05 Octubre 2014
BUENOS AIRES.- Alejandro Vanoli, el nuevo presidente del directorio del Banco Central, salió a disputarle una batalla al mercado del dólar con las armas que el ministro de Economía, Axel Kicillof, le negó a Juan Carlos Fábrega, anterior conductor de la entidad: una fuerte suba de las tasas de interés.
No sólo se trata de introducir estímulos disuasivos para la adquisición de divisas, sino que las medidas apuntan a intervenir en el mercado y a mejorar los rendimientos en pesos, sin dejar de atender la regulación de los excedentes monetarios.
Este no es un aspecto menor, ya que el Banco Central será finalmente el árbitro de la contienda, en la medida que consiga hacer efectivos los mecanismos de absorción monetaria.
De manera implícita, tanto Vanoli como Kicillof están reconociendo que la emisión monetaria es el combustible de la inflación y se ha transformado en un dolor de cabeza, no sólo para el gobierno sino para toda la economía.
Tal es ese reconocimiento, que el abanico de instrumentos desplegados por Vanoli comprendió también a una mayor absorción monetaria vía las operaciones de pases, un elemento que junto con las colocaciones de Lebac se convertirán en el termómetro del mercado financiero y en el epicentro de la intervención del BCRA.
Los pases pasivos a un día pasaron hoy del 9% al 13% y para las operaciones a siete días, los rendimientos saltaron del 9,5% al 14%, lo cual implica una suba de casi 50% en esa retribución.
El BCRA manejará las Lebac en función de los excedentes de liquidez e indirectamente los ofrecimientos mínimos para el público. Por ahora, las tasas mínimas al público mejoran levemente y se igualan a las colocaciones de grandes clientes. Esto significa que sobre el interés que pagan las Letras de casi 27%, de acuerdo con la última licitación, la tasa mínima para los plazos fijos superaría levemente 23%.
Paralelamente, la suba de la garantía de los depósitos a plazo fijo de $ 120.000 a $ 350.000, un monto que no se actualizaba desde 2009, apunta a ponerle paños fríos a los temores de los ahorristas, en tiempos de turbulencia, y para alejar los fantasmas del 2001.
La artillería de Vanoli busca rápidamente bajar el apetito por el dólar, en momentos en que no ingresan divisas al país.
Sin embargo, sin bien la absorción de liquidez calmaría los ánimos, por el momento, el costo de subir las tasas y absorber liquidez va a traer aparejado un efecto peligroso: menor actividad económica y aumento del déficit cuasi fiscal.
No sólo se trata de introducir estímulos disuasivos para la adquisición de divisas, sino que las medidas apuntan a intervenir en el mercado y a mejorar los rendimientos en pesos, sin dejar de atender la regulación de los excedentes monetarios.
Este no es un aspecto menor, ya que el Banco Central será finalmente el árbitro de la contienda, en la medida que consiga hacer efectivos los mecanismos de absorción monetaria.
De manera implícita, tanto Vanoli como Kicillof están reconociendo que la emisión monetaria es el combustible de la inflación y se ha transformado en un dolor de cabeza, no sólo para el gobierno sino para toda la economía.
Tal es ese reconocimiento, que el abanico de instrumentos desplegados por Vanoli comprendió también a una mayor absorción monetaria vía las operaciones de pases, un elemento que junto con las colocaciones de Lebac se convertirán en el termómetro del mercado financiero y en el epicentro de la intervención del BCRA.
Los pases pasivos a un día pasaron hoy del 9% al 13% y para las operaciones a siete días, los rendimientos saltaron del 9,5% al 14%, lo cual implica una suba de casi 50% en esa retribución.
El BCRA manejará las Lebac en función de los excedentes de liquidez e indirectamente los ofrecimientos mínimos para el público. Por ahora, las tasas mínimas al público mejoran levemente y se igualan a las colocaciones de grandes clientes. Esto significa que sobre el interés que pagan las Letras de casi 27%, de acuerdo con la última licitación, la tasa mínima para los plazos fijos superaría levemente 23%.
Paralelamente, la suba de la garantía de los depósitos a plazo fijo de $ 120.000 a $ 350.000, un monto que no se actualizaba desde 2009, apunta a ponerle paños fríos a los temores de los ahorristas, en tiempos de turbulencia, y para alejar los fantasmas del 2001.
La artillería de Vanoli busca rápidamente bajar el apetito por el dólar, en momentos en que no ingresan divisas al país.
Sin embargo, sin bien la absorción de liquidez calmaría los ánimos, por el momento, el costo de subir las tasas y absorber liquidez va a traer aparejado un efecto peligroso: menor actividad económica y aumento del déficit cuasi fiscal.
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