Los túneles de Rumi Punco son la lógica del absurdo

La faraónica obra de un ambicioso proyecto ferroviario, con dos pasos subterráneos en territorio tucumano, demandó una millonaria inversión. Pero se abandonó en la década del 50. Ambos gigantes de cemento se ocultan entre la espesa vegetación del cerro El Potrerillo, a 300 metros de altura, en el límite con Catamarca. La belleza del lugar es imponente.

LARGO. El primer túnel tiene 175 m. en curva. Es oscuro y enigmático. LARGO. El primer túnel tiene 175 m. en curva. Es oscuro y enigmático.
"Estamos especializados en una armoniosa repetición del desastre y la estupidez", solía decir el escritor catalán Terenci Moix (seudónimo de Ramón Moix i Messeguer, 1942-2003). La frase le cabe justa a las faraónicas e inconclusas obras ferroviarias, que se ocultan, entre la espesa vegetación del cerro El Potrerillo, a 300 metros de altura, en Rumi Punco.

Los vecinos de la década del 40, de esa pintoresca población del sur tucumano, fueron testigos del avance que registró ese ambicioso proyecto ferroviario. Pero también fueron víctimas cuando la construcción fue abandonada en 1952, y olvidada en 1953. Si el plan se hubiera concluido, habría provocado un impulso arrollador al crecimiento de ese paradisíaco lugar donde el verde llega hasta el poniente. "Era una gran esperanza para nosotros. La producción agrícola y forestal hubieran sido las más beneficiadas. Además se hubiera incrementado el flujo comercial. Pero todo quedó en la nada", opinó don Modesto Juárez, de 87 años, que trabajó en las obras.

Y no era para menos ya que se trataba del ramal Catamarca-La Cocha, a través del Totoral con nuestra provincia y, por lógica consecuencia, con todo el norte argentino. "La línea favorecía a todo el noroeste del país. Habría permitido el vínculo ferrocarrilero, hacia el norte, con Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero y hacia el sur con La Rioja, Córdoba, San Juan y Mendoza", afirmó Jorge Rodríguez, delegado comunal de Rumi Punco.

Mezquindad

"El segundo proyecto de integración era unir, a través del riel y de Catamarca, a las zonas noroeste y cuyana con Chile. Y para ello aprovecharían el conocido paso -indígena y colonial- de San Francisco. Pero todo quedó trunco por la oposición de los mezquinos intereses económicos del puerto de Buenos Aires", agregó el funcionario rural.

Lo concreto es que del primer proyecto, sólo quedaron como mudos testigos los gigantes, silenciosos y oscuros túneles de Rumi Punco, en territorio tucumano; y los de La Merced, en Catamarca. El segundo objetivo fallido dejó un estudio minucioso sobre el famoso corredor ferroviario bioceánico, múltiples veces anunciado, pero nunca concretado.

Sin dudas, las obras residuales más importantes y con mejor estado de conservación son los túneles de hormigón. Incluso, aún hoy, sorprende el perfecto estado del terraplén. También se levantaron edificaciones en la perecedera estación del pueblo, cuyo nombre, en quichua, significa puerta o entrada de piedra.

El tramo ferroviario Superí-Rumi Punco, el vínculo entre Catamarca y Tucumán, sumaba 33 km. Inconcluso ,se localiza en tierras de vegetación tupida, selvática, con más de 1.000 mm. de precipitaciones anuales. "Por eso se hicieron de hormigón armado", acotó Eduardo Núñez, de 52 años, nuestro guía y anfitrión.

El trayecto

Ambos túneles se encuentran hacia el lado tucumano del río Huacra o San Francisco y en tierras de la Comuna, que le cediera el ferrocarril. Aunque son rodeados por la finca de la familia Reartez. Para llegar hasta ellos se deben recorrer tres cuadras al sur por la calle general Perón. En la intersección con la avenida Fernando Riera se gira hacia el oeste, unas 15 cuadras y siete después donde funcionaba la estación. En ese punto, hay que estacionar el vehículo y ascender a pié o en moto al terraplén y recorrer 4.800 metros, sobre el talúd, hasta la boca de la primera majestuosa construcción de cemento, que tiene 175 m. de extensión en curva. La cuesta construida, en pendiente exacta de 15 por mil, no es perceptible a simple vista y todavía conserva las bocas y puentes de cauces de agua que la atraviesan por su base. Los rieles fueron depredados, al igual que los durmientes. La vegetación de ambos lados camufla los precipicios existentes en varios tramos del recorrido.

A pala y pico

"Todo se hizo a pulmón. A pala y pico se preparó y se llenó el hormigoneado. Incluso en la parte interna de los túneles se pueden ver las marcas de las maderas del encofrado. Aunque se hicieron muchos estudios desde 1910. Estos túneles comenzaron a construirse en 1944 pero se intensificaron desde 1948", agregó Núñez, baquiano del lugar.

La arquitectura de la fachada es impresionante. Tanto el ancho como el alto superan los 10 m. Unos 100 metros cuadrados de hormigón. Se destacan sendas columnas a ambos lados y un inmenso óvalo en las partes frontales y posteriores de ambos túneles, que marcan el año de su conclusión: 1952. La altura total, de la luz interna, es de 8 m. con un ancho efectivo de 2.90 m. más 1.40 m. que ocupan en total sendos guarda balastos, uno a cada lado. Son fuertes canales de hormigón de 0.50 m. de profundidad entre los cuales se asentaron los durmientes y los rieles.

El segundo túnel es de 105 m. pero de similares características al anterior. Sólo que se puede ver el otro extremo desde la entrada. Al final de ambos fastuosos gigantes de cemento, se construyeron diques niveladores del caudal del río. Y en la parte externa de los dos, hacia el Huacra, las colonias de loros ensordecen entre tipas, cedros, palos borrachos, lapachos, cebiles, nogales silvestres, quebrachos blancos y moros, entre otras especies arbóreas esparcidas por esos cerros.

Desde las alturas del terraplén

Descansos.- En toda la longitud de los túneles, con una repetición matemática de 25 m, se distinguen unas grutas o descansos de ambos laterales, incluidas en el espesor de la gruesa pared de hormigón. Según los lugareños se hicieron para resguardarse en caso de que alguien fuera sorprendido por la estrepitosa irrupción del tren.

Murciélagos.- Una nutrida colonia de murciélagos vampiro de alas blancas predominaba en los túneles de Rumi Punco. Pero fueron extinguidos durante la aparición de una peste de rabia que se la endilgaron a estos mamíferos quirópteros, que no eran los causantes. Recientemente volvieron a aparecer, pero en menor número.

Espantos.- Aunque para los lugareños los túneles son una reliquia histórica y la comuna hizo desmalezar y limpiar el lugar, no están exentos de mitos y leyendas. Como murieron 50 obreros durante su construcción, muchos dicen que espantan en sus oscuros antros. Otros hablan de ruidos raros.

Constructor.- Eduardo Núñez está al frente de los trabajos de construcción de la nueva toma y red de agua potable, que nace en el dique ubicado al final del segundo túnel. La red llega hasta el segundo dique y desde allí se enviará a la planta potabilizadora y luego a la red de la jurisdicción de Rumi Punco.

Presagio y anhelo.- Cuando se iban a habilitar los diques niveladores de los túneles de Rumi Punco una crecida destruyó las tomas y partes de las graderías del murallón. Eso fue antes de 1952 cuando después se abandonó la construcción del ramal Superí-La Cocha. Hoy el delegado Rodríguez quiere explotar ambos túneles como atracción turística.

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