12 Enero 2015
PARÍS.- El estallido de expresiones de solidaridad de todo el mundo después del ataque contra el semanario francés Charlie Hebdo ha conmovido a muchos franceses, pero muchos otros denunciaron cierta hipocresía o se sintieron ofendidos por el apoyo a una provocadora publicación. El presidente François Hollande insiste en que la libertad de expresión no debe limitarse por el temor a nuevos ataques, y las autoridades han respaldado totalmente la espontánea campaña de solidaridad en las redes sociales “Je suis Charlie” (”Yo soy Charlie”).
Pero el escepticismo ha emergido, por un lado, por parte de los trabajadores del semanario que sobrevivieron al ataque y que rechazan respaldos que califican de hipócritas; y por otro lado, por parte de otros que consideran ofensivo el humor del Charlie Hebdo.
Por último, hay quienes cuestionan a los más de 40 líderes mundiales que ayer tomaron parte en la masiva marcha en París por sus antecedentes en violaciones de los derechos humanos en sus países de origen. “Hay grandes palabras que se dicen sobre la libertad de expresión y la democracia. ¿Pero dónde estaba ese apoyo (a esa libertad) antes? No había mucho que lo probara”, dijo Nalo Magalhou, estudiante de matemáticas de 26 años, acerca de algunas de las reacciones políticas y de los medios. Aunque no tan popular como el hashtag #JeSuisCharlie, el “IamNotcharlie (”No soy Charlie”) también ha hecho su aparición en Twitter.
Sin duda, los que han alabado los ataques que acabaron con 17 personas entre el miércoles y el viernes han sido una minoría marginal.
Pero más significativa ha sido la cantidad de gente que mientras unos condenan con franqueza los ataques, no pueden mostrar su apoyo a un periódico que se mofa de las religiones.
“Sería demasiado fácil (decir) “I am Charlie”, escribía el bloguero belga Marcel Sel en su página web.
Horrorizado por unos ataques que condena sin reservas, asegura que sería cobarde hacer creer que es “Charlie” cuando ha criticado duramente algunas de sus viñetas sobre el Islam en el pasado.
Zakaria Moumni, un franco-marroquí de 34 años envuelto en una bandera gala en la Plaza de la República, tiene una razón muy distinta para creer que hay grietas en esa fachada de unidad. Para el ilustrador Bernard Holtrop, de Charlie Hebdo, el problema está con algunos de los nuevos “amigos” del semanario. “Tenemos un montón de nuevos amigos: el Papa, la reina Isabel, Putin. Tengo que reírme de eso”, dijo. Él sigue vivo sólo porque no le gusta ir a las reuniones de personal del semanario y que no estaba en París cuando dos hombres armados irrumpieron en la sede del periódico y mataron a sus colegas y a dos policías. (Reuters)
Pero el escepticismo ha emergido, por un lado, por parte de los trabajadores del semanario que sobrevivieron al ataque y que rechazan respaldos que califican de hipócritas; y por otro lado, por parte de otros que consideran ofensivo el humor del Charlie Hebdo.
Por último, hay quienes cuestionan a los más de 40 líderes mundiales que ayer tomaron parte en la masiva marcha en París por sus antecedentes en violaciones de los derechos humanos en sus países de origen. “Hay grandes palabras que se dicen sobre la libertad de expresión y la democracia. ¿Pero dónde estaba ese apoyo (a esa libertad) antes? No había mucho que lo probara”, dijo Nalo Magalhou, estudiante de matemáticas de 26 años, acerca de algunas de las reacciones políticas y de los medios. Aunque no tan popular como el hashtag #JeSuisCharlie, el “IamNotcharlie (”No soy Charlie”) también ha hecho su aparición en Twitter.
Sin duda, los que han alabado los ataques que acabaron con 17 personas entre el miércoles y el viernes han sido una minoría marginal.
Pero más significativa ha sido la cantidad de gente que mientras unos condenan con franqueza los ataques, no pueden mostrar su apoyo a un periódico que se mofa de las religiones.
“Sería demasiado fácil (decir) “I am Charlie”, escribía el bloguero belga Marcel Sel en su página web.
Horrorizado por unos ataques que condena sin reservas, asegura que sería cobarde hacer creer que es “Charlie” cuando ha criticado duramente algunas de sus viñetas sobre el Islam en el pasado.
Zakaria Moumni, un franco-marroquí de 34 años envuelto en una bandera gala en la Plaza de la República, tiene una razón muy distinta para creer que hay grietas en esa fachada de unidad. Para el ilustrador Bernard Holtrop, de Charlie Hebdo, el problema está con algunos de los nuevos “amigos” del semanario. “Tenemos un montón de nuevos amigos: el Papa, la reina Isabel, Putin. Tengo que reírme de eso”, dijo. Él sigue vivo sólo porque no le gusta ir a las reuniones de personal del semanario y que no estaba en París cuando dos hombres armados irrumpieron en la sede del periódico y mataron a sus colegas y a dos policías. (Reuters)
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