17 Julio 2014
ESCUADRÓN DE VALIENTES. Vehículos de todo porte se suman para apagar un feroz incendio en un bosque.
La factoría Disney tiene una larga tradición en humanizar vehículos. A fines de la década del 60, logró uno de sus productos más memorables con “Cupido motorizado”, con las aventuras de un escarabajo Volkswagen al que llamaron Herbie. Hace ocho años, esa tendencia (nunca rota) se reanudó con el público infantil de todo el mundo que quedó atrapado con “Cars”, la película sobre autos que buscan alcanzar sus sueños, sin depender de la presencia de los hombres.
Como evolución de este producto, apareció “Aviones”, donde las carreras (y la búsqueda de éxito) tenían como escenario el aire en el rally Alas por el Mundo. Ahora llega “Aviones 2: equipo de rescate”, que implica el abandono del concepto de la competencia deportiva, con sus luces y sombras, aunque se mantengan las figuras de los buenos y de los malos en la historia.
El giro emocional consiste en la posibilidad de encontrar un futuro a partir de las limitaciones. Y todo comienza cuando el popular avión Dusty descubre que su motor está dañado y que jamás podrá volver a competir, luego de protagonizar un accidente que afectó una pista de aterrizaje.
En vez de deprimirse y dar todo por terminado, reorganiza su vida y se suma a una particular escuadrilla de vehículos bombero de élite (el camión hidrante Mayday; el veterano helicóptero de rescate Blade Ranger; la enérgica Lil’ Dipper; el helicóptero de carga Windlifter; el ex militar Cabbie y el todoterreno Smokejumpers), con la misión de proteger el histórico Parque Nacional Pico de Piston, que está amenazado por un feroz y devastador incendio. En ese entorno, tendrá la oportunidad de transformarse en un verdadero héroe.
Disney levanta ahora como valores el trabajo en equipo; el esfuerzo común, antes que el éxito individual; la importancia de hacerse cargo de los daños que pueden derivar de una acción intempestiva y no evaluada previamente (como el accidente inicial de Dusty); y la confrontación entre el bien y el mal, lo nuevo y lo viejo, y lo tradicional y lo evolucionado. Todo, desde la infantilización de los dibujos animados, está pensado para los más chicos.
Para los adultos, abundan las referencias a series televisivas de la década del 70 y del 80, con plena conciencia de que los padres acompañantes necesitan algo más que simpáticos personajes para pasar el rato junto a sus hijos.
Como evolución de este producto, apareció “Aviones”, donde las carreras (y la búsqueda de éxito) tenían como escenario el aire en el rally Alas por el Mundo. Ahora llega “Aviones 2: equipo de rescate”, que implica el abandono del concepto de la competencia deportiva, con sus luces y sombras, aunque se mantengan las figuras de los buenos y de los malos en la historia.
El giro emocional consiste en la posibilidad de encontrar un futuro a partir de las limitaciones. Y todo comienza cuando el popular avión Dusty descubre que su motor está dañado y que jamás podrá volver a competir, luego de protagonizar un accidente que afectó una pista de aterrizaje.
En vez de deprimirse y dar todo por terminado, reorganiza su vida y se suma a una particular escuadrilla de vehículos bombero de élite (el camión hidrante Mayday; el veterano helicóptero de rescate Blade Ranger; la enérgica Lil’ Dipper; el helicóptero de carga Windlifter; el ex militar Cabbie y el todoterreno Smokejumpers), con la misión de proteger el histórico Parque Nacional Pico de Piston, que está amenazado por un feroz y devastador incendio. En ese entorno, tendrá la oportunidad de transformarse en un verdadero héroe.
Disney levanta ahora como valores el trabajo en equipo; el esfuerzo común, antes que el éxito individual; la importancia de hacerse cargo de los daños que pueden derivar de una acción intempestiva y no evaluada previamente (como el accidente inicial de Dusty); y la confrontación entre el bien y el mal, lo nuevo y lo viejo, y lo tradicional y lo evolucionado. Todo, desde la infantilización de los dibujos animados, está pensado para los más chicos.
Para los adultos, abundan las referencias a series televisivas de la década del 70 y del 80, con plena conciencia de que los padres acompañantes necesitan algo más que simpáticos personajes para pasar el rato junto a sus hijos.
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