14 Julio 2013
PROYECCIÓN DE EEUU. En el caso del trigo, la campaña 2013-3014 de la Argentina se sitúa estable para la USDA en torno a los 13 millones de toneladas. REUTERS (ARCHIVO)
Recientemente, ha cobrado notoriedad la escasez de trigo debido a su impacto sobre el precio y disponibilidad de la harina y sus derivados. En ello han influido varios factores, entre los que se destacan que en el ciclo 2012-2013 se sembraron menos hectáreas del cereal, lo que combinado con una disminución en el rendimiento, implicó una caída en la producción aún mayor a la caída en la superficie sembrada.
El trigo registra 3,2 millones de hectáreas sembradas, lo que implica una importante caída interanual de 31,7% respecto a la campaña anterior. La reducción en el área sembrada destinada al trigo es una realidad que se viene evidenciando desde varias campañas pasadas, en el que se van sustituyendo campos destinados originalmente al trigo a otros cultivos, principalmente soja. Este hecho se explica por las restricciones a la exportación de este grano existentes en la actualidad, lo que se reduce los incentivos a la producción de ese cereal y la consecuente sustitución de siembra de otros cultivos que no enfrentan esta restricción. La pérdida de superficie sembrada se evidencia desde hace décadas: en los 80, el trigo representaba el 35% de la superficie sembrada, cayó al 29% en los 90, al 21% en la década de 2000, y representando en la actualidad el 9,8% de la superficie sembrada.
Respecto a los rendimientos finalmente obtenidos, estos distaron de las expectativas iniciales debido a problemas sanitarios, excesos hídricos en agosto, varios golpes de calor durante noviembre (época de llenado de granos), granizo y fuerte vientos durante la cosecha.
Las estimaciones de producción agrícola nacional para la campaña 2012-13 reflejan un incremento en la cosecha respecto del ciclo anterior, que se caracterizó por un bajo rendimiento de los cultivos. Según el informe del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación correspondiente a junio, se proyecta una producción agrícola en Argentina que superaría los 98,96 millones de toneladas de los principales granos, 10,8 millones más que en 2011-12 (12%), pero un 1,4% inferior al récord evidenciado en 2010-11.
La cosecha de soja se estima en 50,2 millones de toneladas, cifra que representa un incremento del 25% respecto al bajo ciclo anterior (de 40,1 millones) y se ubica como la segunda campaña más importante de esta oleaginosa a nivel nacional, después de los 52,68 millones de 2009-10. Por su parte, el maíz de la Argentina podría alcanzar un nivel récord en la campaña 2012-13, lo que permitiría compensar parcialmente la caída en la oferta mundial de granos que provocó la fuerte sequía del año pasado. Su producción alcanzaría los 26,1 millones de toneladas, un 23% mayor al cosechado el ciclo pasado.
El trigo registró una disminución relevante en su producción al caer 38% respecto del ciclo 2011-12, con una cosecha de sólo nueve millones de toneladas. La merma en la producción es mayor a la baja en la superficie sembrada.
El trigo, representa el 50% de la molienda total de cereales a nivel nacional, y a su vez, ocupa el segundo lugar de importancia de molienda en el país, después de la soja. Los datos registrados al primer cuatrimestre de cada año muestran una baja interanual por segundo año consecutivo de la molienda de trigo. Tras un 2011 con niveles récord de molienda, en el periodo enero- abril de 2012 y 2013, se observa una evolución de la actividad menos favorable. A nivel país se observa una caída del 13% durante esta etapa del año, respecto del mismo período del año anterior, al superar las 1,76 millón de toneladas. Estos valores son inferiores a los alcanzados en el mismo período de 2008- 2012.
Un factor que influye en los niveles de molienda de trigo, es la caída en la superficie de siembra destinada a este cereal, que implica un menor nivel de producción. No obstante, se observa que la evolución de la industrialización triguera muestra un comportamiento más estable en la actividad de molienda a lo largo de los últimos años. Esto tiene que ver con que durante los años de baja producción casi la totalidad de la cosecha se destina a la industrialización para consumo interno.
