24 Junio 2014
CON LA SONRISA ETERNA. La característica estampa de Carlos Gardel. carlosgardellavozquevencioalolvido.com
Su vida está encerrada entre dos misterios: el de su todavía disputado lugar de nacimiento (polémica centrada ahora entre Toulouse -Francia-, y Tacuarembó -Uruguay-), de padre desconocido; y el de las causas de su prematura muerte hace hoy 79 años en el aeropuerto de Medellín, con las sombras de disparos dentro del avión en que viajaba, antes de estrellarse con otro en plena pista colombiana.
Lo indiscutible es su entonación perfecta, al punto que la Unesco incluyó hace 11 años a su voz en el programa Memoria del Mundo, dedicado a la preservación de documentos patrimoniales culturales. Ese tono justo en tiempos en que la tecnología no podía suplantar a la naturaleza, lo encolumnó en el pedestal más alto de la historia tanguera. Lo bautizaron el zorzal criollo; el morocho del Abasto; el mago; el rey del tango; el mudo; el troesma; el bronce que canta. El poeta Juan Carlos Lamadrid lo inmortalizó en 1956, dos décadas después de fallecido, al asegurar que “cada día canta mejor”.
Desde fines del siglo XIX, conoció el submundo porteño en conventillos atestados de extranjeros que buscaban un mundo mejor. El de Uruguay 162 quedó grabado para siempre en su memoria, al punto que, ya siendo famoso, seguía visitándolo.
Su primer empleo fue de organizador de claques de aplaudidores en los teatros de la entonces todavía calle Corrientes (luego transformada en avenida). Después de ubicarlos en las butacas, se iba detrás de escena y era utilero de los grandes de la época, como el español Sagi Barba, especializado en zarzuela, y el barítono italiano Titta Ruffo.
Su debut semiprofesional fue en el café de Constancio Traverso, líder político del barrio del Abasto por el conservador Partido Autonomista Nacional. Arrancó con el folclore y con registro de tenor. La compañía de la guitarra era ideal para las milongas sureñas y los cielitos que interpretaba, mechados con algún vals, y se forjó con el sonido de las cuerdas que todavía eran de tripa de animal. Nunca abandonó esa formación iniciática: sus canciones con orquesta de fondo son, en realidad, regrabaciones sobre pistas que tienen su voz, con sus canciones más famosas.
En 1914, lo contrataron para cantar en el cabaret Armenonville, y al poco tiempo salta al teatro Nacional, en esa calle Corrientes que antes que conocía como la palma de su mano, junto al uruguayo José Razzano.
Pero faltaban todavía tres años para que grabara su primer tango canción: “Mi noche triste”, con música de Samuel Castriota y letra de Pascual Contursi (“Percanta que me amuraste, en lo mejor de mi vida...”, donde presenta el dolor del hombre por un abandono sentimental), del que se vendieron más de 50.000 unidades, récord absoluto para la época.
Fue entonces que se comenzó otra historia, más pública y conocida, que aún se escribe. Señoras y señores, hoy vuelve a salir a escena el inmortal Carlos Gardel.
Mariela Acotto
“Universalizó la poesía tanguera”
La presencia de Carlos Gardel en la vida de Mariela Acotto es por herencia familiar. “En mi repertorio hay muchos temas de él, porque tienen que ver con mis abuelos y mis padres, que son muy tangueros. Pero a mí me influenció más Roberto Goyeneche que Gardel”, admitió la cantante. Sin embargo,
destacó que el zorzal criollo “cambió el estilo de su época con el virtuosismo de su voz; era un tenor increíble y le dio otro vuelo al tango canción”. “Con Gardel comenzó a reflejarse el pesar del desarraigo, la soledad, los fracasos en el amor, la fusión de diferentes culturas que convivían en el puerto. Se universaliza su poesía y se tocaron temas sociales. Antes, todo estaba circunscripto al cabaret, pero él lo urbaniza”, explicó
Orlando Navarro
“Cantó de todo, no solo tango”
“Astor Piazzolla decía que hay músicos en serio, en serie y mercanchifles. Carlos Gardel está en la primera categoría, y es innimitable por su producción. Cantó de todo, no sólo tango: cielito, fox, rumba, y era muy humilde”, sostuvo Orlando Navarro. Como todos los años, el cantante le rendirá su homenaje con un espectáculo en el Centro Cultural Virla, desde las 21.30. “Gardel canta igual siempre, pero la predisposición de la gente para escucharlo es distinta, porque cada vez te atrapa y te gusta más. Por algo es y sigue siendo el primero”, señaló. Aclaró, sin embargo, que el tango “no es masivo; a mucha gente le gusta, pero las personas mayores ya no salen de sus casas”.
