Por Tobías Fernández
30 Junio 2014
La voz metálica del relator de radio recreaba escenas épicas. El partido mundialista entre Colombia y Uruguay se convertía en una batalla legendaria. Por los parlantes del auto, el narrador de micrófono pintaba cuadros espeluznantes con expresiones grandilocuentes, como “la zurda del héroe James Rodríguez le clavó una daga mortal al rival” o “los guerreros uruguayos murieron de pie en una batalla furibunda”. Sus palabras daban la sensación de estar frente a una contienda de bravíos gladiadores. Para muchos fanáticos del fútbol -me incluyo- escuchar un partido por la radio puede resultar aburrido. Pero durante un viaje en auto, y lejos de un televisor, el relato radiofónico se vuelve absolutamente inspirador. La energía del lenguaje y la cadencia de la entonación estimulan la fuerza creativa para construir mundos y universos. Mi abuelo José escuchaba los partidos en la radio que tenía en su taller de carpintería, en Simoca. Cuando los transmitían por la tele se sentaba a verlos. Sin embargo, prefería imaginar las heroicas escenas que dibujaba su viejo aparato de transistores. Para “el Nono”, este recuerdo y mi homenaje.