Kranevitter recarga pilas en Tucumán

Figura indiscutida del sólido River de Gallardo, el volante vino a la provincia a descansar unas horas y visitar a su familia.

PARTE DE LA FAMILIA. Matías posa con sus hermanos, sobrinos y su mamá, su mejor amiga y confidente. PARTE DE LA FAMILIA. Matías posa con sus hermanos, sobrinos y su mamá, su mejor amiga y confidente.
10 Septiembre 2014
Esas ovaciones semanales son el viento a favor de un chico que no cambia la familia ni los hábitos con los que nació en Tucumán. Matías Kranevitter es hoy una estrella en ascenso en River, es el “León” de un “millonario” con superávit de elogios que se los gana dignamente en la cancha. Hay una mística procesándose en Núñez y “Colo” es uno de los chefs predilectos del staff de Marcelo Gallardo. El mediocampo es el hábitat donde mejor selecciona el menú de la jornada. Kranevitter es un nene que juega al fútbol como un veterano. Con Ramón Díaz alternó posición, pero con el “Muñeco”, después de empezar detrás de un viejo sabueso como Leonardo Ponzio, se adueñó de la aduana. Es figura. En el Monumental y afuera también. Pero acá, en Yerba Buena, pese a ser uno de los ídolos en camino del “millo”, Matías es uno más. Su casa es una fiesta cuando él está. La familia está completa.

LG Deportiva llega justo en el horario de la sobremesa. La camaradería de los Kranevitter los enaltece aún más. Hijo de padres trabajadores, Matías es la punta de un iceberg de hermanos deportistas. No sólo él la entiende con la número cinco. Está Gastón, enganche por naturaleza que la rompe en la Reserva de Atlético. “Es el mejor”, asegura el niño mimado de Núñez sobre su hermanito, sin quitarle méritos a Andrés, centrodelantero de la Novena “decana” que es goleador. Lucas y Hernán, en cambio, optaron por seguir las raíces de las adyacencias del barrio: el golf. Son buenos aficionados con proyección profesional.

“Gracias a Dios pude venir a descansar unas horas”, explica quien tiene las valijas listas para regresar a Buenos Aires. Treinta y cinco horas pasan volando. “Veníamos de una seguidilla de partidos, entonces el técnico decidió darnos dos días libres. Nos vinieron bien”, aclara el caudillo “millonario”, cuyo destino parece ser el cielo de los grandes. No sólo brilla en River. Los rumores ya lo ubican en el fútbol grande de Europa a partir de enero de 2015 y parece que será una fija, pronto, en las listas de Gerardo Martino en la Selección. “Me está yendo muy bien en lo individual, pero sobre todo nos va bien como grupo. Venimos sosteniendo un alto nivel. Lo difícil es mantenerlo así que hay que seguir trabajando”, dice. Habla como un señor hecho y derecho un Matías que prefiere gambetear los rumores y elogios de la prensa nacional. Lo suyo es el bajo perfil. “Se dice mucho de mí, sí, pero yo trato de seguir adelante con humildad y responsabilidad. Si tengo esa posibilidad de ir a la Selección en algún momento, seguramente voy a estar muy contento y a la vez agradecido”.

El último domingo Kranevitter dejó el césped del Monumental entre aplausos y saludos. “Son los momentos que te regala el fútbol y que no te olvidás jamás. Que coreen tu nombre es impagable. Lo voy a guardar siempre en mi corazón”, humildad ante todo entrega este chico de 21 años. “Recuerdo cada paso que di en River. Y, creo, aproveché cada momento. Cada segundo dentro de la cancha era todo para mí; sabía que en algún momento iba a tener mi oportunidad”, cita “Colo”, evocando la fórmula que lo llevó al éxito: la paciencia. Y si de serenidad se trata, el máximo objetivo del grupo es, claro, volver a llevar a River a los primeros planos internacionales, sin tropezar en el intento. Y para que ello ocurra, la Copa Sudamericana es la gran tentación. “Creo que la prioridad es ganarla, aunque todos los torneos que estamos jugando sean importantes... Queremos ganar todo”, jura quien no necesita de las playas del Caribe para relajarse.

“Seguro. Al otro día del último partido ya estoy acá. Son pocos días los que tengo y quiero estar muy cerca de mi familia y de mis amigos. Eso no se cambia por nada del mundo. Cuando estoy en casa soy el hombre más feliz del mundo, disfruto y descanso mientras tomo mate con mi mamá (Sandra); con ella charlo de todo y todo el tiempo. Lo mismo con mi papá (Claudio)”.

El tiempo pasa volando. Es hora de partir rumbo al aeropuerto, de la despedida. Es hora de volver a la realidad, de volver al trabajo y de seguir brillando.

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