Por LA GACETA
22 Octubre 2014
No son casos aislados. Se repiten cada vez más con mayor frecuencia. Los crímenes callejeros que tienen por protagonistas a motoarrebatadores generan más que preocupación en una buena parte de la sociedad. Hasta hace unos años era difícil imaginar que un delincuente fuese capaz de matar para apoderarse de un par de zapatillas, un teléfono móvil, una billetera, una cartera, una moto o cualquier otra cosa en la vía pública, incluso aunque las víctimas no ofrezcan resistencia.
En la mañana del lunes, se produjo un nuevo episodio. Alrededor de las 9, en la esquina de avenida Colón y pasaje García Morente, un comerciante de 26 años fue baleado por un sujeto que le arrebató una mochila con dinero. En este caso, la víctima se resistió. Afortunadamente, luego de ser operado, el comerciante quedó fuera de peligro, según se informó.
En nuestra edición de ayer, un juez de Necochea y director de la Asociación Pensamiento Penal afirmó que el incremento de policías no garantiza una mayor efectividad en la lucha contra el delito. “La experiencia demuestra que el aumento de policías o la militarización de las calles no significa una mejor seguridad. En la provincia de Buenos Aires tenemos más de 90.000 hombres y a las pruebas me remito para opinar sobre la seguridad”, dijo.
El vicario de la Solidaridad y Asuntos Sociales, monseñor Melitón Chávez, afirmó: “se debe trabajar en la prevención y el cuidado de las familias para darles a estos jóvenes un rumbo distinto al que les ofrecen las drogas y el alcohol. Además se tiene que saber que esto es algo que viene ocurriendo hace mucho y que no se va a resolver de forma mágica de un día para el otro. Es un problema que se debe trabajar en conjunto desde las organizaciones intermedias, la Iglesia y el Estado”. Agregó que la ausencia de figuras paternas y la falta de sentido a la vida suelen provocar este tipo de violencia. “Pero es una situación que tiene múltiples causas que deben abordarse en conjunto”, dijo.
Hace tres años, la investigadora y socióloga Lucía Cid Ferreira comentó que estudios efectuados en países avanzados mostraban que los delitos evolucionaban independientemente de las acciones de la policía o de la justicia. “La presencia de la policía puede brindar una mayor sensación de seguridad, pero no existen evidencias de que la policía por sí misma prevenga el delito. Aunque el sentido común reclame más policías y penas más duras, los factores fundamentales que explican el aumento de los delitos están fuera del alcance de la policía y de la justicia penal”. dijo.
La realidad muestra que se atacan los efectos y no las causas, de ese modo, no puede existir la prevención. La violencia es un reflejo del deterioro de una sociedad. La desigualdad social, el analfabetismo, la marginalidad, la desocupación, la falta de oportunidades, la disgregración familiar, son algunas de las causas que generan no sólo la violencia y el delito, sino también el consumo de sustancias ilegales, como un escape a una realidad desesperanzada. El Estado carece de una política integral que incluya la educación, el deporte, la salud, la seguridad, la cultura, surgida del aporte de ideas de las universidades, las instituciones civiles, religiosas, barriales, y que se aplique en forma coordinada. Repetir la misma fórmula hasta el cansancio no resolverá este grave problema social. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, afirmaba Albert Einstein.
En la mañana del lunes, se produjo un nuevo episodio. Alrededor de las 9, en la esquina de avenida Colón y pasaje García Morente, un comerciante de 26 años fue baleado por un sujeto que le arrebató una mochila con dinero. En este caso, la víctima se resistió. Afortunadamente, luego de ser operado, el comerciante quedó fuera de peligro, según se informó.
En nuestra edición de ayer, un juez de Necochea y director de la Asociación Pensamiento Penal afirmó que el incremento de policías no garantiza una mayor efectividad en la lucha contra el delito. “La experiencia demuestra que el aumento de policías o la militarización de las calles no significa una mejor seguridad. En la provincia de Buenos Aires tenemos más de 90.000 hombres y a las pruebas me remito para opinar sobre la seguridad”, dijo.
El vicario de la Solidaridad y Asuntos Sociales, monseñor Melitón Chávez, afirmó: “se debe trabajar en la prevención y el cuidado de las familias para darles a estos jóvenes un rumbo distinto al que les ofrecen las drogas y el alcohol. Además se tiene que saber que esto es algo que viene ocurriendo hace mucho y que no se va a resolver de forma mágica de un día para el otro. Es un problema que se debe trabajar en conjunto desde las organizaciones intermedias, la Iglesia y el Estado”. Agregó que la ausencia de figuras paternas y la falta de sentido a la vida suelen provocar este tipo de violencia. “Pero es una situación que tiene múltiples causas que deben abordarse en conjunto”, dijo.
Hace tres años, la investigadora y socióloga Lucía Cid Ferreira comentó que estudios efectuados en países avanzados mostraban que los delitos evolucionaban independientemente de las acciones de la policía o de la justicia. “La presencia de la policía puede brindar una mayor sensación de seguridad, pero no existen evidencias de que la policía por sí misma prevenga el delito. Aunque el sentido común reclame más policías y penas más duras, los factores fundamentales que explican el aumento de los delitos están fuera del alcance de la policía y de la justicia penal”. dijo.
La realidad muestra que se atacan los efectos y no las causas, de ese modo, no puede existir la prevención. La violencia es un reflejo del deterioro de una sociedad. La desigualdad social, el analfabetismo, la marginalidad, la desocupación, la falta de oportunidades, la disgregración familiar, son algunas de las causas que generan no sólo la violencia y el delito, sino también el consumo de sustancias ilegales, como un escape a una realidad desesperanzada. El Estado carece de una política integral que incluya la educación, el deporte, la salud, la seguridad, la cultura, surgida del aporte de ideas de las universidades, las instituciones civiles, religiosas, barriales, y que se aplique en forma coordinada. Repetir la misma fórmula hasta el cansancio no resolverá este grave problema social. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, afirmaba Albert Einstein.