“Viví en un estado de abandono, en el que escribir se convirtió en una necesidad fisiológica”

Vino al país para presentar su primera novela traducida al español, El don, que lleva vendidos 15 millones de ejemplares (un tercio físicos, y los otros dos digitales) en el mundo. Antes de hacer un paseo por los lugares de Buenos Aires que más inspiraron a su admirado Borges, y de viajar a Brasil para ver la final del Mundial de Fútbol, el mayor fenómeno literario de China habló en esta entrevista sobre lo que el autor de El Aleph significó en su carrera, sus ambiciones literarias y lo difícil que fue llegar hasta esta parte del mundo

20 Julio 2014

Mai Jia no habla ni lee en español y tampoco disfruta de aparecer en público. Asegura que Borges fue quien más lo convenció de dedicarse a la escritura pero sólo pudo leer los textos que fueron traducidos al chino. Por eso, porque no sabe castellano, a lo largo de la entrevista Mai Jia no va a responder las preguntas directamente sino a través de un traductor que lo acompaña en la gira por todo el continente americano y que, cuaderno en mano, va a anotar con letras ilegibles cada cosa que él diga para luego sí pronunciar en español frases que nunca antes dijo y otras que repite una y otra vez, como que el talento es algo que no se puede forzar y que en su país hay muchas cosas que nadie se atreve a decir, ni siquiera él. Es por eso que cada vez que le preguntan por la situación actual en China, dice que no está calificado para hablar de eso, que se ha encerrado tanto en la literatura que casi no tiene vida social, que no se atreve a opinar del tema porque puede meter la pata por falta de conocimiento.

- ¿Reconoce el momento en que se dio cuenta que quería ser escritor?

- Cuando era niño nunca pensé en escribir. Mi afición empezó con los diarios que escribí cuando era chico, que no eran voluntarios sino que más bien una especie de salvación, de terapia. Mi infancia transcurrió durante una época muy mala de la revolución cultural, mi familia fue perseguida; entonces, la única manera que encontré para tener amigos fue a través de estos diarios porque nadie de mi edad quería juntarse conmigo. Entonces viví en un estado de abandono, en el que escribir se convirtió en una necesidad fisiológica.

- ¿Cómo llegó a la literatura desde su experiencia militar?

- Yo trabajaba en el ejército pero en mi tiempo libre me dedicaba a escribir, como pasa con cualquier otra profesión que de lunes a viernes por una determinada cantidad de horas te obliga a hacer determinado trabajo y luego, en los ratos libres, te deja hacer lo que te gusta. Hasta que en 2008 me convertí en escritor profesional. Ahí cambió todo. A modo de metáfora, creo que ser escritor aficionado es como la época de enamoramiento de los novios y ser profesional, es cuando uno se casa.

- El diario The Washington Post dijo que El don tiene ecos borgeanos.

- Borges ha influido mucho en mí. En los años 80 en China hubo un boom literario, se introdujo una gran cantidad de literatura internacional, latinoamericana. A los escritores de mi generación nos gustaban dos: Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges. Casi todos hemos leído sus libros. Yo a Borges lo leí mucho. Para mí ya no era sólo un escritor al que admirar, sino un ser querido.

- ¿Cómo surgió la historia de esta novela?

- Antes de esta novela, escribí muchos cuentos y ensayos pero no tuve éxito. Entonces, un día me puse a pensar que quizás debía escribir una obra que llame la atención y en China no había novelas sobre espionaje, era algo sensible. Entonces decidí elegir este tema, además, porque viví una experiencia, aunque corta, como personal de apoyo a los expertos en descifrar mensajes.

- ¿Sintió miedo o pensó que mejor sería no publicarla?

- No era un libro fácil de escribir y tenía cierta preocupación de que después no se pudiera publicar. Pero como al escribirlo tenía la formación, la disciplina del ejército, sabía lo que no se podía contar; por eso en la novela todos los nombres de los lugares están sustituidos por letras. Incluso si describo un árbol sólo digo que es grande y no especifico nada más para que no se pueda tomar como pista. He decidido no revelar ningún detalle completo sino que la novela se entiende como una ficción. El don habla de un mundo misterioso; intento crear ese efecto.

- ¿Por qué tiene tantos narradores esta historia?

- Es un truco. Creo que fue la manera más apropiada para crear este personaje misterioso, que vive encerrado en una especie de caja y que para los demás es más una leyenda que una persona de carne y hueso. Si lo describo con muchos detalles, la sensación termina por ser menos verosímil. Precisamente, con una mirada como esta, a través de varios personajes, nunca directa, por medio de fragmentos de comentarios de los demás, se construye un rompecabezas que luego se une y completa a este protagonista. Es por eso que nunca habla. Además, el personaje es también una metáfora: un genio secuestrado por un sistema que lo usa como un títere.

- ¿Qué fue lo que quiso contar usted?

- Creo que cada lector puede sacar su propia interpretación de esta novela. No es una obra que tenga una única lectura. Mi intención fue en un punto contar la historia de un genio secuestrado por su don, una persona que todo lo que tiene de ventajoso termina en su contra.

- ¿Por qué al final del libro hay una búsqueda de veracidad?

- Creo que para un escritor lo más importante es conseguir crear un mundo de ficción pero verosímil. Una buena novela consigue esa verosimilitud. Todo novelista es un mentiroso que tiene que conseguir esa veracidad. Ese final tiene la intención de enganchar al lector para que crea que es verdadero. No se trata de la verdad objetiva sino de la verdad de la ficción.

- ¿Cómo fue que se convirtió en escritor?

- Creo que la motivación de mi escritura es la necesidad de comunicación. Tengo una experiencia vital que quiero contar a los demás. En ocasiones, puedo transmitirla en una comunicación directa pero así es muy limitado; en cambio, a través de la escritura puedo llegar a más gente.

- ¿Qué significó El don en su carrera?

- Es mi primera novela y hasta ahora la más importante porque tardé once años en escribirla. Una vez que crucé este umbral, todo lo que siguió fue mucho más fácil.

- ¿Por qué tardó tanto en llegar a Occidente?

- Ha sido culpa de la falta de comunicación entre Occidente y Oriente. En China estamos más atentos a introducir literatura internacional. Cualquier escritor conocido tiene obras traducidas al chino. En cambio, para los escritores chinos es complicado que su obra sea traducida. En los últimos dos siglos, Occidente fue predominante en difusión cultural. En China aún tenemos una posición marginal. Yo soy un afortunado, porque aunque ha tardado doce años, mi libro fue publicado en Inglaterra, Estados Unidos y América Latina.

© LA GACETA

Por Dolores Caviglia

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

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