29 Julio 2013
COPACABANA. Un grupo de tucumanos espera la llegada del Papa. FACEBOOK / GONZALO VADELL
Si hay una imagen que no se le borrará nunca de la cabeza a Felicitas De Zavalía es la vigilia de la misa de ayer: unos 3 millones de jóvenes desparramados por la playa de Copacabana, que tiene unos 4 kilómetros de largo y unos 300 de ancho, esperando la misa del domingo. Estaban abrazados, riéndose, cantando, cada uno en su idioma pero entendiéndose. "La imagen fue como si no existieran en el mundo límites ni conflictos. Esto demuestra que la religión no desune. Acá, en Brasil, fue motivo de unión de millones de personas", dijo la abogada tucumana, de 24 años, sobre la impresión que le dejó la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Río de Janeiro.
De Zavalía viajó en uno de los cinco colectivos repletos que salieron de Tucumán, en los que estaban el grupo Apóstoles de Lourdes, Misioneros de Lourdes, seminaristas, sacerdotes, y estudiantes de los colegios Los Cerros y Santa Rosa. En la Jornada también se encontraron con integrantes de la Parroquia de Yerba Buena, comandados por el padre Andrés Astorga y el padre Jorge Blunda. Se estima que unos 1.200 tucumanos participaron de las JMJ en Río de Janeiro.
Otro de los viajeros fue Eduardo De Zavalía, que destacó que el mensaje más claro que Francisco dejó a los jóvenes fue el de no dejarse excluir. "Les recomendó que escuchen a los viejos, que ellos tienen valores y son el reservorio de la humanidad. Que se unan y no sean excluidos. Por último dijo una frase interesante: no balconeen la vida; sean sus protagonistas", comentó el tucumano. También remarcó que la misa de ayer fue impresionante, emotiva, evangelizadora y ha calado hondo en todos los jóvenes. "Ellos están decididos a salir a evangelizar al mundo. Como dijo el Papa: a no quedarse en la diócesis, sino a salir a buscar... no esperar a que vengan", comentó el tucumano Eduardo De Zavalía. Describió que la despedida de ayer estuvo muy organizada, pero a la vez fue extraordinaria: "imagínense desconcentrar 3 millones de personas. Fue como un hormigueo. Nunca vi tanta gente en mi vida". Luz María Miguez, de 20 años, se despidió de Brasil con la idea de una Iglesia de unidad, universal. "Encontrarme con tantos jóvenes de todo el mundo compartiendo la fe y vivirla juntos, fue increíble. Estar presente en la misa del Papa fue especial para mi. A Francisco lo vemos tan lejano y hoy estaba cerca...esto no se vive muchas veces", reflexionó la estudiante de Psicología.
Tanto Luz María como Felicitas destacaron la calidez con la que las alojaron las familias de Río de Janeiro. "Nos trataron como unas hijas más -agregaron las jóvenes- y no lo esperábamos. Todo fue una hermosa experiencia que no olvidaremos".
De Zavalía viajó en uno de los cinco colectivos repletos que salieron de Tucumán, en los que estaban el grupo Apóstoles de Lourdes, Misioneros de Lourdes, seminaristas, sacerdotes, y estudiantes de los colegios Los Cerros y Santa Rosa. En la Jornada también se encontraron con integrantes de la Parroquia de Yerba Buena, comandados por el padre Andrés Astorga y el padre Jorge Blunda. Se estima que unos 1.200 tucumanos participaron de las JMJ en Río de Janeiro.
Otro de los viajeros fue Eduardo De Zavalía, que destacó que el mensaje más claro que Francisco dejó a los jóvenes fue el de no dejarse excluir. "Les recomendó que escuchen a los viejos, que ellos tienen valores y son el reservorio de la humanidad. Que se unan y no sean excluidos. Por último dijo una frase interesante: no balconeen la vida; sean sus protagonistas", comentó el tucumano. También remarcó que la misa de ayer fue impresionante, emotiva, evangelizadora y ha calado hondo en todos los jóvenes. "Ellos están decididos a salir a evangelizar al mundo. Como dijo el Papa: a no quedarse en la diócesis, sino a salir a buscar... no esperar a que vengan", comentó el tucumano Eduardo De Zavalía. Describió que la despedida de ayer estuvo muy organizada, pero a la vez fue extraordinaria: "imagínense desconcentrar 3 millones de personas. Fue como un hormigueo. Nunca vi tanta gente en mi vida". Luz María Miguez, de 20 años, se despidió de Brasil con la idea de una Iglesia de unidad, universal. "Encontrarme con tantos jóvenes de todo el mundo compartiendo la fe y vivirla juntos, fue increíble. Estar presente en la misa del Papa fue especial para mi. A Francisco lo vemos tan lejano y hoy estaba cerca...esto no se vive muchas veces", reflexionó la estudiante de Psicología.
Tanto Luz María como Felicitas destacaron la calidez con la que las alojaron las familias de Río de Janeiro. "Nos trataron como unas hijas más -agregaron las jóvenes- y no lo esperábamos. Todo fue una hermosa experiencia que no olvidaremos".