Por Carlos Páez de la Torre H
16 Diciembre 2014
VILLA QUINTEROS. Plano de delineación ejecutado en 1889 por el Departamento Topográfico y firmado por su director, ingeniero Modesto F. Sosa. la gaceta / archivo
Un acto de nepotismo que entendemos poco conocido, tuvo lugar el 21 de noviembre de 1888, cuando el gobernador Lídoro J. Quinteros autorizó la fundación de una villa que llevaba su apellido, “en Río Seco, primer distrito del departamento de Monteros”.
Todo empezó el 23 de abril, cuando Ricardo Rivero y C.M. García se presentaron al Gobierno, ofreciendo donar los terrenos para que se erigiera “una villa” en ese punto. Argumentaban que en torno al ingenio La Providencia estaba surgiendo desordenadamente la edificación. El proceso se incrementaría con la construcción del Ferrocarril Provincial, y era preciso encauzarlo.
Rivero y García no proponían un nombre concreto. Sólo terminaban diciendo que “la mensura, delineación y ubicación” de la futura villa, “perpetuará a nuestro juicio el nombre de los ciudadanos que han merecido la confianza de esta rica y próspera provincia”, resolviendo además “un problema de importancia” para sus intereses futuros. En otra presentación, del 30 de ese mes, Abel del Corro y J. Reto, ofrecían donar el terreno para la estación.
De las actuaciones posteriores que conserva el Archivo Histórico, tampoco surge propuesta alguna de denominación. Pero rápidamente la villa fue delineada y en noviembre se produjo el citado decreto del gobernador Quinteros. Su primer artículo expresaba: “Autorízase la fundación de la Villa Quinteros, en Río Seco, de acuerdo con los planos presentados por el Departamento Topográfico”. Disponía amojonar el perímetro delineado y que la Escribanía de Gobierno extendiera la escritura de las donaciones.
Todo empezó el 23 de abril, cuando Ricardo Rivero y C.M. García se presentaron al Gobierno, ofreciendo donar los terrenos para que se erigiera “una villa” en ese punto. Argumentaban que en torno al ingenio La Providencia estaba surgiendo desordenadamente la edificación. El proceso se incrementaría con la construcción del Ferrocarril Provincial, y era preciso encauzarlo.
Rivero y García no proponían un nombre concreto. Sólo terminaban diciendo que “la mensura, delineación y ubicación” de la futura villa, “perpetuará a nuestro juicio el nombre de los ciudadanos que han merecido la confianza de esta rica y próspera provincia”, resolviendo además “un problema de importancia” para sus intereses futuros. En otra presentación, del 30 de ese mes, Abel del Corro y J. Reto, ofrecían donar el terreno para la estación.
De las actuaciones posteriores que conserva el Archivo Histórico, tampoco surge propuesta alguna de denominación. Pero rápidamente la villa fue delineada y en noviembre se produjo el citado decreto del gobernador Quinteros. Su primer artículo expresaba: “Autorízase la fundación de la Villa Quinteros, en Río Seco, de acuerdo con los planos presentados por el Departamento Topográfico”. Disponía amojonar el perímetro delineado y que la Escribanía de Gobierno extendiera la escritura de las donaciones.
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