En 7 de Abril todavía extrañan el tren, los quebrachales y los obrajes madereros

La última estación del ramal C-8, del noreste tucumano, se creó en 1915 y se cerró en el 90. Era una parada importante de cargas.

VESTIGIOS. La parada ferroviaria se conserva en buen estado. Mantiene las empalizadas de hierro y el cartel. Las vías siguen, pero van esfumándose.  VESTIGIOS. La parada ferroviaria se conserva en buen estado. Mantiene las empalizadas de hierro y el cartel. Las vías siguen, pero van esfumándose.
"No pronuncien nunca/ la palabra muerte./ A veces es más triste/ vivir olvidado/ que morir mil veces/ y ser recordado", dice un poema del poeta, narrador y dramaturgo cordobés Carlos Alberto Boaglio. Sin dudas, el pretérito inmediato de la estación ferroviaria Siete de Abril, es una fiel representación de la estrofa de la creación del profesor de Lengua y Literatura, nacido en Las Varillas, en la provincia mediterránea, el 1 de abril de 1958.

Al respecto, Néstor Alberto "Piquiri" Coronel fue categórico. El hombre, sieteabrileño de cuerpo y alma, de 71 años, describió con crudeza el cimbronazo que padeció esa comunidad del noreste tucumano, en el departamento Burruyacu, cuando los trenes dejaron de circular.

Huérfanos

"La privatización del ferrocarril y la clausura del ramal C-8 (Las Cejas-Rosario de la Frontera), del ex Belgrano, nos dejó huérfanos en el 90. Familias enteras se fueron de 7 de Abril, preferentemente a Buenos Aires. El pueblo sufrió una sangría poblacional y un atraso del que hoy aún seguimos padeciendo algunas secuelas. No sólo quedaron pocas casas sino también se frenó el cultivo de granos que había ocupado la superficie del diezmado monte. La gente que no pudo irse tuvo que dedicarse a changuear -hacer changas-", describió don "Piquiri" Coronel, compungido y coloquial.

El lugar donde hoy se levanta esta población, limítrofe con Santiago del Estero y a la vera de la ruta nacional 34, se autodenominaba Toro Muerto. Las casas se habían construido a un lado y a otro de las vías, actualmente en desuso. La característica principal de 7 de Abril es que está enclavado en una zona de "triple frontera". Limita con el sur de Salta, donde los habitantes tienen asiduo contacto con Antilla. Y, con el noreste de Santiago del Estero, se frecuentan con las localidades de Nueva Esperanza y de Rapelli, del departamento Pellegrini.

"El pueblo nació después de que el Ferrocarril Central Norte (en 1892 se llamaba de Santa Fe a Tucumán o San Cristóbal) instalara el tramo Las Cejas-Antilla (Salta) -luego prolongado hasta Rosario de la Frontera (Salta). Allí se une al troncal C que llega hasta La Quiaca, en Jujuy", enfatizó Coronel, que es hijo de un obrajero que fabricaba durmientes para la estación de su pueblo. Aunque también fue empleado de don Honorio Barot, el pionero de la ahora comuna rural de Burruyacu.

La historia documental sindica al otrora gobernador, Luis Federico Nougués, como el propulsor del ramal C-8, a partir de 1906. Aunque el tendido se libró al servicio, el 15 de abril de 1915. "El finado Emidio Amaya, que era una especie de enciclopedia humana de la historia de nuestro pago, contaba que el tren trajo vida y progreso a la zona. Por esa época tanto 7 de Abril, como Garmendia y Piedrabuena eran muy ricas en bosques de quebracho blanco y colorado. Las tres producían leña en general, que utilizaba el propio ferrocarril. También la misma leña se empleaba para la producción de carbón vegetal", comentó Juan Cardona (63 años), integrante de la cuadrilla de Vías y Obras de la última estación tucumana hacia el norte, antes de ingresar a territorio salteño.

"Ver pasar el tren era un espectáculo. El silbato, el traqueteo, la gente, la máquina y las fantasías que despertaba entre los habitantes eran fabulosas. La estación era como un paseo y un punto de encuentro. El ferrocarril era el único medio de transporte y de comunicación hasta que llegaron los Singh, de origen hindú, con su empresa de ómnibus. En los comienzos sólo llegaba una formación diaria de pasajeros. Después se redujo a tres veces a la semana: martes, jueves y sábados hasta que en 1978 se esfumaron y sólo quedaron los cargueros", añadió Cardona.

Tres veces a la semana

"En realidad los cargueros eran al principio del ramal los que más circulaban. A veces traían un coche para pasajeros. Y este tipo de formación fue la que más se empleaba en los dos últimos años previos a la clausura de este recorrido. Cuando la estación se cerró acá ya no había madera. Tampoco existía el molino harinero y ya se habían colocado los silos. Incluso hasta una vía más se construyó hacia los depósitos, que por entonces eran de la Junta Nacional de Granos. Sin embargo sólo se usó una o dos veces", acotó Norberto Vega, de 66 años, que se crió en el seno de una familia ferroviaria.

Melancólica sequía

La sequedad del lugar y la quietud de sus calles enripiadas calientan el mediodía. El predio ferroviario de 800 m de largo por casi 180 m de ancho se ubica al este de la localidad que no sólo lleva el nombre de una zamba sino también la fecha de un acontecimiento histórico. De los cinco pares de raíles sobre la playa de maniobras sólo el principal es visible a simple vista. Los otros van extinguiéndose. Aunque los tiempos de saqueo y depredación sólo sean un recuerdo ingrato, la falta de señales y la carencia de pilas de durmientes o de leñas, le dan un aire de desolación a la parada ferroviaria, que en 1930 alcanzó su mayor apogeo junto con el pueblo.

"Deberían reconstruir los ferrocarriles. Es un transporte económico, seguro y con escasa contaminación. Aunque ahora contamos con tres empresas de transporte, el tren nos permitía recibir correspondencia, LA GACETA, revistas, rebuscarnos en la estación y viajar cómodos", sentenció Alberto Coronel.

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