El año en que lucharon dos generaciones

Presuntos casos de abuso derivaron en la toma de facultades. Quejas por un inmueble para adultos mayores

LA GACETA/ FOTO DE FRANCO VERA LA GACETA/ FOTO DE FRANCO VERA
Durante 2013, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) vivió la protesta estudiantil más dura y prolongada desde el retorno de la democracia. La chispa se encendió en Filosofía, el 27 de agosto. Ese día, una alumna de Derecho fue violada por el parque 9 de Julio. Se trataba del segundo caso de abuso por esa zona en 15 días: el 12 de ese mes, se denunció que una alumna de Trabajo Social había sufrido otro ataque. Los alumnos de Psicología se sumaron a la medida un día después. El 12 de septiembre lo hicieron los de Naturales. Cuatro días después, los de Artes. El 30 de ese mes, estudiantes de Educación Física votaron tomar esa casa por 48 horas.

Los jóvenes votaron reivindicaciones por carrera, pero también un pliego común: declaración de la emergencia en violencia de género, implementación de las leyes 26.150 (Educación Sexual integral) y 26.485 (Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres), boleto educativo gratuito y comedor. Redactaron proyectos de comedor y de boleto. El primero fue presentado en la UNT; el segundo, en la Cámara.

El rector, Juan Alberto Cerisola, conformó una comisión para que evalúe proyectos de comedor, integrada por los estudiantes en lucha, por los centros, por funcionarios y por consejeros superiores. En febrero se licitaría la refacción de un espacio en “Filo” donde comerán alumnos del centro Prebisch. Los estudiantes pedían un comedor con cuatro sedes: Prebisch, ex Quinta Agronómica, “Lillo” y centro. La Legislatura no debatió proyectos de boleto; ni el presentado por los estudiantes, ni los que elevaron parlamentarios.

Las tomas duraron entre 33 y 53 días. Los estudiantes, que consideran que los reclamos no fueron del todo satisfechos, siguieron protestando, mediante otras formas, hasta hace pocos días. No descartan volver a las medidas duras en 2014.

No fue el único temblor que sacudió la UNT en 2013. Los alumnos del programa Educación Permanente para Adultos Mayores (EPAM) resultaron un dolor de cabeza para el rector. Las protestas contra las condiciones edilicias y de accesibilidad de la ex usina termoeléctrica de avenida Sarmiento al 1.100 -allí se dictan los cursos- crecieron a lo largo del año. En 2009, con dinero proveniente de la firma Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio, el rector había autorizado la compra de un inmueble en Muñecas 436, para que allí funcione el EPAM; pero eso no sucede. Los reclamos trascendieron la UNT: Antonio Gandur, presidente de la Corte e integrante de la comisión de notables de la UNT creada por el Rectorado para aportar ideas para los festejos del Centenario, pidió la intervención de la Secretaría de Derechos Humanos. Las autoridades de la UNT le respondieron que atienda las falencias del Poder Judicial. Cerisola prometió que en 2014 se destinará la sede céntrica al EPAM.

Llega La Cámpora
El 15 de marzo, LA GACETA dijo: La Cámpora se sumará al Rectorado. Franja Morada lo negó. El 3 de junio, el rector, Juan Cerisola, y su vice, Alicia Bardón, levantaron los brazos de los subsecretarios Ricardo Zupán (Extensión) y Rodrigo Alderetes (Bienestar Estudiantil) en el centro Virla.

Divorcio político
La llegada de La Cámpora al gabinete ahondó la crisis que, de modo incipiente, había empezado a darse entre el rector y el diputado Luis Sacca. El quiebre se volvió completo recientemente, cuando el rector sumó a José Hugo Saab -enfrentado a Sacca- a su equipo político.

Tres rectorables
Tres candidatos se anotaron en la carrera para conducir la casa de Juan B. Terán, en el período 2014-2018: la actual vicerrectora, Alicia Bardón (apoyada por Cerisola); el decano de Arquitectura, Eduardo Coletti (impulsado por Sacca), y su par de Medicina, Mateo Martínez.

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