Argentinos y belgas armaron una previa llena de color y chicanas

Las hinchadas intercambiaron saludos y cargadas. LA GACETA en Brasil

CORDIALIDAD. Argentinos y belgas se encontraron en la puerta del estadio. LA GACETA / GUILLERMO MONTI CORDIALIDAD. Argentinos y belgas se encontraron en la puerta del estadio. LA GACETA / GUILLERMO MONTI
Antes de un partido mundialista todo es posible. Por ejemplo, que los hinchas argentinos y belgas se unan para saludarse y sacarse fotos con las banderas desplegadas. Claro que los deseos mutuos de suerte son una hipocresía que se lanza con los cuernitos escondidos en una mano. Así es la previa del partido de cuartos de final en el estadio “Mané Garrincha”. Hay mucha camaradería y buena onda entre los inminentes adversarios. Pero si de los brasileños se trata, la rivalidad aflora con todas las letras.

Con mucho sol y mucho viento. Así amaneció el día en Brasilia. Y con mucho celeste y blanco, distinguido por las caravanas de argentinos que marcharon desde temprano rumbo al estadio. Las zonas que concentran los hoteles están muy cerca del imponente escenario, así que la travesía se hizo a pie. El dato es que la cantidad de hinchas es menor a la de instancias anteriores de la Copa. No están las multitudes que coparon el Maracaná, Belo Horizonte, Porto Alegre e Itaquera. La distancia y la condición de los bolsillos son factores que juegan fuerte a esta altura. Pero eso no afectó en lo más mínimo el fervor de los fanáticos. Al contrario.

El actor Jean Pierre Noher fue uno de los que se prendió a los cantos en la explanada de acceso al “Mané Garrincha”. Todo empezó con el clásico “Brasil, decime qué se siente, tener en casa a tu papá…” Los brasileños se agruparon a un costado y retrucaron a su manera: “mil gols, mil gols, sólo Peleeeeee, Maradona se drogó”, entonaron con saña. Y ahí nomás retrucó la hinchada argentina con un nuevo hit: “…qué risa que me da, no comparen a Messi con el p… de Neymar…”.

Para rivalizar con la albiceleste, los locales mezclaron el amarillo de su selección con camisetas de los principales clubes del país: Flamengo, San Pablo, Botafogo, Gremio… Claro, en Brasilia en un club de esa importancia. Mientras tanto, un hincha belga disfrazado de diablo perseguía garotas y se prestaba para las fotos con la lengua afuera. Absolutamente demoníaco y gracioso.

Roberto Abraham y Adriana los miraban de reojo. Estuvieron en Alemania y en Sudáfrica y apuestan porque este Mundial sea el de la vencida. Estaban lookeados con los colores de la Selección, de la cabeza a los pies, cortesía de la pasión de Adriana por los brillos y el diseño. Son de Valentín Alsina, a un paso de Parque Patricios, y Roberto aprovecha para repartir fixtures que imprimió con propaganda de su inmobiliaria.

Entre tanta euforia, los hinchas preguntaron una y otra vez sobre la formación argentina. Hubo satisfacción generalizada cuando se confirmó el ingreso de Martín Demichelis por Federico Fernández en la defensa. Lo ratificaron los salteños Emiliano Aguilera y Rodrigo Lazarte, quienes llegaron al estadio acompañados por su amigo rafaelino Franco Moietta. Emiliano lucía orgulloso la bandera wiphala que compró en Bolivia y lleva a todas partes. Y hablando de banderas, la que llamó la atención fue la que mostraba Walter De Luca. Es la de la provincia de Tierra de Fuego, y presenta un diseño con un albatros (el ave emblemática de la zona) combinado con la Cruz del Sur.

Las puertas se abrieron a las 10, con máxima puntualidad, y empezó el poblamiento de las gigantescas tribunas. Mientras tanto, en las carpas de la “zona de hospitalidad”, y al ritmo de la música a todo volumen, los hinchas visitaron stands, aprovecharon para refrescarse y se pintaron la cara de celeste y blanco. Un clásico que precede a cada partido mundialista.

"Este es el partido de Messi. Cuanto más fuertes son los rivales mejor juega, van a ver -se ilusionaron Celeste y Soledad", dos bellezas correntinas que lucían ajustadísimas camisetas de Las Leonas. "Una foto, por favor", fue el pedido. "No, por cábala antes de los partidos no nos sacamos fotos -se excusó Celeste-. Después todas las que quieras". La promesa quedó flotando en la mañana de Brasilia.

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