05 Septiembre 2013
SAN PETERSBURGO.- ¿Emprenderán Estados Unidos y sus aliados una nueva guerra en Siria? La pregunta que tiene en vilo al mundo marcará la cumbre del G20 (reúne a los 20 países más industrializados y a los emergentes) que hoy y mañana reúne en San Petersburgo a los principales líderes del mundo, incluyendo al estadounidense Barack Obama, impulsor de la intervención, y al presidente ruso Vladimir Putin, su principal detractor.
Cuando se encuentren en el imponente Palacio de Constantino, cada gesto se analizará al milímetro y servirá como termómetro de una relación bilateral que atraviesa su momento más tenso en años.
La situación de siria está ausente en la agenda oficial, cuyo espíritu es eminentemente económico: prevé debatir políticas para estimular el crecimiento y crear empleo, el desarrollo sostenible y equitativo, la lucha contra la evasión fiscal y el análisis del impacto de la desaceleración de las economías emergentes.
Pero la amenaza de un conflicto de consecuencias imprevisibles (el Vaticano alertó que tiene "todos los ingredientes para hacer estallar una guerra mundial") eclipsa el temario del primer encuentro en una misma mesa entre enemigos y aliados del régimen de Bashar Al Assad. "Se discutirán temas de política exterior, entre ellos sin duda Siria", avisó la canciller alemana, Ángela Merkel, quien ya anticipó que no participará en una ofensiva y pide una posición común en la ONU.
Pero Obama aprovechará la cumbre para buscar apoyos contra Al Assad y su régimen, al que acusa de haber pasado una "línea roja" con un ataque con armas químicas, que Washington no quiere dejar impune. Pero flaquea su respaldo internacional, luego de que el Parlamento británico frenó el impulso favorable del premier, David Cameron, y el francés François Hollande soporta una creciente presión para someter la misión al voto de su Asamblea Nacional, que ayer lo trató pero sin emitir una resolución vinculante.
Putin, principal aval internacional de Al Assad, aprovechará su condición de anfitrión y el escenario global del G20 para insistir en bloquear cualquier intervención en Siria. Moscú ya irritó a Washington al conceder asilo temporal al informante Edward Snowden, buscado por la Justicia estadounidense por revelar secretos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) sobre su programa de espionaje global.
Siria convertirá la octava cumbre del G20 en la más política desde que los jefes de Gobierno del grupo comenzaron a reunirse en noviembre de 2008 en Washington, tras el estallido de la crisis económica internacional, que contagió a todo el mundo.
Cuando se encuentren en el imponente Palacio de Constantino, cada gesto se analizará al milímetro y servirá como termómetro de una relación bilateral que atraviesa su momento más tenso en años.
La situación de siria está ausente en la agenda oficial, cuyo espíritu es eminentemente económico: prevé debatir políticas para estimular el crecimiento y crear empleo, el desarrollo sostenible y equitativo, la lucha contra la evasión fiscal y el análisis del impacto de la desaceleración de las economías emergentes.
Pero la amenaza de un conflicto de consecuencias imprevisibles (el Vaticano alertó que tiene "todos los ingredientes para hacer estallar una guerra mundial") eclipsa el temario del primer encuentro en una misma mesa entre enemigos y aliados del régimen de Bashar Al Assad. "Se discutirán temas de política exterior, entre ellos sin duda Siria", avisó la canciller alemana, Ángela Merkel, quien ya anticipó que no participará en una ofensiva y pide una posición común en la ONU.
Pero Obama aprovechará la cumbre para buscar apoyos contra Al Assad y su régimen, al que acusa de haber pasado una "línea roja" con un ataque con armas químicas, que Washington no quiere dejar impune. Pero flaquea su respaldo internacional, luego de que el Parlamento británico frenó el impulso favorable del premier, David Cameron, y el francés François Hollande soporta una creciente presión para someter la misión al voto de su Asamblea Nacional, que ayer lo trató pero sin emitir una resolución vinculante.
Putin, principal aval internacional de Al Assad, aprovechará su condición de anfitrión y el escenario global del G20 para insistir en bloquear cualquier intervención en Siria. Moscú ya irritó a Washington al conceder asilo temporal al informante Edward Snowden, buscado por la Justicia estadounidense por revelar secretos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) sobre su programa de espionaje global.
Siria convertirá la octava cumbre del G20 en la más política desde que los jefes de Gobierno del grupo comenzaron a reunirse en noviembre de 2008 en Washington, tras el estallido de la crisis económica internacional, que contagió a todo el mundo.
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