08 Diciembre 2013
No sin intención coloca la Iglesia a María en este tiempo de Adviento. Ella, nacida sin pecado, es la digna morada de Jesús, la puerta por la que el Hijo de Dios se introduce en la Historia. El inefable amor y la limpieza de alma con que esperó a su Hijo, es un modelo de cómo debemos prepararnos para el encuentro del Señor que viene.
El pecado no sólo corrompe al hombre y lo aleja de Dios, como recuerda el Vaticano II: “las mutilaciones, las torturas morales o físicas, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes..., estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana” (GS 27). Sin embargo Dios no abandona al hombre y una Mujer nacerá sin esta mancha y mantendrá una enemistad perpetua con el autor del mal a quien, finalmente, le aplastarán la cabeza. Es lo que celebra hoy la Iglesia.
Purísima debía ser la que diera a luz al Salvador que quita los pecados del mundo (Prefacio). La Tradición exegética ha entendido que las palabras del ángel: “Salve, llena de gracia”, hablan de su concepción inmaculada, la nueva Eva, por la que recuperamos la vida que nos trae Jesucristo.
María está en el inicio y en el corazón del acontecimiento salvífico. Su “sí” a Dios pone en marcha la gran obra de la Redención operada por Cristo. Quien enfrente esta obediencia de María a los designios de Dios y que anuncia la aurora de una nueva era, con la desobediencia de Eva en el Edén, podrá advertir la diferencia que media entre la entrega fiel a los planes de Dios y el enfermizo deseo de “ir a la nuestra”.
María nos enseña que decir “sí” a Dios es alinearse con los grandes proyectos que Él tiene sobre la humanidad.
María es la nueva Eva, recuerdo de lo que era la mujer “al principio” y promesa de lo que será: hija de la Resurrección. En María se ha realizado plenamente el proyecto de Dios sobre la humanidad. Ella fue concebida sin mancha para que Jesucristo tuviera una digna morada. ¡Purifiquémonos con una buena Confesión ahora que se acerca la Navidad¡ ¡Solicitemos su ayuda para cumplir el querer de Dios! ¡Ella puede hacer por nosotros más que nadie!
Reflexión
En estos momentos en que nuestra nación se debate en medios de horizontes de incertidumbre, pidamos a nuestra Madre del cielo que bendiga a la Argentina. Son momentos en los que desde la fe y la razón debemos mirar con altura historia la importancia del momento histórico. La jornada de oración y ayuno que hicimos ayer sobre la real gravedad de la droga en nuestro país esta poniendo de relieve la enfermedad de la sociedad argentina. Recurramos a la Virgen María para que nos ayude a cuidar la cultura de nación como argentinos.
El pecado no sólo corrompe al hombre y lo aleja de Dios, como recuerda el Vaticano II: “las mutilaciones, las torturas morales o físicas, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes..., estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana” (GS 27). Sin embargo Dios no abandona al hombre y una Mujer nacerá sin esta mancha y mantendrá una enemistad perpetua con el autor del mal a quien, finalmente, le aplastarán la cabeza. Es lo que celebra hoy la Iglesia.
Purísima debía ser la que diera a luz al Salvador que quita los pecados del mundo (Prefacio). La Tradición exegética ha entendido que las palabras del ángel: “Salve, llena de gracia”, hablan de su concepción inmaculada, la nueva Eva, por la que recuperamos la vida que nos trae Jesucristo.
María está en el inicio y en el corazón del acontecimiento salvífico. Su “sí” a Dios pone en marcha la gran obra de la Redención operada por Cristo. Quien enfrente esta obediencia de María a los designios de Dios y que anuncia la aurora de una nueva era, con la desobediencia de Eva en el Edén, podrá advertir la diferencia que media entre la entrega fiel a los planes de Dios y el enfermizo deseo de “ir a la nuestra”.
María nos enseña que decir “sí” a Dios es alinearse con los grandes proyectos que Él tiene sobre la humanidad.
María es la nueva Eva, recuerdo de lo que era la mujer “al principio” y promesa de lo que será: hija de la Resurrección. En María se ha realizado plenamente el proyecto de Dios sobre la humanidad. Ella fue concebida sin mancha para que Jesucristo tuviera una digna morada. ¡Purifiquémonos con una buena Confesión ahora que se acerca la Navidad¡ ¡Solicitemos su ayuda para cumplir el querer de Dios! ¡Ella puede hacer por nosotros más que nadie!
Reflexión
En estos momentos en que nuestra nación se debate en medios de horizontes de incertidumbre, pidamos a nuestra Madre del cielo que bendiga a la Argentina. Son momentos en los que desde la fe y la razón debemos mirar con altura historia la importancia del momento histórico. La jornada de oración y ayuno que hicimos ayer sobre la real gravedad de la droga en nuestro país esta poniendo de relieve la enfermedad de la sociedad argentina. Recurramos a la Virgen María para que nos ayude a cuidar la cultura de nación como argentinos.
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