En homenaje a Charlie

Cualquier dogma -religioso, político, económico- que busque imponer una sola visión en la sociedad europea, especialmente por vías violentas, está destinado al rechazo

18 Enero 2015
“Puede no gustarme lo que usted dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo”.

Quizás nunca una frase fue tan sobrecogedora.

Este ataque también busca abrir en el continente líneas de culpa que son muy delgadas. Cualquier pensamiento fundamentalista -de derecha o izquierda, económico, cultural o religiosos- pretenderá explotar la fragmentación de Europa y llevar a su gente a la caldera de rencor, odio y sectarismo que marcaron nuestra historia.

Europa sobrevive, precisamente, por su diversidad, por sus diferencias. Cualquier dogma -religioso, económico, político o de cualquier otro tipo- que busque imponer una sola visión en la sociedad europea, especialmente por vías violentas, está destinado al rechazo.

Y donde esta convicción vacile, la prensa tiene la responsabilidad de recordarles su pasado a los europeos y de proyectar un futuro acorde con los valores por el que tantos pelearon y murieron.

Ataques como el perpetrado contra la redacción de Charlie Hebdo pretenden explotar los temores que acarrean las diferencias religiosas y culturales. No podemos dejar que este sea el caso. Debemos ser cuidadosos en no reaccionar con una legislación dura que puede resultar perjudicial para las libertades que la prensa debe proteger. Las lecciones de nuestros primos americanos, y el Acta Patriótica post 11 de septiembre como respuesta al terror, deben recordarnos que las amenazas contra nuestras libertades pueden provenir desde muchos sitios. Tomemos nuestro tiempo para reaccionar, pero permitámosnos antes tomar nuestro tiempo para hacer el duelo por este último atentando contra nuestra libertad.

No podemos predecir o prevenir las acciones de locos fundamentalistas, pero podemos controlar nuestra reacción frente a sus devastadores actos. Frente a esta tragedia reciente, debemos rechazar el miedo que pretendieron esparcir. Las víctimas fueron sacrificadas, no en nombre de un profeta, de una causa, o una creencia religiosa desviada, sino por una retorcida visión de nuestro propio mundo. Tenemos una deuda con los que murieron por resistir esa visión. Vivieron en nombre de la libertad, y murieron como sus auténticos practicantes.

© WAN-IFRA

Andrew Heslop - Director de Libertad de Expresión de WAN-IFRA (Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias).

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