05 Diciembre 2013
REUTERS
JOHANNESBURGO, Sudáfrica.- Su nombre es un símbolo de la lucha por la libertad y la igualdad racial. Y su legado plasmado en su cruzada contra el apartheid, que le costó 27 años de encarcelamiento, vivirá por siempre.
Nelson Mandela, el estadista y premio Nobel de la Paz, no es una luz que se apaga, sino una antorcha encendida que arde en el corazón de sus seguidores y de miles de personas en el mundo que enarbolan la bandera de la libertad.
“Yo no tenía una creencia específica, excepto que nuestra causa era justa, era muy fuerte y que estaba ganando cada vez más y más apoyo”, esta frase, emitida como parte de su discurso de despedida al dejar el cargo como presidente de Suráfrica en 1999, sin duda resume el ideal de un hombre que se entregó en cuerpo y alma para perseguir un ideal colectivo.
Su vida
Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, un poblado de 300 habitantes cerca de Umtata en el Transkei. Su lucha por los derechos de su pueblo comenzó temprano, cuando renunció a su derecho hereditario a ser jefe de una tribu xosa para convertirse en abogado. Persiguiendo ese sueño de instrucción, al culminar la secundaria se fue a estudiar al Colegio Universitario de Fort Hare donde obtuvo su título de Bachiller en Artes. Ahí fue elegido miembro del Consejo de
Representantes Estudiantiles y fue expulsado junto con un compañero, por participar en una huelga estudiantil. Se trasladó a Johannesburgo, donde en 1941 completó sus estudios de bachillerato por correspondencia en la Unisa. Luego estudió derecho en la Universidad de Witwatersrand, donde se graduó, en 1942, como abogado.
Lucha por la libertad
En 1944 ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. En 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Durante esta época, Mandela y el abogado Oliver Tambo dirigen un despacho de abogados que proporciona consejo legal de bajo costo a negros.
En 1962 fue arrestado y condenado por sabotaje, además de otros cargos, a cadena perpetua. Estuvo 27 años en la cárcel, la mayoría de los cuales estuvo confinado en la prisión de Robben Island. Mandela fue el prisionero número 466/64, esto es que fue el preso número 466 en 1964 en la isla de Robben, durante 17 años en precarias condiciones.
Posteriormente pasaría otros 10 años más en otras dos prisiones diferentes, sumando una pena total de 27 años. El gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en libertad.Durante su tiempo en prisión, se convirtió en la figura más conocida de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Pese a que el régimen del apartheid y las naciones aliadas a este lo consideraron junto al Congreso Nacional Africano como un terrorista, su lucha fue íntegra.
En prisión, él y otros privados de libertad realizaban trabajos forzados en una cantera de cal. Las condiciones de reclusión eran muy rigurosas. Los prisioneros fueron segregados por raza y los negros recibían menos raciones. Los presos políticos eran separados de los delincuentes comunes y tenían menos privilegios. Mandela, como prisionero del grupo más bajo de la clasificación, solo tenía permitido recibir una visita y una carta cada seis meses.
Las cartas, si llegaban, eran a menudo retrasadas durante largos períodos y leídas por los censores de la prisión.Mientras estuvo en la cárcel Mandela estudió por correspondencia a través del programa externo de la Universidad de Londres, obteniendo el grado de Licenciado en Derecho. Fue nombrado para el cargo de rector de la Universidad de Londres en las elecciones de 1981, pero ganó la princesa Anne.
En marzo de 1982 el estadista fue transferido de la isla de Robben a la prisión de Pollsmoor, junto con otros altos dirigentes del ANC: Walter Sisulu, Andrew Mlangeni, Ahmed Kathrada y Raymond Mhlaba. Se ha especulado que se trataba de eliminar la influencia de estos líderes en la nueva generación de jóvenes activistas negros encarcelados en Robben Island.
En febrero de 1985 el presidente Botha ofreció su liberación condicional a cambio de renunciar a la lucha armada. Mandela rechazó la oferta, haciendo un comunicado a través de su hija Zindzi diciendo: “¿Qué libertad se me ofrece, mientras sigue prohibida la organización de la gente? Solo los hombres libres pueden negociar. Un preso no puede entrar en los contratos”.
En 1988 fue trasladado a la prisión Víctor Verster, permaneciendo allí hasta su liberación el 11 de febrero de 1990 durante el mandato del presidente Frederik Willem de Klerk, que sustituyó a Botha, quien había fallecido de un infarto.
Presidencia
Luego de su liberación, Mandela lideró a su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, que consiguió en 1994 con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. El Nobel ganó las elecciones convirtiéndose en el primer presidente de Sudáfrica en ser elegido por medios democráticos. Gobernó Sudáfrica de 1994 a 1999, dando prioridad a su reconciliación.
El último día de su mandado presidencial en junio de 1999, en un artículo publicado en diario El País de España, Mandela dijo que el camino hacia la reconciliación atañe a todas las facetas de la vida.
“Para la reconciliación es necesario desmantelar el apartheid y las medidas que lo sustentaban. Es necesario superar las consecuencias de ese sistema inhumano que pervive en nuestras actitudes hacia los demás, así como en la pobreza y desigualdad que afecta a las vidas de millones de personas”, escribió.
Instó además a los sudafricanos a recordar ese terrible pasado para poder enfrentarse a él, “perdonando lo que haya que perdonar, pero sin olvidar. Al recordar podemos asegurarnos de que esa falta de humanidad nunca nos volverá a separar, y podremos erradicar un peligroso legado que aún nos acecha, amenazando a nuestra democracia”, manifestó.
Después de haber recibido más de una centena de premios por más de cuatro décadas, Mandela ha sido un hombre que ha vivido cada día como si fuera el último.“La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad”.
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