En Tucumán existe un partido que jamás pudo integrar una alianza electoral y estuvo condenado, por su génesis y por la ideología propia de su fundador, a correr en solitario en todos los comicios provinciales: Fuerza Republicana, la organización que creó Antonio Bussi. ¿Puede hablar ahora de alianzas el bussismo residual para garantizar su continuidad existencial? ¿Con quién? Antes que nada hay que señalar que si fue solo no sólo fue por una decisión política partidaria -en sus orígenes el apellido Bussi pesaba más que la sigla y hoy esa realidad no es tal-, sino porque ningún partido quiere arrimarse a la organización creada por el ex gobernador militar. Hay pruritos ideológicos; el bussismo es una especie de lastre para otras fuerzas políticas. Así, su suerte está echada: seguirá solo.

Vale mencionar que el cenit de FR ocurrió en 1995, cuando el ex militar ganó en las urnas los comicios y el gobierno de Tucumán con el 47% de los votos, casi 270.000. Luego comenzó el lento descenso de su caudal electoral: 42% en las elecciones de diputados nacionales de 1997, 35% en las de gobernador de 1999 -cuando Ricardo Bussi se fue a dormir como gobernador y se despertó segundo-, 20% en 2001 en los comicios de diputados nacionales, el mismo porcentaje para la de gobernador de 2003 aunque con 122.000 sufragios, 6,8% en 2005 en diputados; en 2007 bajó al 5,11% también en diputados. Trepó un par de puntos en 2009, a 7,97% (fue tercero); en 2011, en la elección de gobernador, obtuvo 25.372 sufragios, el 3,2%, y el año pasado, para elegir diputados, fue tercero con 72.000 votos y un 8,21% de adhesiones. En 20 años fue en declive, cuesta abajo, con unos puntos menos o más en los últimos lustros, pero lejos de la pelea por los principales cargos políticos. Sobrevive con un par de puestos legislativos. ¿FR está condenada a desaparecer como ocurrió con Defensa Provincial Bandera Blanca o prolongará su aparente agonía existencial como partido político provincial? Ricardo Bussi admite que hay pocas chances de armar una alianza, pese a la “vocación frentista de FR” -según afirma-, más que nada por aquellos pruritos. El legislador sugiere mezquindad ideológica a la hora de explicar la eterna soledad electoral de la organización bussista. En solitario, con seguridad, FR no será la “sorpresa” en 2015, no va a ganar la gobernación, una pelea que parece reducida al oficialismo, al opositor radicalismo y a un tercero en discordia que puede provenir del peronismo disidente. Más bien, el partido volverá a disputar con alguna garantía de éxito por bancas de legisladores y de concejales. No más.

¿Es posible un acuerdo, por ejemplo, entre el bussismo y el PRO tucumano? Esta semana se mencionó el posible pase de Claudio Viña, el concejal de FR, al PRO, pero como dice el presidente del partido opositor es más factible que llueva de abajo hacia arriba que eso llegue a ocurrir. Con el macrismo, el bussismo admite que tiene afinidades ideológicas, pero reconoce que en el distrito los referentes del PRO no tienen autonomía funcional para definir un posible pacto electoral, más que nada por aquellos prejuicios sobre FR. O sea, el bussismo sigue condenado a morir en la suya y, eventualmente, a desaparecer en algún tiempo, en esa misma. Desde el PRO admiten que cualquier decisión política que involucre aspectos políticos-electorales deben pasar por la mesa nacional del macrismo, o sea por el propio Mauricio Macri. Y no parece ser que el jefe porteño sea proclive a un acuerdo político con FR, aunque necesite estructuras territoriales.

Bussi confió que en 2003 habló con Esteban Jerez para enfrentar juntos al PJ, pero todo quedó en la nada. “Hoy se repite el escenario con Cano, que va a perder como Jerez”, vaticina, entendiendo que alguna vez la oposición debe animarse a pactar con FR para alentar victorias. Arroja un guante que nadie se anima a recoger. El bussismo es para muchos, mala palabra.

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