Por Alejandro Klappenbach
27 Julio 2014
POR UN PASO MÁS. Juan Mónaco define hoy con el español Pablo Andújar.
Y llegó el día. A un año de su última vez, Juan Mónaco jugó una semifinal de ATP. Y, además, la ganó. Cualquier concepto sobre el triunfo del tandilense ante el holandés Robin Haase no puede omitir una referencia al momento de la carrera del tandilense. Fuera del top 100 por primera vez en más de 9 años, sin victorias consecutivas en 13 de 14 torneos disputados en la temporada, con apenas 9 triunfos en 2014. Así llegó “Pico” a Suiza. Sí, aunque no se haya notado.
Quien lo haya visto jugar ayer sin saber cuánto ha padecido los últimos 7 meses, difícilmente hubiera arriesgado que ese que peleaba y se alentaba era el mismo jugador que aún intenta superar la mayor crisis de confianza de toda su carrera. Desde el 0-3 del primer set, metió un sprint de 6 games consecutivos para cerrar el primer set con un 6-3 que bastante sugiere respecto de quien fue el que dictó las reglas para jugar en las siempre rápidas condiciones de la altura de Gstaad.
Agresivo desde su posición en la cancha, Mónaco buscó y encontró la pimienta que su drive había perdido hace ya un largo tiempo. Después, el partido derivó en una marcada paridad que se rompió en el tiebreak. Esa definición, cerrada 7-4 para “Pico”, lo mostró seguro de sus decisiones y preciso para ejecutar lo que había decidido. ¿Y la crisis de confianza? Bien, gracias. Escondida detrás del 6-3 y 7-6 (7-4).
La final contra el español Pablo Andújar planteará, siempre desde la lógica en la mirada previa, un desafío conceptualmente distinto. Comparado con Haase, el español tiene menos capacidad de desborde desde la ejecución de sus golpes, pero puede poner sobre la cancha una combinación de paciencia, regularidad y capacidad de lucha.
Y, claro está, para testear cómo está esa confianza que, al menos ayer, Juan pareció recuperar.
Quien lo haya visto jugar ayer sin saber cuánto ha padecido los últimos 7 meses, difícilmente hubiera arriesgado que ese que peleaba y se alentaba era el mismo jugador que aún intenta superar la mayor crisis de confianza de toda su carrera. Desde el 0-3 del primer set, metió un sprint de 6 games consecutivos para cerrar el primer set con un 6-3 que bastante sugiere respecto de quien fue el que dictó las reglas para jugar en las siempre rápidas condiciones de la altura de Gstaad.
Agresivo desde su posición en la cancha, Mónaco buscó y encontró la pimienta que su drive había perdido hace ya un largo tiempo. Después, el partido derivó en una marcada paridad que se rompió en el tiebreak. Esa definición, cerrada 7-4 para “Pico”, lo mostró seguro de sus decisiones y preciso para ejecutar lo que había decidido. ¿Y la crisis de confianza? Bien, gracias. Escondida detrás del 6-3 y 7-6 (7-4).
La final contra el español Pablo Andújar planteará, siempre desde la lógica en la mirada previa, un desafío conceptualmente distinto. Comparado con Haase, el español tiene menos capacidad de desborde desde la ejecución de sus golpes, pero puede poner sobre la cancha una combinación de paciencia, regularidad y capacidad de lucha.
Y, claro está, para testear cómo está esa confianza que, al menos ayer, Juan pareció recuperar.
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