Sigue siendo incierto el destino del ex autódromo

04 Junio 2013
Hay expresiones que tienen la dicha o la desdicha (para quienes la padecen) de haber atravesado los siglos, conservando su vigencia. Según una conjetura, una de ellas tiene su origen en Tailandia. En la antigüedad, cuando los reyes estaban disconformes con un súbdito, le obsequiaban de castigo un elefante blanco, que era sagrado. Su mantenimiento era muy costoso y solía dejar en ruinas a su nuevo propietario. Tucumán no es una excepción en esta materia, con el agravante que muchos de ellos que han costado mucho dinero, no son usados para el fin con que fueron construidos. Por ejemplo, en el parque 9 de Julio, ostentan esa ingrata condición el Palacio de los Deportes y el ex autódromo "Nasif Estéfano".

La pista, cuya construcción se inició en 1966 con aportes de la Nación y fue inaugurada el 19 de julio de 1970, tiene un destino incierto. Debajo de las tribunas que dan hacia la avenida Coronel Suárez, funcionan un albergue para vagabundos, una guardería infantil, un CAPS, un destacamento policial y la casa de la ex conserje de 83 años, de la escuela Divino Maestro que hace seis años fue trasladada a La Costanera. A la guardería "Obispo Colombres" que se cobija bajo esa estructura, asisten alrededor de 25 niños, de entre dos y cuatro años.

Como informamos en nuestra edición de ayer, hace siete años que el autódromo carece de destino y la Municipalidad no ha decidido aún darle una función determinada. En 2006, se propuso la apertura de calles a la altura de Justo de la Vega y hacia Estanislao del Campo, y por la avenida Coronel Suárez, abrir accesos a la altura de Cuba, Estados Unidos y una central a la altura de las tribunas. En los 2.700 metros de pista se proyectaba instalar una red de agua potable, cloacas, luminarias y sanitarios.

El autódromo sufrió varios cierres a lo largo de su existencia (1976, 1988, 1992, 2005); en los últimos años lo usaban los ciclistas, pero dejaron de hacerlo el año pasado cuando se construyeron lomos de burro para evitas las picadas de motociclistas. En la actualidad se lo emplea para carreras de atletismo y para lecciones de conducción automovilística.

El Palacio de los Deportes es otro elefante blanco. Fue inaugurado en setiembre de 1976 y durante algún tiempo albergó espectáculos musicales. Por la falta de uso y por el abandono, el auditorio techado comenzó a deteriorarse. Su capacidad es de 5.000 personas, podría cumplir una función cultural muy importante durante el verano, similar a la del Teatro Delacorte, del Central Park de Nueva York. Como señalamos en otra oportunidad, se podría montar allí un festival teatral en enero y febrero que formara parte del calendario turístico. Sería también un atractivo importante de San Miguel de Tucumán que durante el estío le ofrece muy poco al visitante y al mismo vecino.

Parece increíble que desde hace más de una década, ambas estructuras continúen a la deriva. Si hubiese una decisión firme de promover la cultura y el deporte, podrían convertirse en grandes atracciones en el parque 9 de Julio que sigue siendo cercenado; poco quedan de sus originales 400 hectáreas. Probablemente, si estuviesen en manos de mendocinos, cordobeses o salteños ya habrían encontrado su destino y serían explotadas turísticamente. ¿Qué hará falta para que la clase dirigente se ocupe de estos "elefantes blancos" y los haga nuevamente útiles a la comunidad?

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