18 Agosto 2014
Las empresas están en crisis porque responden a modelos de organización que ya no existen, dice Martín Pardo, de la Escuela Profesional de Coaching Ontológico (www.epco.com.ar). Los actores principales que producen el funcionamiento de las empresas están accionando desde paradigmas que ya no son funcionales, agrega. Los sistemas sociales, empresariales, y políticos están en constante movimiento. ¿Cómo podemos entonces liderar en sistemas que se mueven? “Vivimos en la búsqueda de sentido: sentido de pertenencia, de identidad, de transformación personal, y es este último en donde encontramos la congruencia de lo que nos pasa en el vivir”, sostiene.
El riesgo que se corre es transitar la vida en un automático andar sin preguntarse cuál es la misión. Entonces, agrega Pardo, caemos en la recurrencia de darnos explicaciones y nos excusamos por nuestros resultados, y ante las opiniones de los demás. “Este comportamiento es parte de lo que culturalmente se viene estableciendo y esta tendencia es mayor”, indica. Y cabe hacerse algunas preguntas: ¿para qué estoy en este mundo? ¿Para qué estoy haciendo lo que estoy haciendo? “Es curiosa la cantidad de personas que funcionan en un sistema social haciendo lo que no quieren hacer, trabajando en lo que no les agrada, soñando con una vida que sólo existe en sus deseos”, indica.
Sin darnos cuenta caminamos por la vida creando el hábito lingüístico del “tengo que”. Según Pardo, esta expresión no es inocente: trae consigo toda una carga, como una gran mochila llena de obligaciones que se convierte en un ciclo constante del “debe ser de esta manera”; y expresamos: ¡tengo que ir a trabajar! ¡Tengo muchas obligaciones! ¡Tengo el deber de estar al frente de esta empresa!. “Así, nos vamos coartando la posibilidad de transformación personal, abriendo conversaciones con nosotros mismos que nos imposibilitan alcanzar nuestros sueños”, indica.
“Ante todo esto nos vamos convirtiendo en seres que no poseen la capacidad de alcanzar metas en la vida porque siempre estamos culpando a factores externos”, considera el coach ontológico.
Según el experto, en nuestro paso por formaciones académicas, aprendemos métodos acompañados de mucha teoría. “Algunas formaciones son más exigentes que otras y lo que siempre se deja de lado es la esencia de la persona”, alerta. Sin embargo, vuelven a surgir los interrogantes para encontrar sentido a lo que hacemos: ¿estoy haciendo lo que quiero hacer?, ¿estoy eligiendo lo que quiero para mí o es asignado este rol?, ¿estoy siendo quien quiero ser? De allí, las decisiones profesionales y personales.
El riesgo que se corre es transitar la vida en un automático andar sin preguntarse cuál es la misión. Entonces, agrega Pardo, caemos en la recurrencia de darnos explicaciones y nos excusamos por nuestros resultados, y ante las opiniones de los demás. “Este comportamiento es parte de lo que culturalmente se viene estableciendo y esta tendencia es mayor”, indica. Y cabe hacerse algunas preguntas: ¿para qué estoy en este mundo? ¿Para qué estoy haciendo lo que estoy haciendo? “Es curiosa la cantidad de personas que funcionan en un sistema social haciendo lo que no quieren hacer, trabajando en lo que no les agrada, soñando con una vida que sólo existe en sus deseos”, indica.
Sin darnos cuenta caminamos por la vida creando el hábito lingüístico del “tengo que”. Según Pardo, esta expresión no es inocente: trae consigo toda una carga, como una gran mochila llena de obligaciones que se convierte en un ciclo constante del “debe ser de esta manera”; y expresamos: ¡tengo que ir a trabajar! ¡Tengo muchas obligaciones! ¡Tengo el deber de estar al frente de esta empresa!. “Así, nos vamos coartando la posibilidad de transformación personal, abriendo conversaciones con nosotros mismos que nos imposibilitan alcanzar nuestros sueños”, indica.
“Ante todo esto nos vamos convirtiendo en seres que no poseen la capacidad de alcanzar metas en la vida porque siempre estamos culpando a factores externos”, considera el coach ontológico.
Según el experto, en nuestro paso por formaciones académicas, aprendemos métodos acompañados de mucha teoría. “Algunas formaciones son más exigentes que otras y lo que siempre se deja de lado es la esencia de la persona”, alerta. Sin embargo, vuelven a surgir los interrogantes para encontrar sentido a lo que hacemos: ¿estoy haciendo lo que quiero hacer?, ¿estoy eligiendo lo que quiero para mí o es asignado este rol?, ¿estoy siendo quien quiero ser? De allí, las decisiones profesionales y personales.