Carlos Podazza
“No le podía pagar a sus músicos”
De chico, Carlos Podazza escuchaba a su tocayo Gardel en un combinado a oscuras. “Me emociona su afinación perfecta. Tengo 20 de sus discos en vinilo; las grabaciones viejas te dan una sensación de presencia y tienen un rango de sonido que no se registra en digitales. Por ejemplo, cambiar las S por las R fue un recurso de canto para su pronunciación”, sostuvo. El músico destacó que el cantante comenzó en el folclore, por lo que le fue natural estar acompañado sólo por guitarristas. “Hizo debutar el tango canción, con ‘Mi noche triste’. Hasta entonces, sólo había letrillas a cargo de cupletistas. Pero fue resistido: cuando decidió irse a Francia, fue porque no ganaba ni para pagarle a sus músicos”, dijo.
Cyntia Perseguino
“Al principio, no se lo baila”
“Para bailar a Carlos Gardel, necesitás vivirlo”, lanza Cyntia Perseguino de Cayo, conductora de la compañía de tango Inercia, especializada en espectáculos de danza. “Se lo conoce mucho porque es un ícono muy fuerte en el mundo, pero no es tan usado en la danza cuando uno empieza. Los tangueros no cantan temas hechos para que el bailarín se inspire en sus principios, porque se necesitan cosas más simples y directas. Pero a medida en que vas bailando, más te metés en la poesía y vuelve a aparecer Gardel. Entonces sentís que estás listo para escucharlo y disfrutarlo. Ahora entendés cuando los músicos te explicaban que era el cantante con mejor afinación de todos los tiempos”, señaló.
Lo indiscutible es su entonación perfecta, al punto que la Unesco incluyó hace 11 años a su voz en el programa Memoria del Mundo, dedicado a la preservación de documentos patrimoniales culturales. Ese tono justo en tiempos en que la tecnología no podía suplantar a la naturaleza, lo encolumnó en el pedestal más alto de la historia tanguera. Lo bautizaron el zorzal criollo; el morocho del Abasto; el mago; el rey del tango; el mudo; el troesma; el bronce que canta. El poeta Juan Carlos Lamadrid lo inmortalizó en 1956, dos décadas después de fallecido, al asegurar que “cada día canta mejor”.
Desde fines del siglo XIX, conoció el submundo porteño en conventillos atestados de extranjeros que buscaban un mundo mejor. El de Uruguay 162 quedó grabado para siempre en su memoria, al punto que, ya siendo famoso, seguía visitándolo.
Su primer empleo fue de organizador de claques de aplaudidores en los teatros de la entonces todavía calle Corrientes (luego transformada en avenida). Después de ubicarlos en las butacas, se iba detrás de escena y era utilero de los grandes de la época, como el español Sagi Barba, especializado en zarzuela, y el barítono italiano Titta Ruffo.
Su debut semiprofesional fue en el café de Constancio Traverso, líder político del barrio del Abasto por el conservador Partido Autonomista Nacional. Arrancó con el folclore y con registro de tenor. La compañía de la guitarra era ideal para las milongas sureñas y los cielitos que interpretaba, mechados con algún vals, y se forjó con el sonido de las cuerdas que todavía eran de tripa de animal. Nunca abandonó esa formación iniciática: sus canciones con orquesta de fondo son, en realidad, regrabaciones sobre pistas que tienen su voz, con sus canciones más famosas.
