Por Jorge Figueroa
03 Junio 2013
La manipulación de las imágenes, de la fotografía en particular, con las posibilidades tecnológicas de nuestro tiempo, han arrastrado a los artistas visuales a indagar y a utilizar la fotografía desde mediados de los años 90 del siglo pasado en Argentina. El fenómeno ha sido internacional y extendido. Bastó comprobar de qué modo, la fotografía es "eso que ha sido", tanto como aquello que pudo no haber sido, para atraer a todo un sector de artistas a su territorio. Alejandro Gómez Tolosa, en particular, pertenece a ese grupo que, en un primer momento, incorporó la foto a sus grabados y pinturas, pero luego, en un segundo, la convirtió en la propia obra.
"Proyecto Doppelgänger" es su nuevo trabajo, que se inaugurará el viernes en el Museo Timoteo Navarro. "Doppelgänger es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico de una persona viva. Su forma más antigua, acuñada por el novelista Jean Paul en 1796, es Doppeltgänger, 'el que camina al lado'", comenta el artista. Parte, entonces, de tres conceptos: el del doble fantasmagórico, el clon y la asimetría. "Intento, a través del uso de las tecnologías digitales, 'descubrir', o patentizar la existencia de un doble en cada uno de nosotros, casi en función de alter ego. Un doble creado a partir de la técnica del espejo asimétrico y con software digital específico, buscando recrear una nueva fisonomía tomando como punto de partida un único retrato", describe.
Gómez Tolosa retrató en su estudio 10 modelos, los hizo posar de diferentes maneras y, a partir de ello, todo el trabajo ingresó en el software digital. Su investigación en particular puede rastrearse en obras como "Res Non Verba" (2000), "El general observa, triste y acongojado cómo se matan entre sí sus descamisados en esta Argentina injusta y sin esperanzas" (2006), "El jardín de las delicias" (2008) y en las naturalezas muertas (2009), donde las figuras humanas y los objetos, pueden observarse desde otras miradas.
Porque más allá de la tekne, esa capacidad que los griegos atribuían al conocimiento de la técnica, es decir la tekne asociada a un saber, a una destreza, lo que provocan estas obras es volver extraño una imagen familiar, algo que nos es común; cotidiano. En términos de la experiencia estética, se podría indicar que a la primera actitud de reconocimiento e identificación de esas imágenes, fatalmente ocurre una segunda, la de distanciamiento. Cuando el artista logra que una figura o un objeto se lo mire de otro modo a como se lo hacía hasta ese momento, se puede asegurar que su obra ha conquistado al espectador. Algo ha sucedido allí.
"Proyecto Doppelgänger" es su nuevo trabajo, que se inaugurará el viernes en el Museo Timoteo Navarro. "Doppelgänger es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico de una persona viva. Su forma más antigua, acuñada por el novelista Jean Paul en 1796, es Doppeltgänger, 'el que camina al lado'", comenta el artista. Parte, entonces, de tres conceptos: el del doble fantasmagórico, el clon y la asimetría. "Intento, a través del uso de las tecnologías digitales, 'descubrir', o patentizar la existencia de un doble en cada uno de nosotros, casi en función de alter ego. Un doble creado a partir de la técnica del espejo asimétrico y con software digital específico, buscando recrear una nueva fisonomía tomando como punto de partida un único retrato", describe.
Gómez Tolosa retrató en su estudio 10 modelos, los hizo posar de diferentes maneras y, a partir de ello, todo el trabajo ingresó en el software digital. Su investigación en particular puede rastrearse en obras como "Res Non Verba" (2000), "El general observa, triste y acongojado cómo se matan entre sí sus descamisados en esta Argentina injusta y sin esperanzas" (2006), "El jardín de las delicias" (2008) y en las naturalezas muertas (2009), donde las figuras humanas y los objetos, pueden observarse desde otras miradas.
Porque más allá de la tekne, esa capacidad que los griegos atribuían al conocimiento de la técnica, es decir la tekne asociada a un saber, a una destreza, lo que provocan estas obras es volver extraño una imagen familiar, algo que nos es común; cotidiano. En términos de la experiencia estética, se podría indicar que a la primera actitud de reconocimiento e identificación de esas imágenes, fatalmente ocurre una segunda, la de distanciamiento. Cuando el artista logra que una figura o un objeto se lo mire de otro modo a como se lo hacía hasta ese momento, se puede asegurar que su obra ha conquistado al espectador. Algo ha sucedido allí.
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