14 Diciembre 2014
HISTÓRICO. Naresse lleva casi 60 años ligado al rugby, la gran pasión de su vida. la gaceta / foto de diego aráoz
Escuchar que el rugby es sólo un juego sería un insulto para Mario Alfredo Naresse. Para él es mucho más que eso: es un amor que lo tiene atrapado desde hace más de medio siglo. Esa extensa relación correspondida le valió el Cap 2014, la máxima distinción que otorga la Unión tucumana.
“Se siente mucha alegría, agradecimiento y amor a lo que hecho toda mi vida, que es el rugby”, resumió quien hoy es vicepresidente de Lince, pero alguna vez fue jugador, allá por la década del 60, luego dirigente de hockey y presidente de su club, entre otros hitos personales. Aún así, Naresse aseguró que no lo esperaba. “Fue una gran emoción. Cuando me llamó el presidente (Fernando Martoni) para comunicarme la decisión, a la noche me costó conciliar el sueño. Es hermoso pertenecer a este mundo que es el rugby. Es lo mejor que me ha tocado vivir”, se emocionó.
Ahora bien, ¿de qué vale ser reconocido si no hay con quién compartirlo al llegar a casa? “El rol de mi familia en esto ha sido importantísimo. Sin el acompañamiento de ellos no habría llegado hasta aquí. No sólo están a la par de este logro, sino que viven conmigo cada momento que como fanático del rugby tengo”, agradeció.
En su segunda casa lo espera su otra familia, la que viste de rojo y gris. “A Lince le diría: gracias por existir, porque sino fuera el club yo no tendría en mis manos este reconocimieno. Lince es mi origen y lo único que me falta para sentirme completo es verlo campeón. Seguramente en algún momento se va a dar, porque se está trabajando bien”.
A Mario no le molesta el aggiornamiento del rugby, muy diferente al de su época de jugador, pero confiesa que no lo convencen algunos detalles del semiprofesionalismo al que ha llegado el rugby tucumano. “Vengo del amateurismo puro y siento que se va contaminando. Me asusta. El semiprofesionalismo nos va quitando jugadores. Los clubes económicamente van perdiendo fuerza, porque van perdiendo los derechos de formación, y eso es algo que debería tenerse en cuenta”.
“Se siente mucha alegría, agradecimiento y amor a lo que hecho toda mi vida, que es el rugby”, resumió quien hoy es vicepresidente de Lince, pero alguna vez fue jugador, allá por la década del 60, luego dirigente de hockey y presidente de su club, entre otros hitos personales. Aún así, Naresse aseguró que no lo esperaba. “Fue una gran emoción. Cuando me llamó el presidente (Fernando Martoni) para comunicarme la decisión, a la noche me costó conciliar el sueño. Es hermoso pertenecer a este mundo que es el rugby. Es lo mejor que me ha tocado vivir”, se emocionó.
Ahora bien, ¿de qué vale ser reconocido si no hay con quién compartirlo al llegar a casa? “El rol de mi familia en esto ha sido importantísimo. Sin el acompañamiento de ellos no habría llegado hasta aquí. No sólo están a la par de este logro, sino que viven conmigo cada momento que como fanático del rugby tengo”, agradeció.
En su segunda casa lo espera su otra familia, la que viste de rojo y gris. “A Lince le diría: gracias por existir, porque sino fuera el club yo no tendría en mis manos este reconocimieno. Lince es mi origen y lo único que me falta para sentirme completo es verlo campeón. Seguramente en algún momento se va a dar, porque se está trabajando bien”.
A Mario no le molesta el aggiornamiento del rugby, muy diferente al de su época de jugador, pero confiesa que no lo convencen algunos detalles del semiprofesionalismo al que ha llegado el rugby tucumano. “Vengo del amateurismo puro y siento que se va contaminando. Me asusta. El semiprofesionalismo nos va quitando jugadores. Los clubes económicamente van perdiendo fuerza, porque van perdiendo los derechos de formación, y eso es algo que debería tenerse en cuenta”.
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular