marzo Cano se apresuró y gritoneó que no sería candidato a diputado, no sólo dejó huérfano a un amplio sector opositor. También dejó al oficialismo sin oponente. Alperovich entonces puso en marcha el "vamos por todo" que inmortalizó su esposa, la senadora Beatriz Rojkés, y le pidió al intendente Domingo Amaya que lo secunde en la lista. Con encuestas en la mano, sacó al radical Cano del retiro espiritual que había escogido y lo obligó a pelear, como en un duelo.

¿Por qué el gobernador optó por retar a Cano en una elección legislativa nacional de medio término? Alperovich está convencido de que, si le gana en esta contienda, se lo sacará del medio para 2014 -en caso de una reforma constitucional- y 2015 -cuando deban renovarse la gobernación y todos los cargos provinciales-. Además, y esto es típicamente alperovichista, el sarcasmo de poner a Cano -o a cualquier otro- frente a una encrucijada ética.

Y aquí entra en juego nuevamente su esposa. La tercera autoridad del país hizo gala de su incontinencia verbal el jueves, en una reunión del PJ, y blanqueó que la postulación de Alperovich será testimonial. Casualmente, la única palabra que los leguleyos oficialistas pidieron omitir: ocurre que la admisión de que un candidato no asumirá el cargo para el que se postula sí daría lugar a una impugnación. Previsiblemente, los dichos de la primera dama obligaron a los aliados del propio Cano a reiterar sus críticas contra las candidaturas testimoniales, y a anunciar objeciones legales. Y eso, paradójicamente, encierra otra vez al senador nacional que ahora sí evalúa ser candidato este año.

Cano no tiene intenciones de dejar la presidencia del bloque de senadores radicales para ser uno más de 250 en Diputados, aunque sea por dos años, como le minimizan entre los suyos. Pero tampoco le agrada la idea de quedar frente a la sociedad preso de sus palabras y sentenciado por sus actos, en caso de aceptar una postulación testimonial. Y esa es la parte que tanta gracia le provoca al gobernador: el brete ajeno. De todas formas, si Cano decide ser candidato, sólo en diciembre, cuando deba eventualmente asumir, se dilucidará por cuál de las opciones se inclinó.

Como en el truco, durante las próximas semanas Alperovich y Cano se "orejearán" las cartas. Ni uno ni otro cantará "truco" por miedo a que el otro le grite un "retruco". Se desconfían tanto que uno no cree que el otro vaya a ser candidato, y viceversa. Por eso, el que cante "33 de primera" escuchará del otro lado un resignado "son buenas": ese es, exactamente, el número de días que restan para que se deban inscribir las listas de postulantes para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Jugar con el tiempo será determinante para ambos.

A priori, Alperovich tiene más para perder en esta batalla que Cano, si es que el radical aspira a consolidarse como el único opositor al alperovichismo. De él dependerá que este juego de tronos que decidió imponer el gobernador, se extienda durante 2014 y 2015.

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