18 Agosto 2014
Las piernas algún día dejarán de responder y no estará mal ocupar el tiempo y la cabeza con alguna otra pasión. Al menos así razona Emir Ojeda, el volante de 27 años que tiene una meta gigante de ascenso en San Martín pero que también está punto de llegar a la meta en su otra carrera: profesorado de matemática. “Uno siempre tiene que pensar que el fútbol no es para toda la vida. Por eso, como tenía tiempo pese a los entrenamientos, me dediqué a esto”, cuenta el hombre que se les animó a los números mientras jugaba en San Jorge.
No quedan dudas de que su historia no es la típica en el ambiente, pero Emir disfruta de su elección y le saca el jugo. “La verdad que la voy remando bastante bien. Ya me tendría que haber recibido, pero por las cosas que tiene el fútbol, como viajes o pretemporadas, perdí un par de materias. Igual ya estoy al final de la carrera, que dura cinco años. Me falta poquito y si Dios quiere este año me recibo”, avisa. Eso es lo que le importa a él, pese a que de vez en cuando sufra el síntoma de bicho raro. “Converso con gente y cuando me preguntan qué estudio y digo matemática es como que lo ven al diablo. No sé por qué le tienen tanto terror, si es una cosa de la vida cotidiana: si no sabés matemáticas entonces no podés hacer nada”, explica ya con el discurso de cualquier serio profesor.
Nadie en la familia le inculcó el amor al cuco de la mayoría, fue la escuela técnica a la que asistió de adolescente en su Tafí Viejo natal fue la que tuvo que ver. “La base ahí es matemática y yo siempre tuve buenas notas. Le entendía y nunca me costó. Es más, siempre me gustó y saqué el mejor promedio. Era el mejor alumno”, cuenta sus “grosas” facultades Emir, que después del secundario y antes del profesorado estudió un año Ingeniería eléctrica, en la Tecnológica. “Después de eso me tocó ir a San Jorge y pensé que entonces necesitaba algo menos pesado y surgió lo del ‘Instituto Manuel Marchetti’. Fui a averiguar, me gustó, me inscribí y le di para adelante. Y bueno acá estoy en esto que es el mundo de las matemáticas”.
El “profe Ojeda” está seguro de sus dones para dominar los números además de la pelota, pero por el momento no se ve ejerciendo la profesión, quiere tiempo. “Todavía no me puse a pensar en el tema, sólo voy a clases y trato de hacer las cosas bien para poder recibirme ahora. Pero pienso que seré un buen profesor”, se ilusiona.
El esfuerzo es doble
San Martín lo mantiene ocupado y quizás por eso el futuro dando clases aún le resulte lejano. “Es claro, antes estaba en un club como San Jorge que no tenía muchas exigencias. En cambio ahora en San Martín mi vida cambió totalmente. Estoy en un club con mucha historia en donde las exigencias se multiplican por 10”, habla con el manual del matemático.
Lo que no cambió para Emir es la doble responsabilidad. “A la mañana entreno en el club y a la tarde voy al instituto. Con las vacaciones de invierno estuvo todo más tranqui, pero ahora ya voy retomando, sin dejar de lado las cosas que tienen que ver con el club o con el estudio. Para mí las dos son realmente importantes”, jura, sabiéndose ejemplo para aquel que piense que es una cosa u otra. “Si uno tiene aptitud y compromiso sabe que las dos cosas se pueden hacer tranquilamente”, explica. Los chicos en el club valoran su esfuerzo. “Me pasa acá que me están aún conociendo y me pasaba en San Jorge, con Bernasconi también. Sé que si pido permiso para salir antes para llegar a clase no voy a tener problemas. Ellos me hacen el aguante”.
Claro que el sacrificio va acompañado de una familia que, como el club, también apoya. “Mi vieja, Sabina Villalba, falleció hace dos años y ella fue una de las que me impulsó a que siguiera estudiando. La que me apoyó y bancó en todo momento”, recuerda Emir, que hoy vive con su papá, su hermana, su señora y su hijo de seis años, en la casa que antes también mantenía mamá.
La otra parte del aguante en esta vida del futbolista y futuro profesor se la hacen los profes del instituto con su buena onda, sobre todo en el tema asistencias. Ahí Ojeda es el alumno famoso de la clase. “Y ahora que estoy en San Martín es como ser Messi, los profesores siempre leen LA GACETA o ven cuando me hacen notas en la tele. Siempre hay cargadas (porque ellos también son hinchas del “santo” o son de Atlético) y alguna que otra apuesta hay de por medio, ja”, cuenta Emir agradecido con ellos y también con el cuerpo técnico, los que hacen posible que su sueño doble (el del ascenso y poder completar los estudios), pueda llegar a fin de año.
