18 Enero 2015
El origen del Estado Islámico debe rastrearse en las conmociones generadas por la Primavera Árabe, cuando distintos grupos islámicos radicales cifraron sus esperanzas en que los nuevos gobiernos reivindicaran la posición de los musulmanes y se enfrentaran con Occidente y el Estado de Israel. Sin embargo, a partir de la constatación de que esto no sucedería, decidieron buscar la forma de ocupar su lugar. Paulatinamente, se fueron fortaleciendo hasta que lograron convertirse en grupos y partidos políticos que aspiraban a llegar al poder.
En este marco, la caída de Gadaffi en Libia generó un proceso muy particular. La dispersión de un enorme y sofisticado arsenal armamentístico entre todos los países de Africa del norte y de Medio Oriente, que fue distribuido por incontables redes, muchas de las cuales estaban ligadas a los grupos más radicalizados y a algunos Estados de la región.
Cuando estalló el conflicto en Siria, la situación se complicó aún más pues, en poco tiempo, se generó una verdadera guerra civil que perdura hasta hoy. Fue entonces cuando algunos grupos fundamentalistas sirios decidieron iniciar la lucha armada. Los más importantes fueron: Yahat Al Nursra y Ahrar Al Chom, que se fusionaron y recibieron apoyo de ciertos sectores de poder de Turquía y de Yemen. Desde entonces, esta organización fue identificada por los EEUU como ISIS.
En principio, Al Qaeda los apoyó, lo cual benefició notablemente al nuevo movimiento. A partir de allí, uno de sus líderes, decidió separarse de Al Qaeda y fijar su propio programa político. De hecho, uno de los reproches que ISIS hacía a Al Qaeda era que, a pesar de la eficacia de sus acciones, no había podido fijar objetivos políticos concretos que favorecieran la situación del Islam radical.
En poco tiempo, el grupo se hizo fuerte en las ciudades iraquíes de Faluya y Mozul y se extendió al norte del país. En este caso, el avance del ISIS fue relativamente sencillo ya que Irak, devastado tras la invasión norteamericana de 2003 y sumido en un caos político y militar, fue un campo favorable para la expansión. En ese momento, y a partir del nombramiento del nuevo califa, el movimiento pasó a denominarse Estado Islámico. En la actualidad, este movimiento está compuesto por un conjunto de organizaciones nacionalistas-fundamentalistas, cuya estrategia de combate posee dos dimensiones y se da en dos frentes distintos pero de manera simultánea: por un lado, las guerrillas que combaten en Medio Oriente y por otro, las fuerzas terroristas que atacan a Occidente.
Cuatro observaciones
1.- El debate entre los especialistas se centra hoy en torno a dos posturas. Para algunos, Al Qaeda y el Estado Islámico están enfrentados y compiten por el poder. De hecho, sostienen, el segundo eclipsó el liderazgo que, en su momento, ejerció claramente Bin Laden. Para otros, esa aparente rivalidad es lo que ambos movimientos pretenden que Occidente crea; en realidad, sus objetivos son comunes y cooperan eficazmente para lograrlos. Los atentados de Paris, serían una prueba de esto pues, según las declaraciones de los terroristas a un medio francés, los hermanos Kouachi fueron entrenados por Al Qaeda y Amedy Coulibaly y su novia Hayat Boumeddiene, por el Estado Islámico, y no se descarta que hayan actuado coordinadamente.
2.- A partir de los atentados a Paris, la tensión y el temor que se generó inicialmente en Medio Oriente, se ha extendido ahora a toda Europa, a EEUU, a Canadá y a sus aliados. Por otra parte, han reactualizado el debate sobre la islamofobia y la convivencia multicultural.
3.- Estos acontecimientos parecen haber provocado un giro en las alianzas: EEUU estaría dispuesto a aflojar la presión sobre Irán, que apoya a Siria en el combate contra el Estado Islámico, y también ha resuelto presionar a Turquía para que no combata a los kurdos, ya que éstos también podrían contribuir en la lucha contra el Califato.
4.- Según el especialista Zidane Zeraui de la Universidad Politécnica de Monterrey, está claro que el Estado Islámico puede seguir creciendo hacia el sur; específicamente sobre un Estado emblemático para los musulmanes: Arabia Saudita. La pregunta en la actualidad es: ¿Qué harán Occidente y los EEUU frente a este escenario?
