Ciccioli, imputado por el crimen del campesino Ferreyra, se declaró inocente

"No sé de qué se me acusa", insistió el sojero, señalado como autor intelectual del crimen. Juárez, quien hizo el disparo mortal, dijo que "sólo se defendió".

ACUSADO. Ciccioli dijo que no es un gran empresario sojero, sino un pequeño productor. FOTO DE INFOJUS.GOV.AR ACUSADO. Ciccioli dijo que no es un gran empresario sojero, sino un pequeño productor. FOTO DE INFOJUS.GOV.AR
27 Noviembre 2014
SANTIAGO DEL ESTERO.- Jorge Ciccioli, el empresario acusado, junto con otros cinco hombres, del crimen del militante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase), Cristian Ferreyra, se declaró inocente del asesinato cometido en 2011, en medio de un conflicto por la tierra. También lo hizo el acusado de ser el autor material del crimen, Francisco Javier Juárez. La semana que viene serán los alegatos y se conocerá la sentencia.

Ciccioli declaró en el juicio que se realiza en Monte Quemado, Santiago del Estero. El empresario, acusado de contratar a la patota que atacó a Ferreyra y a otros militantes campesinos, insistió ante el tribunal que no es “un poderoso productor sojero” y que compró 1.860 hectáreas de forma legal.

“Soy simplemente un pequeño productor agropecuario”, agregó ante el resto de los acusados, Carlos Abregú, Mario Abregú, Víctor Juárez y Walter Juárez, que lo escuchaban con atención. Calificó de injusta su detención y aclaró que desde hace tres años que no ve a su hija discapacitada, publicó el portal Infonews.   

El 16 de noviembre de 2011, después del mediodía, Ferreyra, de 23 años, se reunió con sus compañeros del Mocase-Vía Campesina, en la casa de Darío Godoy, que vive en Campo de Mayo, para debatir sobre la defensa de las 2.000 hectáreas comunitarias donde vive la comunidad indígena Lule Vilela, a la que pertenecían.

Ya habían frenado a tomadoras que habían desmontado unas 200 hectáreas, pero en los últimos días habían aparecido “hacheros” que empezaron a cortar el bosque de nuevo.

Según relataron testigos, ese día, cerca de las 15, una moto llegó a la casa, a bordo iban Javier y Anton Juárez. Darío fue el primero en salir a la puerta, pero Javier Juárez preguntaba insistentemente por Cristian. Tanto Javier como Anton eran empleados del empresario santafesino Jorge Ciccioli, quien decía que los terrenos eran de su propiedad porque los había comprado en febrero de ese año en Metán, Salta.

“Ustedes siguen queriendo joder con este campo”, les recriminó Juárez, cuando Cristian salió a la puerta. Juárez llevaba una Itaka recortada. Casi sin levantarla, disparó y el tiro dio en la pierna de Cristian, que empezó a desangrarse; la bala le había atravesado la arteria femoral.

A Darío también lo hirieron en una pierna. Sergio Ferreyra, primo de Cristian, se abalanzó sobre Juárez y logró sacarle el arma. El joven se desangró en el trayecto entre la finca y Monte Quemado, la ciudad más importante de la zona, a 50 kilómetros. 

Sobre la presunta legalidad de la compra de las 1.860 hectáreas explicó que todos los papeles de titularidad habían sido chequeados por un escribano y que para poder comprar ese campo vendió otro que tenía en la provincia de Santa Fe, de donde es oriundo.

Ciccioli dijo que compró, en febrero de 2011, ese campo al empresario tucumano Enrique Luque -en una transacción que se hizo en Metán, provincia de Salta-. El territorio forma parte de los 6 millones de hectareas que aún están en conflicto en la provincia de Santiago del Estero aunque, según insistió el productor, no sabía que esas hectáreas estaban en conflicto con el Mocase, y aclaró que él compró un campo que ya estaba alambrado.

Francisco Javier Juárez, el acusado de haberle disparado a Cristian, en su versión de aquel día, dijo que Cristian y Darío Godoy (el otro herido de bala en aquella siesta) estaban amenazando con quemar postes del campo de Ciccioli y que ese 16 de noviembre él andaba en su moto y cuando pasó por la casa de Godoy este lo llamó.

Ahí discutieron y apareció Cristian que, según Juárez, lo había amenazado. Después contó que le vio algo en la cintura y que después lo empezaron a patotear hasta el punto en que lo iban a golpear. Dijo que fue en ese momento en que sacó el arma y disparó. “Nunca quise matar, solo me defendí”, le dijo a los jueces Élida Suárez de Bravo, María Angélica Peralta de Aguirre y Federico López Alzogaray.

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