¿Qué hacemos hoy con esos años?

Claudia Hilb cuestiona lo consagrado como verdades unívocas

CLAUDIA HILB. La historia, desde la relación entre la violencia y la política. lanacion.com.ar CLAUDIA HILB. La historia, desde la relación entre la violencia y la política. lanacion.com.ar
22 Diciembre 2013

Compilación

USOS DEL PASADO

CLAUDIA HILB

(Siglo XXI - Buenos Aires) 

La editorial Siglo XXI acaba de publicar Usos del pasado. Qué hacemos hoy con los 70. Se trata de una sucesión de textos escritos por la socióloga argentina Claudia Hilb, entre el año 2000 y 2011. La propuesta del libro es repensar la historia desde la relación entre la violencia y la política. Claudia Hilb intenta destruir la imagen heroica de los jóvenes revolucionarios de los años 70, y pone en duda todos los clichés estructurados del discurso político de quienes escriben la historia oficial, para anteponerle un signo de interrogante a lo instituido: la teoría de los dos demonios, la derecha y la izquierda, ser K o anti K, etcétera.

El ascetismo revolucionario impuesto bajo la necesidad del ideal de un hombre nuevo exigía de un ser modelador de una masa como si esta fuese arcilla. Todos a imagen y semejanza del líder totalitario que preanunciaba el nuevo hombre, el fin de la explotación. De allí que desde este punto de vista resultó lícito el ajusticiamiento de dos guerrilleros salteños a manos de los propios combatientes, jóvenes que cuestionaban o ponían en duda al gran modelador.

La socióloga repasa la vida de algunos revolucionarios que actuaron heroicamente en la revolución cubana, y que terminaron presos o asesinados bajo el régimen de Fidel. Y entonces se pregunta: ¿si nosotros hubiésemos sido los triunfadores en los 70, hubiésemos seguido el mismo derrotero cubano? Y, en tal caso, probablemente muchos de nosotros hubiésemos terminado de la misma manera, puesto que la Cuba de Fidel era el horizonte hacia donde mirábamos.

Continuando por esta vía llega a resaltar el modelo de condena que ejecutó Sudáfrica con respecto a la violación de los derechos humanos.

Se pregunta si no era más conveniente atenuar las penas carcelarias a cambio de información de nietos secuestrados o cuerpos desaparecidos.

La firmeza de no ceder a la ética lleva a una situación congelada, a algo sin movimiento. La autora atraviesa los hechos de “La Tablada” y los considera como el último acto de la generación de los 70. La pregunta es cómo situar la lucha armada de esos años en relación a la responsabilidad. No intenta buscar las causas de los fenómenos sino analizar el fenómeno mismo. Todos fuimos responsables, parece decirnos, y hay algo fundamental, trasmitir la experiencia a las nuevas generaciones.

Mi pensamiento, dice Claudia Hilb, no va a cambiar la historia. Tampoco le interesa caer en el simplismo de ser oficialista u opositora. Sus textos buscan el interlocutor quizás ingenuo o intelectual, pero que tenga la posibilidad de cuestionar lo ya consagrado como verdades unívocas.

¿Es posible interrogar la realidad sin ninguna clase de ideologías, dogmas o ideas preconcebidas? Las imperiosas grandes verdades obedecen a una necesidad, sobre todo en la juventud, de ser enarboladas como un trofeo en pro de la pureza y la justicia.

Claro que esas verdades establecidas como suma de verdades platónicas pueden adoptar una forma totalitaria, y de allí hay un paso hacia el socialismo y otro hacia el nazismo.

La escritora es consciente del peligro de exponerse a ser considerada amiga de sus enemigos, y enemiga de sus amigos.

(c) LA GACETA

Publicidad

Marcos Rosenzvaig

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios