Desmonte y correntadas cercan a los pobladores

Cada vez que llueve, medio millar de vecinos que viven a la vera de la ruta 334 quedan aislados.

EN TERRENO BAJO. La Escuela de Puesto Los Pérez todavía muestra las huellas de la lluvia que cayó hace 10 días. Cada vez que llueve, no hay clases. LA GACETA / FOTO DE RODOLFO CASEN EN TERRENO BAJO. La Escuela de Puesto Los Pérez todavía muestra las huellas de la lluvia que cayó hace 10 días. Cada vez que llueve, no hay clases. LA GACETA / FOTO DE RODOLFO CASEN
Cercados por el agua, no podían ni siquiera salir a caminar en el patio de sus casas. La humedad impregnaba de salitre las paredes y hacía irrespirable el ambiente. Los alimentos se les agotaban y la desesperación por salir de ahí comenzó a irritarlos. Así estuvieron cerca de dos semanas, hasta que de a poco el espejo líquido fue extinguiéndose. Entonces llegó el alivio.

Don Augusto Farías (88 años), de Puesto Los Pérez, dice que nunca antes había vivido una pesadilla similar. “El agua siempre llega en los tiempos de lluvia, pero en ningún otro año nos llegó a acorralar como ahora. Quedamos en medio de un mar”, asegura. A lo largo de 12 kilómetros de la ruta 334, que une a La Cocha con Taco Ralo, fueron alrededor de 600 los pobladores, de Puesto Los Pérez, El Mistol y Palancho, que quedaron aislados hace 10 días a causa del desborde de los ríos San Francisco, los arroyos El Sueño, La Posta y acequias que atraviesan la zona. Los estragos de las correntadas quedaron desnudos a lo largo de la carretera: socavones profundos, extensos campos con cultivos destrozados y algunos animales muertos.

El olor fétido de la carne descompuesta se mezclaba con los que despedía la humedad prolongada del barro. “El miedo a que esto se repita quedó clavado en nosotros. Por eso pedimos que las autoridades hagan algo. No es posible que hayamos estado paralizados dos semanas por culpa de esta inundación”, clama don Farías. Mientras el agua los mantuvo sitiados, las clases en la escuela 184 Leopoldo Pérez, de Puesto Los Pérez, permanecieron suspendidas. Hasta hoy el agua se mantiene en el patio del establecimiento. Los vecinos dicen que el edificio está en un pozo y exigen que se la reubique en un terreno más alto. El comisionado comunal Carlos Ortiz se comprometió a atender el reclamo.

“No podíamos hacer nada. El agua corría como un río por la ruta. Estuvimos sin trabajar dos semanas”, cuenta José Mendoza. “Las correntadas arrastraban chanchos y gallinas. Alguna gente se quedó sin cultivos ni animales” apunta. “No nos morimos de hambre porque nos llegaron algunas ayudas desde La Cocha y Tacó Ralo” advierte. Son miles las hectáreas de campos con granos dañadas por los anegamientos. Matías Sánchez se lamentó de los cultivos que perdió a pesar de que su empresa construyó un canal de casi 17 kms. “No sé qué es lo que tenemos que hacer para que esto no se repita” dijo.

Quieren un puente

Para don Farías, las zonas de Puesto Los Pérez y El Mistol se inundan porque el cauce del río San Francisco quedó angosto para la cantidad de agua que baja desde Alijilán y Bañado de Ovanta (Catamarca). “En la ruta se construyó una alcantarilla para el paso del río, cuando debería tener un puente ancho. El agua se estanca ahí y desborda hacia los caminos y campos” planteó. “Los finqueros también tienen su responsabilidad en este tema. Es que orientan el agua hacia la ruta, a la que transforman en río” apuntó doña Francisca del Rosario Cuenca. “Hay que tener en cuenta que antes el agua era contenida por los montes. Ahora se han convertido en campos de granos. Nada frena a la creciente que llega desde Catamarca y también desde La Cocha”, observó. Recordó que años atrás todos los vecinos se rebelaron contra los productores, que habían colocado bolsas con arena a la vuelta de sus plantaciones. El agua se desviaba e iba directamente a sus casas. “Salimos en grupos y las sacamos a todas. No íbamos a permitir mas perjuicios” dijo Francisca. A pesar de la reacción, los problemas persistieron. “Aquí hacen falta muchos trabajos de desagües. Claro que para eso hay que hacer un estudio serio de esta problemática. De lo contrario vamos a seguir todos los años siendo castigados por las crecientes”, opinó Mendoza. Pobladores que viven a lo largo de la 334, hace unos 7 años firmaron una nota que enviaron al Poder Ejecutivo y a la Legislatura en la que piden obras urgentes que solucionen los anegamientos que años tras año se hacen más perjudiciales. “Nos contestaron que el reclamo por ese entonces era imposible de concretarlo porque demanda una inversión millonaria. No entiendo en base a qué estudio hicieron esa estimación de costos” planteó Luisa Campos.

En Puesto Los Pérez, El Mistol y Palancho, la gente muy pesadamente vuelve a la normalidad. Máquinas de Vialidad de la Provincia sacan de acequias y alcantarillas toneladas de lodo y reconstruyen tramos de la ruta destruida. La angustia se aleja, pero en todos los habitantes queda el temor del retorno. De ahí que, según afirman, sólo les queda insistir ante las autoridades provinciales con los reclamos de obras. “Si esta historia sigue sin solución, tendremos que abandonar este lugar”, advirtió Campos. Y recuerda el caso de Sud de Lazarte, al este de Monteagudo. Ahí el agua terminó expulsando a los habitantes.

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