Por Alejandro Klappenbach
04 Mayo 2014
DE MENOR A MAYOR. A Carlos Berlocq el partido con Gimeno Traver le costó al comienzo. Luego simplicó el camino.
Lejos estaba de ser un contexto cómodo. El 2014 cortito de satisfacciones para el tenis argentino lo ponía a Carlos Berlocq frente a la obligación de aprovechar la oportunidad. Y, como si esto fuera poco, debía pelear contra la lógica descompresión que le sigue a los grandes logros. El viernes, al vencer al canadiense Milos Raonic, había derrotado a un top ten por primera vez en su larga trayectoria y él mismo, en las redes sociales, se encargó de destacar el día como uno de los mejores de su vida.
Así, la semifinal contra el español Daniel Gimeno Travers (que ganó por 7-6 (8-6) y 6-2) fue un lógico paquete de nervios que hizo del primer set un conjunto de malas decisiones y errores no forzados. Tras empezar con quiebre a favor y ventaja de 2-0, haberlo ganado 8-6 en el tie-break, fue el punto de inflexión para el desarrollo del juego. Los números acercaron tranquilidad y entonces sí se lo vio decidido y lanzado detrás de su objetivo, que cerró con un amplio 6-2. Más suelto mentalmente su juego acompañó una actitud absolutamente positiva, que tan poco ha exhibido en lo que va de la temporada.
La de hoy es la tercera final ATP de su carrera. El de Oeiras, en Portugal, puede ser su segundo título. Y si bien es cierto que el checo Tomas Berdych como rival es una vara muy alta de exigencia, el Berlocq de estos años tiene la sana costumbre de aprovechar sus oportunidades.
Así, la semifinal contra el español Daniel Gimeno Travers (que ganó por 7-6 (8-6) y 6-2) fue un lógico paquete de nervios que hizo del primer set un conjunto de malas decisiones y errores no forzados. Tras empezar con quiebre a favor y ventaja de 2-0, haberlo ganado 8-6 en el tie-break, fue el punto de inflexión para el desarrollo del juego. Los números acercaron tranquilidad y entonces sí se lo vio decidido y lanzado detrás de su objetivo, que cerró con un amplio 6-2. Más suelto mentalmente su juego acompañó una actitud absolutamente positiva, que tan poco ha exhibido en lo que va de la temporada.
La de hoy es la tercera final ATP de su carrera. El de Oeiras, en Portugal, puede ser su segundo título. Y si bien es cierto que el checo Tomas Berdych como rival es una vara muy alta de exigencia, el Berlocq de estos años tiene la sana costumbre de aprovechar sus oportunidades.