Por Leo Noli
01 Julio 2014
SENTENCIA. Rais ve cómo la pelota ingresa y decreta el 2-0 de Özil en el suplementario. Argelia hizo un gran papel. No bastó. reuters
Rais Mbolhi se encargó de embarrar lo que en la previa era un camino, onda parquet recién lustrado, liberado para que Alemania desfile sin prisa y con estilo rumbo a los cuartos de final del Mundial. Rais estuvo donde de los delanteros alemanes intentaron rematar: en todos lados. Fue una especie de pared casi infranqueable el arquero en una Argelia confianzuda, atenta y ordenada, capaz de escribir la primer gran historia de un Brasil 2014 a la que la serie de octavos de final no le resultó sencilla a ninguno de los candidatos a seguir con vida en esta suerte de muerte súbita de 90, 120 minutos o penales.
Fue el típico partido en el que un gigante minimiza al rival y juega con pachorra dándole vida hasta el momento de apretar la soga y asfixiarlo definitivamente. De a ratos, Alemania se apoyó sumisa en un duelo bastante incómodo para sus soldados. Argelia le cerró el medio, le bloqueó los laterales y le clausuró el arco cuando Thomas Müller y amigos estuvieron a punto de romper el cero de un encuentro que debió estirarse hasta el alargue.
Mérito de Rais y de Argelia misma, que tampoco supo aprovechar su velocidad por los laterales y tirar un centro como la gente a su temible Islam Slimani. Si Rais fue importante en el derrotado, su colega Manuel Neuer lo fue para el vencedor. Rápido de piernas, cortó cada pase largo fuera de su área.
Entonces, en un juego en el que Argelia intentó más de lo que acertó, y en el que Alemania dominó el balón pero no el resultado, el tiempo decantó tanto que obligó al gigante y a la sorpresa a ir al suplementario.
Quizás el físico traicionó al “zorro” del desierto, porque no bien empezó la prórroga André Schürrle encomendó la suerte teutona al éxito. Después intentó controlar la situación, al punto de sobrar un marcador que recién pudo estirar sobre la hora. Mesut Özil llevó serenidad con el 2-0, aunque Abdelmoumene Djabou la rompió con el descuento. Lamentablemente, el “zorro” se acordó tarde de tirar un buen centro y por eso lo cazaron.
Fue el típico partido en el que un gigante minimiza al rival y juega con pachorra dándole vida hasta el momento de apretar la soga y asfixiarlo definitivamente. De a ratos, Alemania se apoyó sumisa en un duelo bastante incómodo para sus soldados. Argelia le cerró el medio, le bloqueó los laterales y le clausuró el arco cuando Thomas Müller y amigos estuvieron a punto de romper el cero de un encuentro que debió estirarse hasta el alargue.
Mérito de Rais y de Argelia misma, que tampoco supo aprovechar su velocidad por los laterales y tirar un centro como la gente a su temible Islam Slimani. Si Rais fue importante en el derrotado, su colega Manuel Neuer lo fue para el vencedor. Rápido de piernas, cortó cada pase largo fuera de su área.
Entonces, en un juego en el que Argelia intentó más de lo que acertó, y en el que Alemania dominó el balón pero no el resultado, el tiempo decantó tanto que obligó al gigante y a la sorpresa a ir al suplementario.
Quizás el físico traicionó al “zorro” del desierto, porque no bien empezó la prórroga André Schürrle encomendó la suerte teutona al éxito. Después intentó controlar la situación, al punto de sobrar un marcador que recién pudo estirar sobre la hora. Mesut Özil llevó serenidad con el 2-0, aunque Abdelmoumene Djabou la rompió con el descuento. Lamentablemente, el “zorro” se acordó tarde de tirar un buen centro y por eso lo cazaron.