La Argentina de fin de ciclo y los desafíos a partir de 2016
El economista Enrique Szewach y el periodista y analista Político Joaquín Morales Solá disertarán el martes, a las 20.30, en el Hotel Hilton Garden Inn (Las Piedras 1.500) invitados por LA GACETA, con entrada libre. Cada uno desde su especialidad y perspectiva, a modo de anticipo, los dos expertos analizan en sendas entrevistas el presente y los escenarios posibles que se avizoran para este fin de ciclo del gobierno de Cristina Fernández.
Una Argentina empecinada en gastar más de lo que tiene
Enrique Szewach - Economista
Los ciclos económicos argentinos están bien marcados y, en cierta medida, los problemas suelen ser los mismos: de la expansión a la recesión hay un camino en el que se repiten las mismas palabras: apuesta al dólar, más gasto público y, por ende, una amenazante inflación. En los últimos años se agregaron las trabas oficiales, particularmente al comercio exterior. Todo esto en pos de preservar las reservas internacionales del Banco Central. Enrique Szewach, economista y presidente de Evaluadora Latinoamericana, sostiene que la gestión de Cristina Fernández ha seguido la línea populista tradicional, que prioriza el corto plazo, sin medir las consecuencias fiscales. Szewach hablará el martes sobre “La Argentina de fin de ciclo y los desafíos a partir de 2016”, en el marco del ciclo de conferencias LA GACETA. Y anticipó su pensamiento y sus proyecciones sobre el rumbo económico argentino en la siguiente entrevista:
-¿El fin de ciclo es pendular? ¿De una década ganada hacia una Argentina sin crecimiento?
-Yo no creo en péndulos. La Argentina es siempre populista, priorizando el corto plazo y gastando lo que no se tiene. Lo que pasa es que cuando se acaba la plata, no hay más remedio que ajustar. Es una especie de tregua para recuperar energía y volver a las andadas. Este ciclo no ha sido distinto. Ya la política lanzada en 2003, con congelamiento de tarifas de los servicios públicos, preparaba la crisis energética que hoy tenemos. Después las prohibiciones de exportar y las restricciones arbitrarias terminaron estancando al sector externo. Después las mentiras en el Indec destruyeron la credibilidad interna y externa y sólo queda la expansión del gasto financiado con el Banco Central, hasta que la inflación se tornó insostenible. Fue una década que desperdició el escenario externo. La Argentina, ahora que se están blanqueando las cifras, creció mucho menos que los vecinos de la región, que lo hicieron además con baja inflación y con crecimiento de exportaciones.
-Lo bueno, lo malo y lo feo de esta gestión…
-Es difícil rescatar algo bueno, dado el contexto desaprovechado. Podría rescatarse la recuperación del Estado como “recaudador” de impuestos. Pero ha sido en base al abuso de impuestos distorsivos, del no ajuste por inflación en el impuesto a las ganancias y en detrimento del federalismo y las provincias. Y el dinero se usó muy mal. Quizás algún aspecto del gasto social, en su momento pueda rescatarse. Lo malo, ya lo comenté, pero el tema central ha sido la destrucción del sistema de precios relativos para orientar la inversión. Nos hemos descapitalizado y aislado de la corriente de inversión global. Lo malo, claramente, ha sido la destrucción institucional, de organismos claves. Pasamos del Estado ausente, a un Estado presente en dónde no tiene que estar y ausente en lo principal, con graves problemas de gestión, y falta de transparencia.
-¿Qué autonomía de vuelo tiene la economía?
-El gobierno se ha concentrado en defender las reservas que le quedan al Banco Central. Es razonable, pero implica caída de actividad, porque hay que limitar importaciones. A su vez, se ha negado a ajustar en serio el gasto público, de modo que el Banco Central tiene que emitir pesos para financiar el gasto y después colocar deuda cara para absorber los pesos excedentes. Pero no puede absorber todo, de manera que esos pesos presionan sobre el dólar blue y sobre los precios. Así, tenemos este escenario de caída de la actividad y alta inflación, no menor al 2/ 2,5% mensual en el mejor de los casos.
-¿Hasta cuándo podrá resistir sin una política cambiaria y fiscal clara?
-La política es clara, defender las reservas, mantener el gasto público, y el elevado déficit fiscal, controlar el tipo de cambio para que la inflación no acelere, y ...rezar, dado que el Papa es argentino. Si esto le alcanza para llegar al fin de mandato sin una crisis mayor, veremos.
- Con un arreglo con Repsol, el Club de París y los holdouts, ¿la Argentina debe prepararse para una lluvia de dólares (inversiones)?
-El gobierno no tuvo más remedio que arreglar algunos de los temas pendientes del sector externo, con alto costo para los argentinos (no pagan los gobiernos, pagan siempre los pueblos), con la esperanza de conseguir algo de deuda para llegar al fin del mandato con menos restricciones a las importaciones. El tema de los holdouts es complicado, depende de lo que resuelva la Corte de Estados Unidos. En ese sentido, mostrarnos ahora como pagadores a lo mejor ayuda, pero, en el mejor de los casos, se ganará algo de tiempo pero habrá que negociar. A lo mejor se consigue algo de dinero fresco. Pero las inversiones van a “llover”, sólo cuando se consolide la idea de otro tipo de gobierno y de una Argentina que abandona, en serio, el populismo. Para eso falta.
- ¿Cuál es el camino para expandirse con ritmo moderado y sin aspirar a las tasas chinas?
- El camino es el del resto de los países de la región, pero el escenario internacional no será tan favorable como en los años pasados. Aunque la Argentina, insisto, si convence al resto del mundo que, finalmente, aprendió la lección. Si es así, habrá crecimiento sostenido.
-¿Qué va a ocurrir con el dólar durante lo que resta de este año?
-El problema no es el dólar, sino el exceso de pesos. Mientras el gobierno insista en financiar el gasto público con el Banco Central, la presión sobre el dólar va a ser permanente.