“La saturación de las cloacas se debe al mal uso de ellas”

Desde la Municipalidad sostienen que la ciudad ha crecido de forma vertiginosa. “Debemos hacer hincapié en el mantenimiento y en el control”, dice el secretario de Obras Públicas, Herrera Piedrabuena

ESQUINA MALOLIENTE. En Perú y Juan B. Terán se formó un peligroso charco de aguas servidas. la gaceta / foto de franco vera ESQUINA MALOLIENTE. En Perú y Juan B. Terán se formó un peligroso charco de aguas servidas. la gaceta / foto de franco vera
13 Mayo 2014
Siete de cada 10 vecinos de Yerba Buena tienen cloacas. Sin embargo, todavía hay algunos prefieren no conectarse al sistema. Han tomado esa decisión porque, según dicen, en las calles las pérdidas son frecuentes y, por eso, temen que el ensamble sea defectuoso y ocasione inconvenientes en sus casas. María Fernanda Santucho, Marta Isabel Cisneros o Eduardo Villagra, por ejemplo, han optado por seguir usando pozos. Ellos viven en los alrededores de la esquina de Perú y Juan B. Terán, donde casi todos los días corre agua que escapa de las cañerías subterráneas. A veces también hay desbordes cloacales.

Al respecto, el secretario de Obras Públicas de la Municipalidad, Julio Herrera Piedrabuena, dice que el municipio ha crecido de forma desmesurada. “Yerba Buena tuvo una expansión demográfica vertiginosa. Hace seis años, nadie tenía cloacas. Por cuadra, había tres casas. Hoy, hay ocho frentistas y todos piden servicios, y de forma inmediata. Las necesidades y los requerimientos de la población han superado la realidad. Se requiere más infraestructura”, evalúa.

- ¿Qué porcentaje del municipio cuenta con conexión a la red cloacal?

- De acuerdo a nuestros cálculos, Yerba Buena tiene 115.000 habitantes. De ese total, unos 60.000 pueden conectarse al sistema. Es decir, aproximadamente el 70 % de la población.

- ¿Cuántas personas han realizado, efectivamente, la conexión domiciliaria?

- Calculamos que al menos 30.000 ciudadanos.

- ¿Cómo funciona el sistema cloacal?

- De las casas salen unos caños de unos 11 centímetros de diámetro, que desembocan en las cañerías principales. Estas miden unos 20 centímetros de espesor, corren por debajo de las calles y empalman, a su vez, con distintas bocas de registro.

- ¿A dónde desemboca el líquido cloacal?

- Desde esas bocas, las aguas servidas son transportadas por unos conductos hacia la planta de tratamiento de San Felipe. Uno de esos tubos va, por ejemplo, por debajo de la calle Salas y Valdés, hasta atravesar el Camino del Perú y unirse con otros caños de la capital. Todo el sistema se va conectando.

- ¿Cuándo o cómo se solucionará la problemática?

- La saturación del sistema se debe, en muchos casos, a que se cargan demasiado las cañerías, y eso produce obstrucción. La gente desagota sus piletas de 20.000 litros en las cloacas, por ejemplo. Además, la ciudad se encuentra en una zona pedemontana, y las calles son de ripio: el arrastre de áridos bloquea las cañerías. Por todo esto, es necesario que el ciudadano utilice el sistema de retiro de aguas residuales de manera correcta, y que se agranden algunas secciones de cañerías. Debemos hacer hincapié en el mantenimiento y en el control de los conductos. Esto es como una gran casa, que necesita trabajos de plomería constantes.

Pedido de informes
Desde la oposición, en tanto, cuestionaron la labor de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), que es la que provee el servicio de aguas y cloacas. “Hemos solicitado que se nos informe cuáles son las causas por las que la empresa no cumple con el servicio encomendado. Es inconcebible que la ciudad se haya convertido en un río de fluidos cloacales”, expresa el concejal Mariano Campero.

El miércoles de la semana pasada, el edil del Acuerdo Cívico y Social le presentó una nota al ingeniero Eduardo Garolera, representante de la compañía en Yerba Buena, a través de la cual le pidió, además, que dé a conocer el presupuesto de obras y mejoras en la red clocal, ejecutado en ese distrito desde 2011 hasta la fecha.

Además de la problamática en la esquina de las calles Perú y Juan B. Terán, narrada en la edición de ayer de LA GACETA, hace unas semanas se publicó una fotografía sobre otro desborde cloacal, que corría por la calle Saavedra Lamas, desde la esquina con Fleming. El líquido maloliente abarcaba tres cuadras hacia el sur, hasta la avenida Aconquija, y doblaba hacia el este. Allí, complicaba a los estudiantes y docentes que concurren a un colegio de la zona.

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