El fuego arrasó con las casas, los animales y las plantaciones de seis familias en El Naranjito

En La Tala, los pobladores no tuvieron tiempo de salvar nada. Algunos ni siquiera llegaron a desatar sus chanchos y caballos. El lunes a las 14, un fuerte vendaval avivó el incendio de un cañaveral y las llamas no tardaron en alcanzar las casas. Anoche, las llamas en la base del cerro San Javier causaron pánico en un country de Yerba Buena.

QUEDARON CENIZAS. La vivienda de Alejandro Rojas Cruz quedó totalmente incinerada. Ni siquiera pudieron salvar los escasos muebles de la familia.  QUEDARON CENIZAS. La vivienda de Alejandro Rojas Cruz quedó totalmente incinerada. Ni siquiera pudieron salvar los escasos muebles de la familia.
11 Septiembre 2013
Quedó sin nada y en medio de la nada. A sus 73 años, Alejandro Rojas Cruz se encuentra con la difícil tarea de empezar de cero. El lunes a la siesta, el fuego arrasó con su rancho y no dejó más que cenizas. Sin embargo, el de Alejandro no es un caso aislado. Son seis las familias de La Tala, comuna de El Naranjito, las que quedaron en la misma situación.

Desde la noche del lunes, Alejandro duerme en la escuela del pueblo junto a las demás personas evacuadas. Gente de la comuna y de la Iglesia les acercó colchones y alimentos. Nadie sabe cuándo podrá regresar a su casa porque las llamas se llevaron todo.

Como es gente de campo, vive de la siembra y la cría de animales. Pero el fuego destruyó todo. En el terreno donde antes había un rancho de material que Alejandro había levantado con sus propias manos, sólo quedaron manchas negras. Ni una pared sigue en pie.

"Había mucho viento y no tuve tiempo de salvar nada. Quería sacar alguna de mis cosas pero no alcancé a agarrar ni una bicicleta que tenía a mano", lamenta Alejandro, desesperanzado.

El hombre tenía pocos segundos para salir con su familia y escapar de las llamas. Mientras su esposa, su hija y sus dos nietos corrían, él no dudó en regresar para desatar a sus animales y darles la oportunidad de que también pudieran huir. "Sé que algunos de mis caballos están en la casa de mi hijo, pero de las gallinas con pollos chiquitos no ha quedado ni una", relata.

La gente comenta que otras familias no tuvieron tiempo de soltar a los chanchos, los caballos y las aves de corral. El fuego arrasó con ellos.

Un techo
"Lo que más necesitamos es un techo para él, que se ha quedado sin nada. La gente le ayuda con cosas pero no tiene dónde ponerlas", implora Víctor Lizárraga, el yerno de Alejandro. Con él está su esposa, Graciela Rojas. "Antes mi papá tenía un solo ranchito de paja, recién cuando le ha salido la jubilación ha podido construir", cuenta la mujer.

Según el relato de Graciela, Alejandro comenzó a cobrar la jubilación en 2005. Ese ingreso mensual le había cambiado la vida. Por primera vez pudo comprar una cama, una heladera y un televisor. Pero ahora no tiene nada.

"Hoy la tenía que llevar a mi esposa al médico porque hace poco la operaron del hígado", recuerda Alejandro, y remarca que no sabe cómo realizará ciertos trámites debido a que perdieron la documentación de todos.

El hombre se para sobre lo que fue su casa con las manos apoyadas en la cintura. Mira a su alrededor con los ojos tristes y cansados. Se nota que le cuesta hablar, que prefiere no recordar ese momento en que no tenía a quién pedirle auxilio, aunque su necesidad de suplicar ayuda es más fuerte. "El delegado (Ángel Ocaranza) me prometió que mañana (por hoy) me va a traer materiales para que pueda levantar mi casa y que me va a poner agua", dice para romper la tensión. Las personas que lo escuchan ruegan en silencio que eso suceda.

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