01 Diciembre 2014
DEVOLVIÓ GENTILEZAS. La gente, incluso antes que Gallardo lo haga ingresar, ovacionó a Cavenaghi que esperaba en el banco de suplentes. Cuando entró, “El Torito” a puro gol le retribuyó el gesto al público. télam
River sigue vivo, más vivo que nunca. En Sudamérica, pero también en Argentina. El “millo”, con un hombre menos durante media hora, superó 3-2 a Banfield y forzó la postergación del festejo de Racing al menos por dos semanas.
Con un doblete del inmortal Fernando Cavenaghi -que superó la marca de 100 goles con la banda roja sobre la piel- y un tanto de su figura, Carlos Sánchez, dio vuelta la historia en un segundo tiempo electrizante y peleará el título hasta el último suspiro.
Además, hubo una buena para Matías Kranevitter: el “Colo” volvió al banco de suplentes, tras la lesión que lo marginó de las canchas durante dos meses. No entró, pero ya es una opción para las finales de la Copa Sudamericana.
En la vida como en el fútbol, es mejor no depender más que de sí mismo. Y en ese contexto, el Monumental vivió una tarde extraña. Este muleto de River, con apenas cuatro de los titulares de la gesta ante Boca, salió a jugar sabiendo del gol de Gastón Díaz en Rosario. Y a los nueve minutos, un manto de silencio descendió sobre el coliseo, con la noticia de que Diego Milito encaminaba a Racing hacia el cetro. Poco y nada había pasado en Núñez cuando Milito liquidó la historia frente a Central, con el tercero de su equipo. Apenas un cabezazo de Santiago Salcedo por encima del travesaño y un remate de Teo Gutiérrez. La mayor emoción se había dado antes del pitazo inicial de Darío Herrera, en esa ovación a la que se hizo acreedor Matías Almeyda. Al grito de “Peladooo, Peladooo” le siguió un sentido reconocimiento a Marcelo Gallardo. Y hubo una segunda ovación, tributada al ícono histórico Cavenaghi, esperando su turno en el banco para otra tarde de gloria. River fue en esa etapa inicial un manojo de voluntades deshilvanadas. Mucho entusiasmo y nada de juego. Un Banfield más cauto de lo habitual esperó paciente que se le abrieran los caminos. En realidad, los terminó abriendo solito y solo Nicolás Bertolo, con un golazo a los 41: se metió entre dos defensores, midió el derechazo, travesaño y adentro.
El panorama pintaba más oscuro que el cargado cielo porteño para el local. Pero Gallardo movió un par de piezas sobre el tablero, con buen resultado. Sánchez y Cavenaghi, por Gabriel Mercado y Teo. Y el “Cavegol”, pese a su inactividad, mostró su categoría a los 54: derechazo desde 40 metros, pique de la pelota y Gaspar Servio, lento para tirarse, que comparte la autoría con el gran goleador. La pantalla LED recién inaugurada y el estadio en pleno le rindió homenaje al ídolo, en su gol número 100 con La Banda. Y apenas tres minutos después, Sánchez facturó de cabeza para el 2-1. Pero Osmar “El Malevo” Ferreyra se hizo expulsar y Augusto Solari mostró su poco oficio en la marca: penal y toque de distinción de Salcedo, para igualar a dos.
River lo fue a buscar con el coraje de todos y con la polenta de Sánchez. Solari se reivindicó cuando, más que Augusto fue Santiago: se metió en el área y lo bajaron. Y hubo Cavedoblete desde los 12 pasos. Marcelo Barovero volvió a erigirse en héroe, con dos atajadas notables. Y River prolongó la fiesta del superclásico. Ahora, el equipo de Gallardo vuela hacia Medellín cobijando un sueño. En su camino, Atlético Medellín. Después, pensará en Quilmes.
Con un doblete del inmortal Fernando Cavenaghi -que superó la marca de 100 goles con la banda roja sobre la piel- y un tanto de su figura, Carlos Sánchez, dio vuelta la historia en un segundo tiempo electrizante y peleará el título hasta el último suspiro.
Además, hubo una buena para Matías Kranevitter: el “Colo” volvió al banco de suplentes, tras la lesión que lo marginó de las canchas durante dos meses. No entró, pero ya es una opción para las finales de la Copa Sudamericana.
En la vida como en el fútbol, es mejor no depender más que de sí mismo. Y en ese contexto, el Monumental vivió una tarde extraña. Este muleto de River, con apenas cuatro de los titulares de la gesta ante Boca, salió a jugar sabiendo del gol de Gastón Díaz en Rosario. Y a los nueve minutos, un manto de silencio descendió sobre el coliseo, con la noticia de que Diego Milito encaminaba a Racing hacia el cetro. Poco y nada había pasado en Núñez cuando Milito liquidó la historia frente a Central, con el tercero de su equipo. Apenas un cabezazo de Santiago Salcedo por encima del travesaño y un remate de Teo Gutiérrez. La mayor emoción se había dado antes del pitazo inicial de Darío Herrera, en esa ovación a la que se hizo acreedor Matías Almeyda. Al grito de “Peladooo, Peladooo” le siguió un sentido reconocimiento a Marcelo Gallardo. Y hubo una segunda ovación, tributada al ícono histórico Cavenaghi, esperando su turno en el banco para otra tarde de gloria. River fue en esa etapa inicial un manojo de voluntades deshilvanadas. Mucho entusiasmo y nada de juego. Un Banfield más cauto de lo habitual esperó paciente que se le abrieran los caminos. En realidad, los terminó abriendo solito y solo Nicolás Bertolo, con un golazo a los 41: se metió entre dos defensores, midió el derechazo, travesaño y adentro.
El panorama pintaba más oscuro que el cargado cielo porteño para el local. Pero Gallardo movió un par de piezas sobre el tablero, con buen resultado. Sánchez y Cavenaghi, por Gabriel Mercado y Teo. Y el “Cavegol”, pese a su inactividad, mostró su categoría a los 54: derechazo desde 40 metros, pique de la pelota y Gaspar Servio, lento para tirarse, que comparte la autoría con el gran goleador. La pantalla LED recién inaugurada y el estadio en pleno le rindió homenaje al ídolo, en su gol número 100 con La Banda. Y apenas tres minutos después, Sánchez facturó de cabeza para el 2-1. Pero Osmar “El Malevo” Ferreyra se hizo expulsar y Augusto Solari mostró su poco oficio en la marca: penal y toque de distinción de Salcedo, para igualar a dos.
River lo fue a buscar con el coraje de todos y con la polenta de Sánchez. Solari se reivindicó cuando, más que Augusto fue Santiago: se metió en el área y lo bajaron. Y hubo Cavedoblete desde los 12 pasos. Marcelo Barovero volvió a erigirse en héroe, con dos atajadas notables. Y River prolongó la fiesta del superclásico. Ahora, el equipo de Gallardo vuela hacia Medellín cobijando un sueño. En su camino, Atlético Medellín. Después, pensará en Quilmes.
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