En 1914, lo contrataron para cantar en el cabaret Armenonville, y al poco tiempo salta al teatro Nacional, en esa calle Corrientes que antes que conocía como la palma de su mano, junto al uruguayo José Razzano.
Pero faltaban todavía tres años para que grabara su primer tango canción: “Mi noche triste”, con música de Samuel Castriota y letra de Pascual Contursi (“Percanta que me amuraste, en lo mejor de mi vida...”, donde presenta el dolor del hombre por un abandono sentimental), del que se vendieron más de 50.000 unidades, récord absoluto para la época.
Fue entonces que se comenzó otra historia, más pública y conocida, que aún se escribe. Señoras y señores, hoy vuelve a salir a escena el inmortal Carlos Gardel.
Mariela Acotto
“Universalizó la poesía tanguera”
La presencia de Carlos Gardel en la vida de Mariela Acotto es por herencia familiar. “En mi repertorio hay muchos temas de él, porque tienen que ver con mis abuelos y mis padres, que son muy tangueros. Pero a mí me influenció más Roberto Goyeneche que Gardel”, admitió la cantante. Sin embargo,
destacó que el zorzal criollo “cambió el estilo de su época con el virtuosismo de su voz; era un tenor increíble y le dio otro vuelo al tango canción”. “Con Gardel comenzó a reflejarse el pesar del desarraigo, la soledad, los fracasos en el amor, la fusión de diferentes culturas que convivían en el puerto. Se universaliza su poesía y se tocaron temas sociales. Antes, todo estaba circunscripto al cabaret, pero él lo urbaniza”, explicó
Orlando Navarro
“Cantó de todo, no solo tango”
“Astor Piazzolla decía que hay músicos en serio, en serie y mercanchifles. Carlos Gardel está en la primera categoría, y es innimitable por su producción. Cantó de todo, no sólo tango: cielito, fox, rumba, y era muy humilde”, sostuvo Orlando Navarro. Como todos los años, el cantante le rendirá su homenaje con un espectáculo en el Centro Cultural Virla, desde las 21.30. “Gardel canta igual siempre, pero la predisposición de la gente para escucharlo es distinta, porque cada vez te atrapa y te gusta más. Por algo es y sigue siendo el primero”, señaló. Aclaró, sin embargo, que el tango “no es masivo; a mucha gente le gusta, pero las personas mayores ya no salen de sus casas”.
Carlos Podazza
“No le podía pagar a sus músicos”
De chico, Carlos Podazza escuchaba a su tocayo Gardel en un combinado a oscuras. “Me emociona su afinación perfecta. Tengo 20 de sus discos en vinilo; las grabaciones viejas te dan una sensación de presencia y tienen un rango de sonido que no se registra en digitales. Por ejemplo, cambiar las S por las R fue un recurso de canto para su pronunciación”, sostuvo. El músico destacó que el cantante comenzó en el folclore, por lo que le fue natural estar acompañado sólo por guitarristas. “Hizo debutar el tango canción, con ‘Mi noche triste’. Hasta entonces, sólo había letrillas a cargo de cupletistas. Pero fue resistido: cuando decidió irse a Francia, fue porque no ganaba ni para pagarle a sus músicos”, dijo.
Cyntia Perseguino
“Al principio, no se lo baila”
“Para bailar a Carlos Gardel, necesitás vivirlo”, lanza Cyntia Perseguino de Cayo, conductora de la compañía de tango Inercia, especializada en espectáculos de danza. “Se lo conoce mucho porque es un ícono muy fuerte en el mundo, pero no es tan usado en la danza cuando uno empieza. Los tangueros no cantan temas hechos para que el bailarín se inspire en sus principios, porque se necesitan cosas más simples y directas. Pero a medida en que vas bailando, más te metés en la poesía y vuelve a aparecer Gardel. Entonces sentís que estás listo para escucharlo y disfrutarlo. Ahora entendés cuando los músicos te explicaban que era el cantante con mejor afinación de todos los tiempos”, señaló.
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