© LA GACETA
Patricia Kreibohm - Profesora titular de Historia Moderna y Contemporánea en la Unsta.
En este marco, la caída de Gadaffi en Libia generó un proceso muy particular. La dispersión de un enorme y sofisticado arsenal armamentístico entre todos los países de Africa del norte y de Medio Oriente, que fue distribuido por incontables redes, muchas de las cuales estaban ligadas a los grupos más radicalizados y a algunos Estados de la región.
Cuando estalló el conflicto en Siria, la situación se complicó aún más pues, en poco tiempo, se generó una verdadera guerra civil que perdura hasta hoy. Fue entonces cuando algunos grupos fundamentalistas sirios decidieron iniciar la lucha armada. Los más importantes fueron: Yahat Al Nursra y Ahrar Al Chom, que se fusionaron y recibieron apoyo de ciertos sectores de poder de Turquía y de Yemen. Desde entonces, esta organización fue identificada por los EEUU como ISIS.
En principio, Al Qaeda los apoyó, lo cual benefició notablemente al nuevo movimiento. A partir de allí, uno de sus líderes, decidió separarse de Al Qaeda y fijar su propio programa político. De hecho, uno de los reproches que ISIS hacía a Al Qaeda era que, a pesar de la eficacia de sus acciones, no había podido fijar objetivos políticos concretos que favorecieran la situación del Islam radical.
En poco tiempo, el grupo se hizo fuerte en las ciudades iraquíes de Faluya y Mozul y se extendió al norte del país. En este caso, el avance del ISIS fue relativamente sencillo ya que Irak, devastado tras la invasión norteamericana de 2003 y sumido en un caos político y militar, fue un campo favorable para la expansión. En ese momento, y a partir del nombramiento del nuevo califa, el movimiento pasó a denominarse Estado Islámico. En la actualidad, este movimiento está compuesto por un conjunto de organizaciones nacionalistas-fundamentalistas, cuya estrategia de combate posee dos dimensiones y se da en dos frentes distintos pero de manera simultánea: por un lado, las guerrillas que combaten en Medio Oriente y por otro, las fuerzas terroristas que atacan a Occidente.
Cuatro observaciones
1.- El debate entre los especialistas se centra hoy en torno a dos posturas. Para algunos, Al Qaeda y el Estado Islámico están enfrentados y compiten por el poder. De hecho, sostienen, el segundo eclipsó el liderazgo que, en su momento, ejerció claramente Bin Laden. Para otros, esa aparente rivalidad es lo que ambos movimientos pretenden que Occidente crea; en realidad, sus objetivos son comunes y cooperan eficazmente para lograrlos. Los atentados de Paris, serían una prueba de esto pues, según las declaraciones de los terroristas a un medio francés, los hermanos Kouachi fueron entrenados por Al Qaeda y Amedy Coulibaly y su novia Hayat Boumeddiene, por el Estado Islámico, y no se descarta que hayan actuado coordinadamente.
2.- A partir de los atentados a Paris, la tensión y el temor que se generó inicialmente en Medio Oriente, se ha extendido ahora a toda Europa, a EEUU, a Canadá y a sus aliados. Por otra parte, han reactualizado el debate sobre la islamofobia y la convivencia multicultural.
3.- Estos acontecimientos parecen haber provocado un giro en las alianzas: EEUU estaría dispuesto a aflojar la presión sobre Irán, que apoya a Siria en el combate contra el Estado Islámico, y también ha resuelto presionar a Turquía para que no combata a los kurdos, ya que éstos también podrían contribuir en la lucha contra el Califato.
4.- Según el especialista Zidane Zeraui de la Universidad Politécnica de Monterrey, está claro que el Estado Islámico puede seguir creciendo hacia el sur; específicamente sobre un Estado emblemático para los musulmanes: Arabia Saudita. La pregunta en la actualidad es: ¿Qué harán Occidente y los EEUU frente a este escenario?
© LA GACETA
Patricia Kreibohm - Profesora titular de Historia Moderna y Contemporánea en la Unsta.
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