Por Juan Pablo Durán
23 Noviembre 2013
Se adelantaron los tiempos y ya no hay retorno. El intendente de la capital, Domingo Amaya, puso ayer en marcha la primera etapa de su campaña política con vistas a la Gobernación de 2015.
El jefe municipal decidió salir de la crisálida que lo envolvió durante los últimos 10 años y deslizó que esta dispuesto a pelear por el poder del peronismo en la provincia. La mesa política con la que toma decisiones asegura que el lord mayor ya no es el mismo de antes. Afirman que ya tomó la decisión de salir del capullo alperovichista para comenzar a dar sus primeros aleteos, sobre la vereda opuesta por donde transita el mandamás de la provincia.
Sutilmente, Amaya pronostica que la pelea con el gobernador José Alperovich será larga y dura. Sabe que el titular del Poder Ejecutivo apostará a todo o nada para eliminarlo de la arena política a como de lugar, como hizo con ex el vicegobernador Fernando Juri, cuando este se atrevió a desafiarlo.
La llegada de Germán Alfaro a la sede de la Intendencia es todo mensaje: la batalla final se avecina y es necesario reforzar las huestes que pelearán cuerpo a cuerpo dentro de dos años. El amayismo le perdió el miedo a Alperovich.
El jefe municipal decidió salir de la crisálida que lo envolvió durante los últimos 10 años y deslizó que esta dispuesto a pelear por el poder del peronismo en la provincia. La mesa política con la que toma decisiones asegura que el lord mayor ya no es el mismo de antes. Afirman que ya tomó la decisión de salir del capullo alperovichista para comenzar a dar sus primeros aleteos, sobre la vereda opuesta por donde transita el mandamás de la provincia.
Sutilmente, Amaya pronostica que la pelea con el gobernador José Alperovich será larga y dura. Sabe que el titular del Poder Ejecutivo apostará a todo o nada para eliminarlo de la arena política a como de lugar, como hizo con ex el vicegobernador Fernando Juri, cuando este se atrevió a desafiarlo.
La llegada de Germán Alfaro a la sede de la Intendencia es todo mensaje: la batalla final se avecina y es necesario reforzar las huestes que pelearán cuerpo a cuerpo dentro de dos años. El amayismo le perdió el miedo a Alperovich.