“Divorciados hasta el partido”

El matrimonio compuesto por una tucumana y un belga vivirá una jornada especial en Namur

RIVALES. María José y Boris posan de espaldas uno a otro, en Profondeville, con camisetas y el río Mosa detrás. “Voy a gritar los goles aunque sea visitante”, dijo ella. RIVALES. María José y Boris posan de espaldas uno a otro, en Profondeville, con camisetas y el río Mosa detrás. “Voy a gritar los goles aunque sea visitante”, dijo ella.
Si el duelo de cuartos de final entre Argentina y Bélgica sería en un Mundial de Historietas, los europeos llevarían la ventaja. El imponente Museo del Cómic en Bruselas, es sólo una muestra del inmenso interés y los recursos que posee el país en ese aspecto, cuya selección de fútbol enfrentará hoy a Lionel Messi y compañía. Pierre Culliford, el Eden Hazard de esa camada de grandes dibujantes, fue el creador de Los Pitufos, cuya serie animada marcaría una época a finales del siglo pasado.

De la pluma de “Peyo” (el seudónimo que hizo famoso a Culliford), parece extraída la historia de María José Foguet (35) una bióloga tucumana casada con Boris Nasdro (29) un ingeniero agrónomo belga. Ambos residen en Profondeville, un pueblo de 12.000 habitantes, en la provincia de Namur (a 80 kilómetros de Bruselas), digno de una historieta de las que leímos o vimos cobrar vida en televisión.

“Petu”, como todos conocen a María José, cuenta vía Facebook que desde las ventanas de su casa puede ver el río, los cisnes y los árboles de un frondoso bosque. Pero ese paisaje casero no parece ser suficiente para la pareja.

La viñeta que se dibujará hoy a las 18 (hora de inicio del partido allá) la compondrán ella, Boris y unos amigos metidos mucho más adentro en la naturaleza, en el medio de la nada, con una parrilla humeante y una pantalla grande sintonizando el duelo que los tendrá separados hasta el pitazo final.

“Desde el martes, cuando los dos equipos clasificaron, nos declaramos divorciados hasta el partido. Boris pasó a ser persona no grata en mi familia”, bromea.

Está claro, el clima dentro de casa es tenso: “los vasos están sanos pero nos miramos con desconfianza”, dice ella. Muy distinto a lo que sucede afuera. “Los belgas aman la joda y el Mundial es una buena ocasión para festejar. Desde que empezó el torneo toda la gente se viste de rojo, hay pantallas gigantes por todos lados y todo está pintado con los colores de la bandera (rojo, negro y amarillo), incluso hasta los paquetes de fideos ¡y los fideos mismos!”, exclama.

Hasta el Manekeen pis, la estatua de un niño que hace pis en la plaza principal de Bruselas, fue alcanzado por la fiebre mundialista y vestido de “diablo”, el apodo del equipo que dirige Marc Wilmots.

Esta selección inició su camino a al Mundial en 2012. Con el debut oficial de su entrenador, el 7 septiembre de ese año venció a Gales 2 a 0 en fecha 1 de las Eliminatorias que clasificaban a Brasil. El equipo prometía tanto como la pareja de “Petu” y Boris que se casaría 22 días después de ese partido.

En realidad, su historia había comenzado un año antes. Nasdro viajó a nuestro país junto a sus amigos Kiki, Céline y Anne-Sophie para nutrir su profesión en una región distinta a la suya. Su idea inicial era quedarse tres meses pero Argentina le gustó tanto que decidió quedarse más tiempo. La extensión de su estadía incluyó Tucumán para hacer un voluntariado en la Fundación ProYungas, donde también trabajaba “Petu”. La relación empezó siendo hablada en español, lengua que él hablaba fluido. Ella, debió aprender francés cuando decidieron mudarse a Europa.

“Me encanta viajar, pero adaptarse a Bélgica es todo un desafío. El clima, el idioma, las calles. Pero todos me hacen sentir bien. Son muy amables”, confiesa. “Ellos lo agendan todo. Incluso el asado de mañana (por hoy) estaba previsto hace meses”, agrega. Algo muy diferente a lo que sucedía aquí, antes de partir, donde nunca agendó vivir cerca de “un río con un puente de piedras de la edad media o un cerro boscoso con un castillo en ruinas en la punta”. Prácticamente, en una historieta belga.

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