En cambio, en las campañas de mayor producción se retorna a niveles de un 40% de la cosecha destinada a molienda, sin problemas para abastecer a aquella demanda.
El trigo registra 3,2 millones de hectáreas sembradas, lo que implica una importante caída interanual de 31,7% respecto a la campaña anterior. La reducción en el área sembrada destinada al trigo es una realidad que se viene evidenciando desde varias campañas pasadas, en el que se van sustituyendo campos destinados originalmente al trigo a otros cultivos, principalmente soja. Este hecho se explica por las restricciones a la exportación de este grano existentes en la actualidad, lo que se reduce los incentivos a la producción de ese cereal y la consecuente sustitución de siembra de otros cultivos que no enfrentan esta restricción. La pérdida de superficie sembrada se evidencia desde hace décadas: en los 80, el trigo representaba el 35% de la superficie sembrada, cayó al 29% en los 90, al 21% en la década de 2000, y representando en la actualidad el 9,8% de la superficie sembrada.
Respecto a los rendimientos finalmente obtenidos, estos distaron de las expectativas iniciales debido a problemas sanitarios, excesos hídricos en agosto, varios golpes de calor durante noviembre (época de llenado de granos), granizo y fuerte vientos durante la cosecha.
Las estimaciones de producción agrícola nacional para la campaña 2012-13 reflejan un incremento en la cosecha respecto del ciclo anterior, que se caracterizó por un bajo rendimiento de los cultivos. Según el informe del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación correspondiente a junio, se proyecta una producción agrícola en Argentina que superaría los 98,96 millones de toneladas de los principales granos, 10,8 millones más que en 2011-12 (12%), pero un 1,4% inferior al récord evidenciado en 2010-11.
La cosecha de soja se estima en 50,2 millones de toneladas, cifra que representa un incremento del 25% respecto al bajo ciclo anterior (de 40,1 millones) y se ubica como la segunda campaña más importante de esta oleaginosa a nivel nacional, después de los 52,68 millones de 2009-10. Por su parte, el maíz de la Argentina podría alcanzar un nivel récord en la campaña 2012-13, lo que permitiría compensar parcialmente la caída en la oferta mundial de granos que provocó la fuerte sequía del año pasado. Su producción alcanzaría los 26,1 millones de toneladas, un 23% mayor al cosechado el ciclo pasado.
El trigo registró una disminución relevante en su producción al caer 38% respecto del ciclo 2011-12, con una cosecha de sólo nueve millones de toneladas. La merma en la producción es mayor a la baja en la superficie sembrada.
El trigo, representa el 50% de la molienda total de cereales a nivel nacional, y a su vez, ocupa el segundo lugar de importancia de molienda en el país, después de la soja. Los datos registrados al primer cuatrimestre de cada año muestran una baja interanual por segundo año consecutivo de la molienda de trigo. Tras un 2011 con niveles récord de molienda, en el periodo enero- abril de 2012 y 2013, se observa una evolución de la actividad menos favorable. A nivel país se observa una caída del 13% durante esta etapa del año, respecto del mismo período del año anterior, al superar las 1,76 millón de toneladas. Estos valores son inferiores a los alcanzados en el mismo período de 2008- 2012.
Un factor que influye en los niveles de molienda de trigo, es la caída en la superficie de siembra destinada a este cereal, que implica un menor nivel de producción. No obstante, se observa que la evolución de la industrialización triguera muestra un comportamiento más estable en la actividad de molienda a lo largo de los últimos años. Esto tiene que ver con que durante los años de baja producción casi la totalidad de la cosecha se destina a la industrialización para consumo interno.
En cambio, en las campañas de mayor producción se retorna a niveles de un 40% de la cosecha destinada a molienda, sin problemas para abastecer a aquella demanda.
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