31 Julio 2014
No son tantas las películas que se conservan de la Primera Guerra Mundial. Y lo poco que había era de difícil acceso: los rollos estaban acumulando polvo en las estanterías. Pero gracias al proyecto “European Film Gateway 1914” de la Unión Europea, se ha conseguido el acceso online a 660 horas de material histórico. Fueron digitalizados cerca de 2.500 títulos entre boletines semanales, documentación, películas y cine de animación.
Apenas se conserva un 20% de las películas rodadas entre 1914 y 1918, explicó el director del proyecto, Georg Eckes. Mucho material se quemó, por ejemplo cuando una bomba destruyó el archivo fílmico alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
El proyecto no genera una valoración radicalmente nueva de la Primera Guerra Mundial, pero sí coteja los enfoques. Por ejemplo, sobre el frente de los Alpes: en un boletín semanal austríaco de 1917 se vende “la lucha heroica con nieve y hielo” como una aventura alpina, con las montañas coloreadas a mano de fondo. Sin embargo, le película documental italiana “Guerra en los Alples”, de 1917, muestra las penalidades de los escaladores para avanzar con material pesado en medio del frío.
Aquellos filmes pasaban por un duro filtro de censura. “Por eso apenas hay grabaciones de las batallas reales -explica la portavoz del Instituto del Cine, Frauke Hass-. Además, durante la Primera Guerra Mundial se toma conciencia del poder de influencia propagandística del cine”.
Los británicos sentaron precedente en 1916. “En la película ‘Battle of the Somme’ se hace de una derrota militar una victoria moral”, explica Eckes. “Esa cinta tuvo en unos pocos meses tantos espectadores como ‘Titanic’”, agrega. Los alemanes quedaron estupefactos y copiaron el modelo un año más tarde. Lamentablemente “Bei unseren Helden an der Somme” era bastante mediocre y falló en la taquilla.
Esas películas de la Primera Guerra Mundial no sólo son interesantes para la historia, sino también para el mundo del arte, pues son difusas las fronteras entre cine documental y de ficción. “Se tomaba material documental y se montaba de forma sugerente”, señala la otra gestora del proyecto, Julia Welter, quien comenta que resulta llamativo que cuanto más duraba la guerra, más películas de ficción se hacían. “La gente estaba harta de los monótonos boletines semanales, había que ser más directos para conmoverlos”, agrega.
Antes de 1914 la producción era mucho más internacional que en la era de la globalización. Claro, antes del cine sonoro no había obstáculos lingüísticos. “Pero con la Primera Guerra Mundial todo eso se interrumpió abruptamente”, señala Eckes. Las naciones enemistadas bloqueaban las películas de sus adversarios y rodaron sus propias historias, con el nacionalismo a pleno. Al final todas se parecen, pues los mecanismos de propaganda eran los mismos.
Apenas se conserva un 20% de las películas rodadas entre 1914 y 1918, explicó el director del proyecto, Georg Eckes. Mucho material se quemó, por ejemplo cuando una bomba destruyó el archivo fílmico alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
El proyecto no genera una valoración radicalmente nueva de la Primera Guerra Mundial, pero sí coteja los enfoques. Por ejemplo, sobre el frente de los Alpes: en un boletín semanal austríaco de 1917 se vende “la lucha heroica con nieve y hielo” como una aventura alpina, con las montañas coloreadas a mano de fondo. Sin embargo, le película documental italiana “Guerra en los Alples”, de 1917, muestra las penalidades de los escaladores para avanzar con material pesado en medio del frío.
Aquellos filmes pasaban por un duro filtro de censura. “Por eso apenas hay grabaciones de las batallas reales -explica la portavoz del Instituto del Cine, Frauke Hass-. Además, durante la Primera Guerra Mundial se toma conciencia del poder de influencia propagandística del cine”.
Los británicos sentaron precedente en 1916. “En la película ‘Battle of the Somme’ se hace de una derrota militar una victoria moral”, explica Eckes. “Esa cinta tuvo en unos pocos meses tantos espectadores como ‘Titanic’”, agrega. Los alemanes quedaron estupefactos y copiaron el modelo un año más tarde. Lamentablemente “Bei unseren Helden an der Somme” era bastante mediocre y falló en la taquilla.
Esas películas de la Primera Guerra Mundial no sólo son interesantes para la historia, sino también para el mundo del arte, pues son difusas las fronteras entre cine documental y de ficción. “Se tomaba material documental y se montaba de forma sugerente”, señala la otra gestora del proyecto, Julia Welter, quien comenta que resulta llamativo que cuanto más duraba la guerra, más películas de ficción se hacían. “La gente estaba harta de los monótonos boletines semanales, había que ser más directos para conmoverlos”, agrega.
Antes de 1914 la producción era mucho más internacional que en la era de la globalización. Claro, antes del cine sonoro no había obstáculos lingüísticos. “Pero con la Primera Guerra Mundial todo eso se interrumpió abruptamente”, señala Eckes. Las naciones enemistadas bloqueaban las películas de sus adversarios y rodaron sus propias historias, con el nacionalismo a pleno. Al final todas se parecen, pues los mecanismos de propaganda eran los mismos.
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Primera Guerra Mundial
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