09 Julio 2014
SIN CONSUELO. Tras el partido, Klose y Schürrle intentan dar aliento a un abatido Oscar, autor del descuento brasileño. reuters
BELO HORIZONTE.- Sólo los más valientes enfrentaron los micrófonos. Pero como hombres de verdad, lo hicieron sin ocultar las lágrimas. David Luiz, símbolo de este equipo, fue el que más lloró delante de las cámaras. “Tristemente no conseguimos. Disculpas a todo el mundo. Todos saben cómo de importante era para mí, para el grupo”, expresó el jugador, que asumió ayer la capitanía de la selección anfitriona en sustituición del suspendido Thiago Silva.
“Sólo quería darle una alegría a mi pueblo. A mi gente, que sufrió tanto, tantas cosas. Todo el mundo sabía lo importante que era para mí ver a todo el pueblo feliz al menos por causa del fútbol”, agregó el zaguero, hablando con frases entrecortadas por un profundo llanto.
“Recibimos cuatro goles en 16 minutos. Es un día de mucha tristeza, pero de mucho aprendizaje en la vida. Explicarlo ahora es difícil. Es un sueño que termina, no de la manera que queríamos”, concluyó, inconsolable.
Otra postura
Julio César fue otro de los que habló. Fue concreto y contundente. “Creo que explicar lo inexplicable es complicado. Tenemos que reconocer el gran fútbol alemán, un equipo que viene jugando junto hace seis años”, dijo el arquero.
Visiblemente emocionado y conteniendo las lágrimas, el arquero agregó: “Hasta aquí estaba todo muy lindo. Creo que el pueblo brasileño merece felicitaciones, a la hinchada sólo le queda dar gracias por todo el apoyo que nos dio hasta aquí”.
Julio César también habló en nombre de sus compañeros. “Estoy seguro de que los jugadores lo van a agradecer y que también se van a disculpar. Ellos fueron muy fuertes. Debemos reconocer que en el primer gol sufrimos un apagón, nadie lo esperaba”, repasó.
“Queda el agradecimiento al pueblo brasileño. Queda un sentimiento muy triste”, lamentó el buen arquero local.
Los brasileños abandonaron rapidamente la ciudad de San Pablo. Apenas si tuvieron contactos con sus parientes que los consolaron e inmediatamente después se marcharon al búnker, en Teresópolis. Allí comenzarán a trabajar en lo que será el duelo del sábado, por el tercer puesto.
“Sólo quería darle una alegría a mi pueblo. A mi gente, que sufrió tanto, tantas cosas. Todo el mundo sabía lo importante que era para mí ver a todo el pueblo feliz al menos por causa del fútbol”, agregó el zaguero, hablando con frases entrecortadas por un profundo llanto.
“Recibimos cuatro goles en 16 minutos. Es un día de mucha tristeza, pero de mucho aprendizaje en la vida. Explicarlo ahora es difícil. Es un sueño que termina, no de la manera que queríamos”, concluyó, inconsolable.
Otra postura
Julio César fue otro de los que habló. Fue concreto y contundente. “Creo que explicar lo inexplicable es complicado. Tenemos que reconocer el gran fútbol alemán, un equipo que viene jugando junto hace seis años”, dijo el arquero.
Visiblemente emocionado y conteniendo las lágrimas, el arquero agregó: “Hasta aquí estaba todo muy lindo. Creo que el pueblo brasileño merece felicitaciones, a la hinchada sólo le queda dar gracias por todo el apoyo que nos dio hasta aquí”.
Julio César también habló en nombre de sus compañeros. “Estoy seguro de que los jugadores lo van a agradecer y que también se van a disculpar. Ellos fueron muy fuertes. Debemos reconocer que en el primer gol sufrimos un apagón, nadie lo esperaba”, repasó.
“Queda el agradecimiento al pueblo brasileño. Queda un sentimiento muy triste”, lamentó el buen arquero local.
Los brasileños abandonaron rapidamente la ciudad de San Pablo. Apenas si tuvieron contactos con sus parientes que los consolaron e inmediatamente después se marcharon al búnker, en Teresópolis. Allí comenzarán a trabajar en lo que será el duelo del sábado, por el tercer puesto.
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