Por Sebastián Fest, DPA
BRASILIA.- No ganar un Mundial desde hace 28 años es un problema, pero pasarse 24 sin superar los cuartos de final tiene perfiles ya de afrenta para un fútbol de tanta historia como el argentino. “La pelota la veo pasar todavía al lado de mi carita, todavía siento el vientito...”. La frase es de Carlos Roa, el arquero de Argentina en Francia 98 que se encontró en el minuto 89 de un partido jugado en Marsella ante un tanto de Denis Bergkamp, quizás el gran gol de la carrera del holandés. “Si me hubiera pegado en la cara... ¿Por qué no me pegó? Trato de no pensar en ese momento, porque me deprimo, me agarra un fastidio terrible, son oportunidades únicas que se te van y no vuelven”, reconoce.
La frustración de Roa se refleja en un reciente libro, Así jugamos, en el que los periodistas Pablo Vignone y Diego Borinsky reflejan los 25 partidos más importantes de la selección argentina, entre ellos varias frustraciones. Las dos más recientes fueron ante Alemania, también en cuartos, y los argentinos aún debaten cuál implicó un dolor mayor: si la derrota por penales en el Estadio Olímpico de Berlín en 2006, o la inesperada goleada de 4-0 sufrida en Ciudad del Cabo, en 2010.
De aquella tarde en Berlín persiste el recuerdo de un murmullo sordo en el primer tiempo. Decenas de miles de alemanes seguían atónitos, casi impotentes, por momentos con rabia, la exhibición del equipo de José Pekerman en los primeros 45 minutos.
Argentina debió ganar con claridad en los 90 minutos, pero se relajó en el segundo tiempo, Pekerman realizó, forzado por un golpe al arquero Roberto Abbondanzieri, una serie de cambios hasta hoy discutidos y un Lionel Messi de 19 años siguió la derrota desde el banco.
Jens Lehmann, el portero alemán, vestía de celeste, el mismo color del cartel publicitario detrás del arco, aunque lo decisivo fue que llevara escondido en sus medias un papel en el que tenía todos los detalles de hacia dónde solían patear los argentinos. Adivinó la dirección de los cuatro lanzamientos y atajó dos.
Leo Franco, el reemplazante de Abbondanzieri, se tiró correctamente en sólo uno y le convirtieron los cuatro tiros. Al arquero argentino nadie del cuerpo técnico, nunca, le había pasado información de las preferencias de sus rivales desde los 11 metros.
Diego Maradona, que había seguido en los estadios los partidos de la Selección, no vio aquel de Berlín. A mitad de camino, molesto, regresó a su hotel. Lo siguió por televisión.
Cuatro años después, Maradona estaba en Ciudad del Cabo, ya como entrenador argentino y otra vez con Alemania como rival, esa misma Selección a la que había derrotado en la final de México 86 y ante la que cayó en la de Italia 90.
La noche de Ciudad del Cabo fue una debacle total para Argentina, que defendió mal un tiro libre alemán y se encontró a los tres minutos de juego perdiendo 1-0 con gol de Thomas Müller.
El 4-0 final pudo ser, en realidad, más estrepitoso aún. “No se les cayó una idea”, fue la insólita reacción de Maradona en la conferencia de prensa posterior. En vez de admitir sus errores, el técnico argentino dio a entender que Alemania había ganado por insistencia y algo de suerte.
En los dos mazazos de Alemania a la Argentina estuvo Javier Mascherano. Capitán en la derrota en 2010, el hombre de Barcelona asegura que, a él, los tropiezos en cuartos no lo condicionan de cara al choque de hoy contra Bélgica en Brasilia. “Más que pesar, el estigma de los cuartos es un desafío”, dijo el mediocampista.
Un desafío que Argentina no supera con éxito desde la victoria por penales ante Yugoslavia en Italia 90, un partido que terminó con empate sin goles tras 120 minutos de juego.
Para encontrar una verdadera victoria argentina en los cuartos de final de un Mundial hay que remontarse a uno de los momentos clave en la historia deportiva del país, el 2-1 sobre Inglaterra en México 86. Así, Messi tiene en Brasilia, un estadio con el emblemático nombre de “Mané Garrincha”, otra oportunidad de agigantar su figura y afirmarse en la historia: liderar a su país a una victoria que no conoce desde los años del mejor Maradona.