23 Julio 2014
A JUGAR. En el hall central del Timoteo Navarro, pinceles, cartones y tijeras en mano, los chicos armaron sus propias versiones de la obra de Picasso. la gaceta / fotos de diego aráoz
“Todo niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo artista cuando uno crece”, escribió alguna vez Pablo Picasso, y esa frase ronda el Museo Timoteo Navarro, ante la multitud de chicos -la mayoría mujeres- que, desparramados en el piso del hall central, dibujan y se embadurnan las manos; un estallido de color. La excusa es el taller para chicos con guías especializadas que se ha organizado en torno a la muestra de grabados de Picasso que se exhibe en el Timoteo Navarro.
“Me gusta mucho Picasso; empezó a pintar unos pajaritos en el mar; me gusta mucho porque pintó colores; y a mí me encantan los rojos, los amarillos y los azules”, cuenta Miranda Racedo Aragón (ocho años, colegio Santa Rosa, en Yerba Buena), sin abandonar el pincel. Y continúa: “a mí me habían enseñado que nació en Málaga; luego se fue a vivir a Francia y ahí murió”.
“Lo que más me gusta son los colores que usa y las formas también. ¿Si es fácil de dibujar? Noooo, no tanto. La que más me gusta es la paloma de la paz, la habíamos hecho con lápiz”, recuerda Agustina Nieto (siete años, alumna del Kinder). ¿Te gustaría tener un Picasso en tu casa? “Sí, pero tengo de mi papá, que también pinta”. ¿Y es buen pintor tu papá? “Pinta paisajes; hay veces que pinta figuras”, enumera Agustina, a pura sonrisa, y vuelve a Picasso. “También vimos dos cuadros que hablan uno, de la paz, y el otro, de la guerra. En un cuadro usa las cosas lindas y en el otro usa las cosas feas” .
- ¿Porqué pinta sobre la guerra?
- Porque es lo que a él le pasó.
-¿Qué querés pintar vos?
- La alegría.
En medio del barrullo que es el Timoteo, Angélica dibuja una persona que toca la flauta; “y este está tocando los platillos”, dice de su otra creación, inspiradas ambas en la serie de la Bacanal. Y resume, con convicción: “lo que me gusta de Picasso es la paloma de la paz... me encantó”.
En silencio, sin atender a la marea mayoritariamente femenina que lo rodea, Conrado Ledesma (10, colegio Arnold Gessell) pinta soles azules y amarillos. “Lo que me gusta son los soles, las formas que usa, las personas y los paisajes”.
¿Cuál cuadro de Picasso te gustaría llevarte a tu casa? “Me llevaría uno de la playa; ese como que mirás el mar por la ventana”, apunta. Habla de “Cote d’Azur”, una litografía de los años 60. Así habrá visto Picasso el mar desde la ventana de su casa de Mougins, en la riviera francesa, donde moriría en 1973.
No sólo Conrado se deja deslumbrar por esa postal marítima. Arremolinados en torno a ese cuadro están María (ocho años), Valentina y sus compañeros Matías y Juan Ignacio, todos del colegio María del Rosario. “He visto pajaritos que estaban lindos, árboles como palmeras, unas nubes hermosas...” “Es como si estuvieras viendo desde una ventana un paisaje, una isla, un mar, muchos pajaritos y árboles”, se suma Valentina. Matías exhibe figuras que acaba de producir: unos hombrecitos en verde, celeste, rosa... Parecidos a los que muestra Juan Ignacio.
Figuras humanas sin cortes en los brazos ni en las piernas. Tal vez no les interese demasiado lo que la guía les ha explicado: que Picasso buscó la síntesis de la figura humana inspirado en las producciones de aquellas culturas tribales que, en cierto sentido, guardan la infancia de la humanidad.
“Me gusta mucho Picasso; empezó a pintar unos pajaritos en el mar; me gusta mucho porque pintó colores; y a mí me encantan los rojos, los amarillos y los azules”, cuenta Miranda Racedo Aragón (ocho años, colegio Santa Rosa, en Yerba Buena), sin abandonar el pincel. Y continúa: “a mí me habían enseñado que nació en Málaga; luego se fue a vivir a Francia y ahí murió”.
“Lo que más me gusta son los colores que usa y las formas también. ¿Si es fácil de dibujar? Noooo, no tanto. La que más me gusta es la paloma de la paz, la habíamos hecho con lápiz”, recuerda Agustina Nieto (siete años, alumna del Kinder). ¿Te gustaría tener un Picasso en tu casa? “Sí, pero tengo de mi papá, que también pinta”. ¿Y es buen pintor tu papá? “Pinta paisajes; hay veces que pinta figuras”, enumera Agustina, a pura sonrisa, y vuelve a Picasso. “También vimos dos cuadros que hablan uno, de la paz, y el otro, de la guerra. En un cuadro usa las cosas lindas y en el otro usa las cosas feas” .
- ¿Porqué pinta sobre la guerra?
- Porque es lo que a él le pasó.
-¿Qué querés pintar vos?
- La alegría.
En medio del barrullo que es el Timoteo, Angélica dibuja una persona que toca la flauta; “y este está tocando los platillos”, dice de su otra creación, inspiradas ambas en la serie de la Bacanal. Y resume, con convicción: “lo que me gusta de Picasso es la paloma de la paz... me encantó”.
En silencio, sin atender a la marea mayoritariamente femenina que lo rodea, Conrado Ledesma (10, colegio Arnold Gessell) pinta soles azules y amarillos. “Lo que me gusta son los soles, las formas que usa, las personas y los paisajes”.
¿Cuál cuadro de Picasso te gustaría llevarte a tu casa? “Me llevaría uno de la playa; ese como que mirás el mar por la ventana”, apunta. Habla de “Cote d’Azur”, una litografía de los años 60. Así habrá visto Picasso el mar desde la ventana de su casa de Mougins, en la riviera francesa, donde moriría en 1973.
No sólo Conrado se deja deslumbrar por esa postal marítima. Arremolinados en torno a ese cuadro están María (ocho años), Valentina y sus compañeros Matías y Juan Ignacio, todos del colegio María del Rosario. “He visto pajaritos que estaban lindos, árboles como palmeras, unas nubes hermosas...” “Es como si estuvieras viendo desde una ventana un paisaje, una isla, un mar, muchos pajaritos y árboles”, se suma Valentina. Matías exhibe figuras que acaba de producir: unos hombrecitos en verde, celeste, rosa... Parecidos a los que muestra Juan Ignacio.
Figuras humanas sin cortes en los brazos ni en las piernas. Tal vez no les interese demasiado lo que la guía les ha explicado: que Picasso buscó la síntesis de la figura humana inspirado en las producciones de aquellas culturas tribales que, en cierto sentido, guardan la infancia de la humanidad.
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Pablo Picasso
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