28 Julio 2013
Una pantalla gigante transportó a cientos de tucumanos a los pies de Francisco
Unos 800 creyentes se congregaron anoche en la plaza Independencia para ver al Papa. También se comunicaron con un comprovinciano en Río.Los asistentes se confesaron muy emocionados con la actitud, los discursos y el carisma de Bergoglio. "Es el Papa de los excluidos", concluyó una mujer.
ATENTOS. El grupo escuchó al Papa desde cientos de sillas que se dispusieron en la vereda este de la plaza.
El cartel era colorido, como coloridas fueron todas las referencias a Brasil que se vieron esta semana. "Conexión con Río", decía, y detrás de él se iban reuniendo, en la medida que el sol caía tras el horizonte tucumano, centenares de creyentes, algunos con afiches entre sus manos, otros con rosarios enredándoseles en los dedos. Todos con anchas sonrisas en sus bocas. La vereda este de la plaza Independencia fue el punto de encuentro: allí, entre globos y banderines blancos y amarillos, estaba dispuesta la pantalla gigante que posibilitaría la comunicación con la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Brasil.
La idea del evento, organizado por la Pastoral Universitaria y Terciaria de la Arquidiócesis de Tucumán, era ver en vivo el discurso del Papa, pero también saludar y charlar con algunos de los tucumanos que asistieron a las JMJ. Eso se logró a las 18.30 cuando -vía Skype- Eduardo Zavalía saludó a Tucumán y contó que se encontraba en Copacabana, a 300 metros del altar desde el que el papa Francisco hablaría dos horas más tarde. "¡El lugar está muy lleno!", alcanzó a decir, ante la mirada embelesada de los comprovincianos convocados en el microcentro.
Más allá de la conexión satelital, el clima que se vivió anoche en la plaza -a la que asistieron unas 800 personas- fue de profunda emoción y total alegría. Arengados por el padre Marcelo Barrionuevo, la multitud entonó varios cánticos religiosos, que acompañó con suaves movimientos de brazos. "¡Vamos, que se sienta la fe! ¡Arriba las palmas!", animaban los organizadores. "¡Se siente, se siente, Francisco está presente!", aplaudía Barrionuevo, que luego subió al escenario para dedicarles unas palabras a los presentes. "Es muy bonito ver esta cantidad de gente. Es un signo de lo que Francisco pidió en estos días: que salgamos a la calle, que no licuemos la fe, que hagamos lío en un buen sentido. Argentina necesita honrar con su vida la altura del Papa que le ha dado al mundo", proclamó, con un compilado de fotos del Pontífice como fondo.
Emoción y esperanza
La mayoría de los que asistieron al encuentro eran jóvenes, pero también había familias completas, adultos mayores y grupos de amigos de todas las edades. Todos los consultados por LA GACETA coincidían en un mismo sentimiento: los gestos y las palabras que el Papa tuvo en los últimos días los llenaron de emoción y esperanza. "Su actitud, su carisma y su forma de decir las cosas hacen que los jóvenes nos acerquemos más a la Iglesia y estemos más unidos entre nosotros", opinó Guadalupe Mendoza, de 21 años, una de las jóvenes que repartían café y mate entre los asistentes. "Me gustó especialmente que pidiera que los adolescentes se movieran, que no se dejen atropellar. Y también es muy emocionante que sea argentino. Indudablemente eso impactó en nuestra sociedad, hay mucha gente entusiasmada", agregaron Romina Cabrera Bullón (19) y Josefina Borda (21).
Las hermanas Marta e Ivana Páez comentaron que no pudieron viajar a Brasil por sus obligaciones laborales, aunque concluyeron que los jóvenes sentían la necesidad de un encuentro de esta magnitud. "Lo que Cristo propone es muy diferente de lo que está pasando en muchos sectores de la juventud. Por eso impactaron tanto las palabras de Francisco: más que de los chicos, este es el Papa de los excluidos".
La idea del evento, organizado por la Pastoral Universitaria y Terciaria de la Arquidiócesis de Tucumán, era ver en vivo el discurso del Papa, pero también saludar y charlar con algunos de los tucumanos que asistieron a las JMJ. Eso se logró a las 18.30 cuando -vía Skype- Eduardo Zavalía saludó a Tucumán y contó que se encontraba en Copacabana, a 300 metros del altar desde el que el papa Francisco hablaría dos horas más tarde. "¡El lugar está muy lleno!", alcanzó a decir, ante la mirada embelesada de los comprovincianos convocados en el microcentro.
Más allá de la conexión satelital, el clima que se vivió anoche en la plaza -a la que asistieron unas 800 personas- fue de profunda emoción y total alegría. Arengados por el padre Marcelo Barrionuevo, la multitud entonó varios cánticos religiosos, que acompañó con suaves movimientos de brazos. "¡Vamos, que se sienta la fe! ¡Arriba las palmas!", animaban los organizadores. "¡Se siente, se siente, Francisco está presente!", aplaudía Barrionuevo, que luego subió al escenario para dedicarles unas palabras a los presentes. "Es muy bonito ver esta cantidad de gente. Es un signo de lo que Francisco pidió en estos días: que salgamos a la calle, que no licuemos la fe, que hagamos lío en un buen sentido. Argentina necesita honrar con su vida la altura del Papa que le ha dado al mundo", proclamó, con un compilado de fotos del Pontífice como fondo.
Emoción y esperanza
La mayoría de los que asistieron al encuentro eran jóvenes, pero también había familias completas, adultos mayores y grupos de amigos de todas las edades. Todos los consultados por LA GACETA coincidían en un mismo sentimiento: los gestos y las palabras que el Papa tuvo en los últimos días los llenaron de emoción y esperanza. "Su actitud, su carisma y su forma de decir las cosas hacen que los jóvenes nos acerquemos más a la Iglesia y estemos más unidos entre nosotros", opinó Guadalupe Mendoza, de 21 años, una de las jóvenes que repartían café y mate entre los asistentes. "Me gustó especialmente que pidiera que los adolescentes se movieran, que no se dejen atropellar. Y también es muy emocionante que sea argentino. Indudablemente eso impactó en nuestra sociedad, hay mucha gente entusiasmada", agregaron Romina Cabrera Bullón (19) y Josefina Borda (21).
Las hermanas Marta e Ivana Páez comentaron que no pudieron viajar a Brasil por sus obligaciones laborales, aunque concluyeron que los jóvenes sentían la necesidad de un encuentro de esta magnitud. "Lo que Cristo propone es muy diferente de lo que está pasando en muchos sectores de la juventud. Por eso impactaron tanto las palabras de Francisco: más que de los chicos, este es el Papa de los excluidos".