12 Mayo 2014
UNO DE LOS ELENCO DE “JUEGOS A LA HORA DE LA SIESTA”. Alicia Alba, Humberto Alonso, Fabián Bonilla, Jorge Gutiérrez, Fabio Ladetto, Patricia Mansilla, Mirta Juan Ramón, Pablo Parolo, Leonardo Gavriloff y Patricia García, bajo la dirección de Juan Tríbulo. la gaceta / archivo
El cupo era de 30 personas y algunos dudaban de si se lo iba a cubrir. La inscripción se extendió hasta fines de abril de 1984, pero mucho antes el techo estaba rebasado y seguían llenándose fichas. En un incómodo cubículo vidriado (ganado a un pasillo) en un lateral del acceso al viejo edificio donde se enseñaban artes plásticas, Juan Tríbulo recibía por día decenas de solicitudes, sin saber qué hacer.
Era el preinicio de la Escuela de Teatro de la hoy Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán. Finalmente, fueron 150 los anotados para darle cuerpo a esa experiencia. Ellos debieron pasar por un examen de selección ante un jurado integrado por Ricardo Salim, Carlos Olivera, Alfredo Fénik y Tríbulo. La prueba finalmente no fue excluyente y todos quedaron inscriptos. A la primera clase, realizada el 7 de mayo (una semana después de los discursos protocolares de inauguración), asistieron 98 alumnos.
Fueron la materia prima de una historia que, en estos días, está cumpliendo rozagantes 30 años y que vino para potenciar la práctica escénica en la provincia, sustentada entonces en los grupos independientes y en el Teatro Estable de Tucumán.
La idea de una carrera académica de teatro surgió con el regreso de la democracia y la normalización de la UNT, con el rector Luis Eduardo Salinas. Su primera idea fue que al frente de esta nueva estructura estuviese el dramaturgo tucumano Julio Ardiles Gray, radicado desde muchos años antes en la Capital Federal. Pero el escritor declinó el convite por los compromisos que tenía adquiridos, aunque se abocó a elaborar el plan de estudios como asesor del Rectorado.
Ardiles Gray aportó el nombre de Tríbulo como opción, actor entrerriano de extensa trayectoria en los escenarios porteños (tanto en los circuitos independientes como en elencos oficiales) y con algunas participaciones en novelas románticas televisivas. De hecho, mientras inscribía alumnos y comenzaba el dictado de las clases, se proyectaba una serie que lo tenía en el elenco: “Una chispa de amor”. El incipiente profesor se enteró de que estaba al aire cuando se vio a sí mismo mientras era huésped de Norah Castaldo, antes de mudar a toda su familia a la provincia.
La columna vertebral de la currícula fue copiada del Instituto de Teatro de la Universidad de Buenos Aires, y por ello, desde el vamos se planteó una carrera corta de tres años de duración, con salidas laborales diplomadas de actor y de profesor de teatro, y con posterior articulación hasta la licenciatura para completar un cursado de cinco años. En total, sumados los tres títulos que otorga, hay más de 350 profesionales egresados.
La carrera fue heredera de la rica tradición teatral tucumana, que incluyó desde lo estatal un Conservatorio Provincial de Artes Dramáticas (abierto y cerrado en el Gobierno peronista de Amado Juri), grupos como el mítico Nuestro Teatro, elencos obreros como el que funcionó en la Fotia o el prestigioso Teatro Universitario.
Hoy, la escuela está consolidada en el medio artístico regional y es una referencia central en la actividad cultural del NOA. Bajo la actual dirección de Ricardo Sobral, se presentará el miércoles un proyecto de reforma del plan de estudios, que no tuvo cambios desde su lejana aprobación. Este será un punto central en los festejos por el aniversario, que se completan con mesas panel y talleres de capacitación (ver “Para...”), y una demostración de que, así como se mira lo hecho, se piensa en el futuro.
Era el preinicio de la Escuela de Teatro de la hoy Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán. Finalmente, fueron 150 los anotados para darle cuerpo a esa experiencia. Ellos debieron pasar por un examen de selección ante un jurado integrado por Ricardo Salim, Carlos Olivera, Alfredo Fénik y Tríbulo. La prueba finalmente no fue excluyente y todos quedaron inscriptos. A la primera clase, realizada el 7 de mayo (una semana después de los discursos protocolares de inauguración), asistieron 98 alumnos.
Fueron la materia prima de una historia que, en estos días, está cumpliendo rozagantes 30 años y que vino para potenciar la práctica escénica en la provincia, sustentada entonces en los grupos independientes y en el Teatro Estable de Tucumán.
La idea de una carrera académica de teatro surgió con el regreso de la democracia y la normalización de la UNT, con el rector Luis Eduardo Salinas. Su primera idea fue que al frente de esta nueva estructura estuviese el dramaturgo tucumano Julio Ardiles Gray, radicado desde muchos años antes en la Capital Federal. Pero el escritor declinó el convite por los compromisos que tenía adquiridos, aunque se abocó a elaborar el plan de estudios como asesor del Rectorado.
Ardiles Gray aportó el nombre de Tríbulo como opción, actor entrerriano de extensa trayectoria en los escenarios porteños (tanto en los circuitos independientes como en elencos oficiales) y con algunas participaciones en novelas románticas televisivas. De hecho, mientras inscribía alumnos y comenzaba el dictado de las clases, se proyectaba una serie que lo tenía en el elenco: “Una chispa de amor”. El incipiente profesor se enteró de que estaba al aire cuando se vio a sí mismo mientras era huésped de Norah Castaldo, antes de mudar a toda su familia a la provincia.
La columna vertebral de la currícula fue copiada del Instituto de Teatro de la Universidad de Buenos Aires, y por ello, desde el vamos se planteó una carrera corta de tres años de duración, con salidas laborales diplomadas de actor y de profesor de teatro, y con posterior articulación hasta la licenciatura para completar un cursado de cinco años. En total, sumados los tres títulos que otorga, hay más de 350 profesionales egresados.
La carrera fue heredera de la rica tradición teatral tucumana, que incluyó desde lo estatal un Conservatorio Provincial de Artes Dramáticas (abierto y cerrado en el Gobierno peronista de Amado Juri), grupos como el mítico Nuestro Teatro, elencos obreros como el que funcionó en la Fotia o el prestigioso Teatro Universitario.
Hoy, la escuela está consolidada en el medio artístico regional y es una referencia central en la actividad cultural del NOA. Bajo la actual dirección de Ricardo Sobral, se presentará el miércoles un proyecto de reforma del plan de estudios, que no tuvo cambios desde su lejana aprobación. Este será un punto central en los festejos por el aniversario, que se completan con mesas panel y talleres de capacitación (ver “Para...”), y una demostración de que, así como se mira lo hecho, se piensa en el futuro.