Santaolalla: "tengo un apetito voraz por la vida"

El cantautor dice que lo único que le importa es el disfrute. "No pongo límites", confiesa. Video.

UN ARTISTA OPTIMISTA. Santaolalla, ayer en el teatro San Martín.  LA GACETA / FOTO DE INéS QUINTEROS ORIO UN ARTISTA OPTIMISTA. Santaolalla, ayer en el teatro San Martín. LA GACETA / FOTO DE INéS QUINTEROS ORIO
15 Septiembre 2013

Dejar -con gusto- la vida en la vidala, el rock, el tango electrónico, o en la producción de un álbum para Divididos o la banda de sonido para una película (por ejemplo, "Babel"). Gustavo Santaolalla (El Palomar, Buenos Aires, 1951) reivindica ese modus vivendi, y lo pone en escena en el Encuentro de Canto Colectivo "Leda Valladares, La Copla Viva" (en El Cadillal) y en una entrevista-recital en el teatro San Martín (ayer).

Se deja todo también durante este diálogo con LA GACETA, el viernes en la cafetería de un hotel (pide té negro y se hace cargo de la cuenta). El creador Santaolalla cree que le va bien porque siempre hizo lo que le apeteció (el dinero llegó por añadidura). Argentino del mundo con domicilio en Los Ángeles (California, EE.UU.), impone el tuteo, cierra cada idea con la muletilla rioplatense "¿viste?" y opina que la fama aumenta la responsabilidad.

- Volvés a Tucumán después de 30 años para cantar coplas...

- Leda Valladares me enseñó a querer las bagualas y vidalas. Es una música visceral, que saca las tripas afuera. Los chicos (que asistieron al Encuentro de Canto Colectivo) no sabían quién era Leda ni quién soy yo… Me parece que esta actividad despertó el interés por ambos.

- ¿Y quién sos?

- Yo soy yo. ¿Y vos?

- El que importa aquí sos vos, que das mucho trabajo para las presentaciones. Hacés tango, rock, música instrumental; sos productor; ganaste dos premios Oscar... ¡Un todólogo y, además, un ecléctico total!

- Para mí también es difícil definirme y no lo pretendo hacer. Hago según mis ganas. No pongo límites. Me gusta aventurarme a casi todo.

- ¿Dentro de ese universo infinito hay alguna preferencia?

- Tengo un apetito voraz por la vida. Soy muy creativo y trato de aplicar esa creatividad a la mayor cantidad posible de cosas. Mis intereses son numerosos: me gustan la gente, la diversidad, la naturaleza y la tecnología. Disfruto y eso incluye que los demás también estén bien e, incluso, mejor que yo: es lo único que me importa.

-¿ Tu tema "Mañana campestre" (1971) es un himno hippie?

- No lo sé porque nunca fui realmente un hippie, ¿viste? Vengo de una escuela de mucha exigencia. Y, cuando me fui a vivir en comunidad con (la banda de rock) Arco Iris, planteamos una búsqueda musical y espiritual intensamente disciplinada. Nunca incorporé muchos de los gestos asociados con el hippismo, aunque sí hay cosas de esa época de la humanidad que definieron mi personalidad. Hablo de las décadas de 1960 y 1970, donde coexistieron Ernesto "Che" Guevara con Los Beatles, el acceso a las filosofías orientales, la experimentación con sustancias… Pero con Arco Iris llevábamos una vida casi monástica: entre los 18 y los 24 años fui vegetariano, no tomé alcohol ni drogas, y practiqué el celibato. Eso pasó en la época de oro de la banda, cuando teníamos un montón de chicas cerca...

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- ¿Qué ocurrió después?

- ¡Recuperé el tiempo perdido y lo sigo recuperando! Siempre sentí curiosidad por lo que trasciende el tiempo y la materia. Tuve una etapa de católico convencido y quise ser cura. Luego entré en crisis y me alejé de la Iglesia, pero seguí en una búsqueda espiritual y busco hasta hoy.

- ¿Qué se siente pasar de Hollywood a El Cadillal?

- No me considero parte del mundo de Hollywood. Vivo en Los Ángeles, pero mi trabajo en el cine no está precisamente dentro del código que define al promedio de la industria cinematográfica. Me gusta transitar por los bordes, ¿viste? Y cuanto más filosos... mejor.

- ¿Cómo se lleva esa personalidad tuya con Estados Unidos?

- Hay cosas de ese país que son positivas y otras que son horribles, sobre todo en materia de política internacional. Ocurre que para mí ha sido estratégico radicarme ahí. Es como vivir en la Roma del Imperio Romano. Pero paso bastante tiempo en Argentina y viajo por el mundo casi siete meses al año.

- En 1960 y 1970 hubo una explosión cultural. ¿Qué pasa hoy?

- Es un momento interesantísimo, donde se da simultáneamente la posibilidad de construir y de destruir todo. Esta civilización tiene un presente difícil, pero, también, hay más conciencia de la necesidad de preservar la naturaleza, celebrar la diversidad y de entender que la violencia no es una solución.

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- ¿Y qué ocurre en Argentina?

- Es un gran presente para la juventud. Me parece alucinante que haya tanto interés en la política. Soy de la generación que vivió la guerra de los viejos contra los jóvenes, del orden establecido contra la renovación. Durante mucho tiempo hubo una especie de gerontocracia y me parece que eso ha cambiado.

- ¿Te asusta que muchos tucumanos no conozcan a Leda Valladares?

- No me asusta ni me preocupa, me ocupa. Espero que el homenaje que hicimos este viernes dispare una reacción.

- Sos un todólogo optimista.

- Por supuesto. Pase lo que pase, mañana saldrá el sol.

- ¡Pero aquí necesitamos que llueva!

- Lloverá pronto. Te lo juro.

MI SUEÑO PARA EL BICENTENARIO

A 1.029 DÍAS DEL 9 DE JULIO DE 2016

"Cuando pienso que mi madre está por cumplir 100 años y que el país tiene casi 200, me doy cuenta de que somos jóvenes y de que, por eso, vivimos como niños y adolescentes. Metemos la pata, cometemos exabruptos, pero también poseemos frescura y la posibilidad de hacer todo por delante".

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