20 Agosto 2013
Aún en viaje, el rey del Abierto de Misiones se conecta con LG Deportiva. Está cansado César Costilla pero pese a eso ríe desde el micro con apodo de lechero. Para en todos lados el bus.
"Sapo", ansioso, intenta pisar el acelerador para llegar a Tucumán. Su familia lo espera, sus amigos también, mientras preparan el fuego previo al asado que deberá pagar por consagrarse una vez más en el golf profesional argentino.
Costilla es de esos tipos al que la suerte y la cabeza alguna vez lo traicionaron. Logró lo que muchos quizás no consigan en toda su carrera, aunque para él, sus títulos y conquistas saben a gusto a poco. Ganó el Abierto de la República, el Abierto del Centro, dos veces en Misiones; también lo hizo por el extinto Tour de Las Américas (Colombia), sin embargo, cuando la competencia cambia a estatus de PGA internacional, la concentración de César Agustín se desvía. Y empieza a dudar de él mismo.
"No sé qué me pasa, entro como frenado a la cancha, no puedo soltarme", explica quien junto a Andrés Romero casi que iniciaron juntos su vida en el campo rentado. Costilla guarda en su bolso motivos de festejo, pero ello no le permite desviarse de lo que pasará en octubre próximo cuando reinicie el calendario del PGA Latinoamérica, en Puerto Rico.
"Sapo" camina con una piedra en el zapato. No poder encender su llama en un circuito que, de mejorar y entrar entre los cincos primeros de la Orden de Mérito (marcha 88º), le podría dar el pase al Web.com Tour, la antesala del PGA Tour, donde Tiger Woods, Ángel Cabrera y el propio "Pigu" son miembros y protagonistas, lo altera. "Con mi manager estamos buscando un psicólogo", reconoce "Sapo", consciente de lo que debe hacer: "lo mismo que hice en Misiones y que hago siempre. Debo jugar al golf suelto, sin presiones. Vos sabés cómo es esto", busca complicidad y entendimiento en su respuesta el tucumano. La tiene, porque se sabe lo complicado que puede ser sobresalir en un evento de primer nivel.
En la licuadora que procesa sus pensamientos, Costilla intenta decantar lo malo. En esta temporada en el PGA pasó cuatro cortes de seis posibles, aunque en todos los eventos terminó lejos. Su prioridad es al menos salvar la tarjeta para la temporada entrante, y para ello también está obligado a dar el salto de calidad. Solo los 60 mejores del ranking conservan su lugar en la grilla 2014.
"Mientras esté en Tucumán voy a descansar poco y trabajar mucho. Seguiré haciendo gimnasia y jugando al golf. Tengo dos tornemos más antes de volver al PGA y quiero estar afilado y ligth, je", bromea como de costumbre el morocho, y le apunta al Abierto del Oeste (Mendoza) y al de Profesionales (Buenos Aires), a jugarse a mediados del mes que viene, y donde él será uno de los grandes favoritos.
"Sapo", ansioso, intenta pisar el acelerador para llegar a Tucumán. Su familia lo espera, sus amigos también, mientras preparan el fuego previo al asado que deberá pagar por consagrarse una vez más en el golf profesional argentino.
Costilla es de esos tipos al que la suerte y la cabeza alguna vez lo traicionaron. Logró lo que muchos quizás no consigan en toda su carrera, aunque para él, sus títulos y conquistas saben a gusto a poco. Ganó el Abierto de la República, el Abierto del Centro, dos veces en Misiones; también lo hizo por el extinto Tour de Las Américas (Colombia), sin embargo, cuando la competencia cambia a estatus de PGA internacional, la concentración de César Agustín se desvía. Y empieza a dudar de él mismo.
"No sé qué me pasa, entro como frenado a la cancha, no puedo soltarme", explica quien junto a Andrés Romero casi que iniciaron juntos su vida en el campo rentado. Costilla guarda en su bolso motivos de festejo, pero ello no le permite desviarse de lo que pasará en octubre próximo cuando reinicie el calendario del PGA Latinoamérica, en Puerto Rico.
"Sapo" camina con una piedra en el zapato. No poder encender su llama en un circuito que, de mejorar y entrar entre los cincos primeros de la Orden de Mérito (marcha 88º), le podría dar el pase al Web.com Tour, la antesala del PGA Tour, donde Tiger Woods, Ángel Cabrera y el propio "Pigu" son miembros y protagonistas, lo altera. "Con mi manager estamos buscando un psicólogo", reconoce "Sapo", consciente de lo que debe hacer: "lo mismo que hice en Misiones y que hago siempre. Debo jugar al golf suelto, sin presiones. Vos sabés cómo es esto", busca complicidad y entendimiento en su respuesta el tucumano. La tiene, porque se sabe lo complicado que puede ser sobresalir en un evento de primer nivel.
En la licuadora que procesa sus pensamientos, Costilla intenta decantar lo malo. En esta temporada en el PGA pasó cuatro cortes de seis posibles, aunque en todos los eventos terminó lejos. Su prioridad es al menos salvar la tarjeta para la temporada entrante, y para ello también está obligado a dar el salto de calidad. Solo los 60 mejores del ranking conservan su lugar en la grilla 2014.
"Mientras esté en Tucumán voy a descansar poco y trabajar mucho. Seguiré haciendo gimnasia y jugando al golf. Tengo dos tornemos más antes de volver al PGA y quiero estar afilado y ligth, je", bromea como de costumbre el morocho, y le apunta al Abierto del Oeste (Mendoza) y al de Profesionales (Buenos Aires), a jugarse a mediados del mes que viene, y donde él será uno de los grandes favoritos.