Los vecinos del barrio Santo Cristo dicen que los asaltan en las narices de los policías

Hartos de los delitos que ocurrieron a metros de la comisaría y de la cárcel de mujeres, los habitantes pidieron mayor protección Más de 100 personas se movilizaron hasta la dependencia policial y el municipio. Piden elaborar un plan multi-institucional

ENOJO. El barrio se levantó luego de que balearan a un joven de 21 años para robarle el celular y de que arrastraran a una mujer para quitarle la cartera. la gaceta  / fotos de gustavo rodríguez ENOJO. El barrio se levantó luego de que balearan a un joven de 21 años para robarle el celular y de que arrastraran a una mujer para quitarle la cartera. la gaceta / fotos de gustavo rodríguez
23 Octubre 2014
Los vecinos del barrio Santo Cristo dicen que era uno de los lugares más tranquilos de Banda del Río Salí. Allí está ubicada la comisaría del municipio y la cárcel de mujeres, lo que le aportaba seguridad. Sin embargo, en los últimos tres meses, se transformó en tierra de nadie. Ahora es la capital de la impotencia y la bronca del municipio.

“Vivo acá hace más de 30 años y nunca pasó algo así. Te roban a la mañana, a la siesta y a la noche. No tenemos paz. Nos asaltan en las narices de los que deben cuidarnos”, se quejó Luciana Medina, una ama de casa que desde hace 30 años ve crecer el barrio y que participó de la marcha que realizaron los vecinos el martes por la noche.

Los habitantes del vecindario dijeron basta. Organizaron la movilización con el sistema de boca en boca. Por eso, pasadas las 21, casi 100 personas se reunieron en la plaza Eva Perón. Desde un primer momento, los manifestantes aclararon que este era un movimiento sin tintes políticos y sólo aceptaron la presencia del edil amayista Hugo Bustos, representante del barrio. “Él se encargó del soporte y nada más. Puso la mesa para que firmáramos la nota y trajo a los chicos para que tocaran el bombo. Nos movilizamos por la bronca”, dijo Esteban Ramírez.

La bronca floreció por el caso de David Villafañe, un joven de 21 años que el domingo recibió un disparo en el muslo frente a la unidad penitenciaria y a metros de la comisaría, por resistirse al robo de su celular. Pero el hartazgo explotó por el arrebato que sufrió el lunes Marcela Olivares en la misma cuadra en la que el joven había sido baleado.

“Me bajé del ómnibus en la plaza Eva Perón y no terminé de acomodarme cuando sentí un tirón en la cartera. Como me resistí, me arrastraron cuatro metros. Terminé lastimada y con una fisura en el hombro”, dijo la docente del colegio parroquial del barrio. “Hice la denuncia porque estaba a metros de la comisaría. Me dijeron que no podían hacer nada porque no tenían móviles. Como me sacaron todo, volví para ver si habían podido recuperar mis pertenencias, pero los pocos policías que había en la comisaría estaban viendo Tinelli. Por eso los delincuentes les perdieron el respeto a los policías”, agregó. Luego dijo que ya perdió la cuenta de la cantidad de conocidos que sufrieron la inseguridad en carne propia.

En silencio, los vecinos se reunieron en la plaza Eva Perón, el lugar en que, según dicen, se reúnen los “jóvenes sin futuro”, como ellos los llaman. Los mismos que todos los días, especialmente los fines de semanas, se reúnen a tomar bebidas alcohólicas y consumir drogas. “Es un espacio público que tiene juegos infantiles que nadie puede usar por miedo a que les roben”, explicó Gustavo Castro, otro vecino indignado. Tanto temor genera esta ola de delincuencia que los comercios vecinos, como pasa en gran parte de la provincia, siempre atienden a través de las rejas o inventaron el sistema de no venderles nada a los clientes que se niegan a sacarse los cascos para poder observarles el rostro.

Mientras que la presidenta Cristina Fernández pronunciaba la frase “la inseguridad tiene mucho marketing”; los habitantes del barrio Santo Cristo, en la primera parada de la marcha, se detuvieron frente a la comisaría. De la vetusta y derruida dependencia no salió nadie a hablar con ellos, pero sí redoblaron la guardia por las dudas. También de allí salió la orden de poner dos efectivos para hacer presencia el martes, día de la manifestación. Pero ayer se redujo a un efectivo, que comenzó a vigilar la plaza después de las 8 de la mañana. Es decir, fuera del horario en el que se cometieron los delitos.

Con velas encendidas, señal de esperanza para que las cosas cambien, los manifestantes se dirigieron a la sede municipal. Querían pedirle al intendente Zacarías Khoder que se involucrara más en este tema. Lo hicieron oralmente y a través de una nota, que también le será presentada a Paul Hofer, secretario de Seguridad.

En el documento, además de pedir más efectivos para la comisaría (cuenta con unos 50 para cubrir las necesidades de más de 64.000 habitantes) y dos móviles (deben cubrir una superficie de 37 kilómetros cuadrados), buscan una salida más integral.

Pretenden crear una comisión multi-institucional en la que se involucren Khoder, Hofer, la Iglesia y las autoridades de los distintos establecimientos educativos de la zona para que todos aporten lo suyo para que el “marketing de la inseguridad” desaparezca cuanto antes.

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