17 Diciembre 2014
COLAPSO MONETARIO. Las casas de cambio rusas tuvieron que modificar constantemente sus pizarras. reuters
MOSCÚ.- Pese a los esforzados intentos del Banco Central por poner freno a la caída del rublo, la moneda nacional de Rusia no parecía ayer encontrar piso en la plaza local. Luego de que la moneda cerrara en los 73,8 rublos por dólar (en dos días arrastra una caída del 20%), los analistas advirtieron alarmados sobre un posible “colapso monetario”. Los mercados también sufrieron el “martes negro”, y las casas de cambio se vieron obligadas a cambiar sus pizarras, que sólo ofrecen cuatro dígitos para marcar el curso.
“La situación es crítica”, aseguró el vicepresidente del Banco Central, Serguei Shevzov, mientras que el ex ministro de Finanzas Alexei Kudrin, advirtió que la devaluación deja en primer plano la pérdida de confianza por parte de los inversores. El Banco Central de Rusia incrementó dos veces en una semana el tipo de interés de referencia. La última vez fue anoche, luego de sostener una inesperada sesión nocturna y decidir un aumento del 17% del tipo de interés, en un claro intento por detener la caída de la moneda. Poco antes, la entidad había puesto en circulación U$S 6.000 millones, una medida que apuntaba a detener la devaluación. Pero ninguna de las disposiciones parece ser suficiente.
En muchas tiendas de Moscú, por ejemplo, los comerciantes han comenzado a marcar los precios en y.e., al igual que en los 90. El y.e. es una unidad monetaria cuyo valor se fija de acuerdo con el dólar o el euro. En realidad está prohibida por ley, pero de ese modo los comerciantes evitan tener que cambiar constantemente el precio de sus mercaderías, en particular para aquellos productos adquiridos en el exterior. Hoy para los rusos el aumento de precios es pan de cada día. Y parte de la población cree recordar lo vivido hace más de 20 años, tal como apunta el periódico “Vedomosti”. El presidente Vladimir Putin le debe el éxito de su gestión en parte al creciente bienestar ganado en los últimos años, pero tras la anexión de la península ucraniana de Crimea, en marzo , Rusia ha asumido una postura más que compleja en el terreno internacional.
En primer lugar, el comportamiento de Rusia en el conflicto ucraniano le ha valido al país sanciones económicas que representan un obstáculo al flujo de capitales. A eso se sumó la caída del precio del petróleo, un componente no menor para la economía rusa, que tiene a la venta de crudo como uno de sus principales pilares. Y, como tercer punto, la fuga de capitales ha alcanzado valores récord.
Si a esta situación se suma la especulación monetaria, el panorama no puede ser alentador.
Putin por el momento se muestra reservado e insta a no entrar en pánico, al tiempo que advierte que impondrá severos castigos a los especuladores. Pero las advertencias han sido hoy de poca ayuda para el rublo. ¿La nueva tasa de interés? Sin comentarios, responde el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. Ese es asunto del Banco Central, una entidad “independiente”, añade. La oposición en el Parlamento, por lo general recatada, no pierde la oportunidad de tomar la palabra: el ultranacionalista Vladimir Shirinovski, del Partido Liberaldemócrata, apunta contra la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiullina, y asegura que su política monetaria está totalmente errada. Los parlamentarios critican que se esté sembrando el pánico en la población y que muchos corran a comprar moneda extranjera. No pocos han salido a adquirir divisas ante la caída de su moneda nacional.
La situación ha hecho surgir reclamos que exigen la salida del primer ministro Dmitri Medvedev, que es responsabilizado de la política económica y del mal clima de inversión. Muchos aseguran que no tiene ideas propias y que ocupa el cargo simplemente secundando a Putin. No pocos quisieran ver en ese puesto al ex ministro de Finanzas y hombre de confianza de Putin, Alekséi Leonídovich Kudrin, que ha sabido ganarse el respeto internacional.
“La situación es crítica”, aseguró el vicepresidente del Banco Central, Serguei Shevzov, mientras que el ex ministro de Finanzas Alexei Kudrin, advirtió que la devaluación deja en primer plano la pérdida de confianza por parte de los inversores. El Banco Central de Rusia incrementó dos veces en una semana el tipo de interés de referencia. La última vez fue anoche, luego de sostener una inesperada sesión nocturna y decidir un aumento del 17% del tipo de interés, en un claro intento por detener la caída de la moneda. Poco antes, la entidad había puesto en circulación U$S 6.000 millones, una medida que apuntaba a detener la devaluación. Pero ninguna de las disposiciones parece ser suficiente.
En muchas tiendas de Moscú, por ejemplo, los comerciantes han comenzado a marcar los precios en y.e., al igual que en los 90. El y.e. es una unidad monetaria cuyo valor se fija de acuerdo con el dólar o el euro. En realidad está prohibida por ley, pero de ese modo los comerciantes evitan tener que cambiar constantemente el precio de sus mercaderías, en particular para aquellos productos adquiridos en el exterior. Hoy para los rusos el aumento de precios es pan de cada día. Y parte de la población cree recordar lo vivido hace más de 20 años, tal como apunta el periódico “Vedomosti”. El presidente Vladimir Putin le debe el éxito de su gestión en parte al creciente bienestar ganado en los últimos años, pero tras la anexión de la península ucraniana de Crimea, en marzo , Rusia ha asumido una postura más que compleja en el terreno internacional.
En primer lugar, el comportamiento de Rusia en el conflicto ucraniano le ha valido al país sanciones económicas que representan un obstáculo al flujo de capitales. A eso se sumó la caída del precio del petróleo, un componente no menor para la economía rusa, que tiene a la venta de crudo como uno de sus principales pilares. Y, como tercer punto, la fuga de capitales ha alcanzado valores récord.
Si a esta situación se suma la especulación monetaria, el panorama no puede ser alentador.
Putin por el momento se muestra reservado e insta a no entrar en pánico, al tiempo que advierte que impondrá severos castigos a los especuladores. Pero las advertencias han sido hoy de poca ayuda para el rublo. ¿La nueva tasa de interés? Sin comentarios, responde el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. Ese es asunto del Banco Central, una entidad “independiente”, añade. La oposición en el Parlamento, por lo general recatada, no pierde la oportunidad de tomar la palabra: el ultranacionalista Vladimir Shirinovski, del Partido Liberaldemócrata, apunta contra la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiullina, y asegura que su política monetaria está totalmente errada. Los parlamentarios critican que se esté sembrando el pánico en la población y que muchos corran a comprar moneda extranjera. No pocos han salido a adquirir divisas ante la caída de su moneda nacional.
La situación ha hecho surgir reclamos que exigen la salida del primer ministro Dmitri Medvedev, que es responsabilizado de la política económica y del mal clima de inversión. Muchos aseguran que no tiene ideas propias y que ocupa el cargo simplemente secundando a Putin. No pocos quisieran ver en ese puesto al ex ministro de Finanzas y hombre de confianza de Putin, Alekséi Leonídovich Kudrin, que ha sabido ganarse el respeto internacional.