Por Guillermo Monti
22 Noviembre 2013
Primera apreciación: esta segunda parte es mejor que la primera. A Gary Ross le tocó construir la historia y delinear los personajes exprimiendo la trilogía de libros escritos por Suzanne Collins. Francis Lawrence recibió el material en inmejorables condiciones para hacerlo crecer y lo tradujo en una película intensa, entretenida y bien narrada. "En llamas" funciona como una bisagra perfecta hacia el desenlace de la saga, que abarcará otros dos filmes (nuevamente con Lawrence al timón). Pero no nos adelantemos a los hechos.
Segunda apreciación: hay que creerle a Lee Daniels cuando dice que en Hollywood es casi imposible hacer cine para adultos. Daniels dirigió "El mayordomo", todavía no estrenada en Tucumán y firme candidata en la carrera por el Oscar. Los estudios tienen claro por dónde pasa el negocio y quedó a la vista en Tucumán. La sala dos del Atlas se llenó para la avant-premiere de "En llamas". Una multitud de adolescentes y jóvenes pagaron su entrada a la medianoche y salieron a las 2.30 tras una sucesión de suspiros ante cada beso, cuchicheos, risas varias y un aplauso final. Cuando Sam Claflin (Finnick Odair) apareció en pantalla una chica exclamó "¡es más lindo que en el libro!"
Las dos horas y media de "En llamas" están partidas al medio. El primer segmento nos sube al tren de la victoria, con Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), Peeta Mellark (Josh Hutcherson) y su mentor, Haymitch Abernathy (Woody Harrelson), tan borracho como escéptico y eficaz. La historia se va metiendo en el futuro distópico que pintó Collins en sus novelas, ese universo totalitario narcotizado por el sangriento reality show de Los Juegos del Hambre. Hay pinceladas políticas en cada aparición del presidente Snow (Donald Sutherland), decidido a aplastar cualquier atisbo de descontento, sobre todo cuando la inspiradora Katniss enciende la llamita de la esperanza.
Mientras tanto fluye el triángulo amoroso que involucra a Katniss, Peeta y Gale (Liam Hemsworth), pata romántica que edulcora y ralentiza el relato.
La segunda parte de la película es pura adrenalina, nuevamente en la arena, con la consigna de sobrevivir huyendo hacia adelante. O sea, matando. El caso es que está vez los participantes del juego son ganadores de ediciones anteriores. Nuevos personajes, un poco más complejos. Nuevos desafíos. Jennifer Lawrence empuña el arco y las fechas, mientras cuida de Peeta e intenta desentrañar en quién se puede confiar y en quién no.
El crecimiento de Katniss y compañía, los entretejidos de la trama, la tensión sostenida, son aciertos de Francis Lawrence. Hay mayor densidad en los diálogos, sin escapar a algunos lugares comunes y guiños al público que, a fin de cuentas, es el destinatario de los 140 millones de dólares que costó "En llamas". Ese público que llena cines, sufre con sus héroes y ya deshoja la margarita esperando que llegue 2014 y siga la función.
Segunda apreciación: hay que creerle a Lee Daniels cuando dice que en Hollywood es casi imposible hacer cine para adultos. Daniels dirigió "El mayordomo", todavía no estrenada en Tucumán y firme candidata en la carrera por el Oscar. Los estudios tienen claro por dónde pasa el negocio y quedó a la vista en Tucumán. La sala dos del Atlas se llenó para la avant-premiere de "En llamas". Una multitud de adolescentes y jóvenes pagaron su entrada a la medianoche y salieron a las 2.30 tras una sucesión de suspiros ante cada beso, cuchicheos, risas varias y un aplauso final. Cuando Sam Claflin (Finnick Odair) apareció en pantalla una chica exclamó "¡es más lindo que en el libro!"
Las dos horas y media de "En llamas" están partidas al medio. El primer segmento nos sube al tren de la victoria, con Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), Peeta Mellark (Josh Hutcherson) y su mentor, Haymitch Abernathy (Woody Harrelson), tan borracho como escéptico y eficaz. La historia se va metiendo en el futuro distópico que pintó Collins en sus novelas, ese universo totalitario narcotizado por el sangriento reality show de Los Juegos del Hambre. Hay pinceladas políticas en cada aparición del presidente Snow (Donald Sutherland), decidido a aplastar cualquier atisbo de descontento, sobre todo cuando la inspiradora Katniss enciende la llamita de la esperanza.
Mientras tanto fluye el triángulo amoroso que involucra a Katniss, Peeta y Gale (Liam Hemsworth), pata romántica que edulcora y ralentiza el relato.
La segunda parte de la película es pura adrenalina, nuevamente en la arena, con la consigna de sobrevivir huyendo hacia adelante. O sea, matando. El caso es que está vez los participantes del juego son ganadores de ediciones anteriores. Nuevos personajes, un poco más complejos. Nuevos desafíos. Jennifer Lawrence empuña el arco y las fechas, mientras cuida de Peeta e intenta desentrañar en quién se puede confiar y en quién no.
El crecimiento de Katniss y compañía, los entretejidos de la trama, la tensión sostenida, son aciertos de Francis Lawrence. Hay mayor densidad en los diálogos, sin escapar a algunos lugares comunes y guiños al público que, a fin de cuentas, es el destinatario de los 140 millones de dólares que costó "En llamas". Ese público que llena cines, sufre con sus héroes y ya deshoja la margarita esperando que llegue 2014 y siga la función.
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