No quedan dudas de que su historia no es la típica en el ambiente, pero Emir disfruta de su elección y le saca el jugo. “La verdad que la voy remando bastante bien. Ya me tendría que haber recibido, pero por las cosas que tiene el fútbol, como viajes o pretemporadas, perdí un par de materias. Igual ya estoy al final de la carrera, que dura cinco años. Me falta poquito y si Dios quiere este año me recibo”, avisa. Eso es lo que le importa a él, pese a que de vez en cuando sufra el síntoma de bicho raro. “Converso con gente y cuando me preguntan qué estudio y digo matemática es como que lo ven al diablo. No sé por qué le tienen tanto terror, si es una cosa de la vida cotidiana: si no sabés matemáticas entonces no podés hacer nada”, explica ya con el discurso de cualquier serio profesor.
Nadie en la familia le inculcó el amor al cuco de la mayoría, fue la escuela técnica a la que asistió de adolescente en su Tafí Viejo natal fue la que tuvo que ver. “La base ahí es matemática y yo siempre tuve buenas notas. Le entendía y nunca me costó. Es más, siempre me gustó y saqué el mejor promedio. Era el mejor alumno”, cuenta sus “grosas” facultades Emir, que después del secundario y antes del profesorado estudió un año Ingeniería eléctrica, en la Tecnológica. “Después de eso me tocó ir a San Jorge y pensé que entonces necesitaba algo menos pesado y surgió lo del ‘Instituto Manuel Marchetti’. Fui a averiguar, me gustó, me inscribí y le di para adelante. Y bueno acá estoy en esto que es el mundo de las matemáticas”.
El “profe Ojeda” está seguro de sus dones para dominar los números además de la pelota, pero por el momento no se ve ejerciendo la profesión, quiere tiempo. “Todavía no me puse a pensar en el tema, sólo voy a clases y trato de hacer las cosas bien para poder recibirme ahora. Pero pienso que seré un buen profesor”, se ilusiona.
El esfuerzo es doble
San Martín lo mantiene ocupado y quizás por eso el futuro dando clases aún le resulte lejano. “Es claro, antes estaba en un club como San Jorge que no tenía muchas exigencias. En cambio ahora en San Martín mi vida cambió totalmente. Estoy en un club con mucha historia en donde las exigencias se multiplican por 10”, habla con el manual del matemático.
Lo que no cambió para Emir es la doble responsabilidad. “A la mañana entreno en el club y a la tarde voy al instituto. Con las vacaciones de invierno estuvo todo más tranqui, pero ahora ya voy retomando, sin dejar de lado las cosas que tienen que ver con el club o con el estudio. Para mí las dos son realmente importantes”, jura, sabiéndose ejemplo para aquel que piense que es una cosa u otra. “Si uno tiene aptitud y compromiso sabe que las dos cosas se pueden hacer tranquilamente”, explica. Los chicos en el club valoran su esfuerzo. “Me pasa acá que me están aún conociendo y me pasaba en San Jorge, con Bernasconi también. Sé que si pido permiso para salir antes para llegar a clase no voy a tener problemas. Ellos me hacen el aguante”.
Claro que el sacrificio va acompañado de una familia que, como el club, también apoya. “Mi vieja, Sabina Villalba, falleció hace dos años y ella fue una de las que me impulsó a que siguiera estudiando. La que me apoyó y bancó en todo momento”, recuerda Emir, que hoy vive con su papá, su hermana, su señora y su hijo de seis años, en la casa que antes también mantenía mamá.
La otra parte del aguante en esta vida del futbolista y futuro profesor se la hacen los profes del instituto con su buena onda, sobre todo en el tema asistencias. Ahí Ojeda es el alumno famoso de la clase. “Y ahora que estoy en San Martín es como ser Messi, los profesores siempre leen LA GACETA o ven cuando me hacen notas en la tele. Siempre hay cargadas (porque ellos también son hinchas del “santo” o son de Atlético) y alguna que otra apuesta hay de por medio, ja”, cuenta Emir agradecido con ellos y también con el cuerpo técnico, los que hacen posible que su sueño doble (el del ascenso y poder completar los estudios), pueda llegar a fin de año.
Temas
Torneo Federal A 2015